EL CHIRINGUITO. CARLO FONTÁN


¿QUÉ NOS QUEDA POR VER?

Montarse un chiringuito con un país entero no es difícil (un ministro de economía nada menos dijo algo así como que el que no diera un pelotazo era tonto). Se trata de robar a los ciudadanos con su consentimiento. En España, la recalificación de suelos y los grandes eventos han sido el motor del timo perpetrado. Pero el lubricante ha de ser la imbecilidad del ciudadano; hacerle creer que el también se está enriqueciendo, crearle un limbo en sustitución de la realidad mientras le roban la cartera.

De esto se encargan los medios. El pan que traía la tan ansiada democracia debajo del brazo no era para los ciudadanos. Con la llegada de la tortilla se hicieron un bocadillo unos cuantos listos. Mientras unos pocos se enriquecían y algunos ciudadanos de a pie recogían las migajas, la mayoría perdía poder adquisitivo, se iba produciendo una transferencia de dinero hacia arriba. Luego España iría bien, pero nada cambió.

Del rey al último concejal todos pringados ¿Son tan malos, tan corruptos? No, simplemente se les ha permitido, porque torpemente el ciudadano ha sido cómplice como en el timo de la estampita. Es fácil entrar en el cohecho. Tres ejemplos:

-La editorial a un profesor: tú le pones mi libro de texto a tus alumnos y te regalo un ordenador.

-La policía al dueño del bar: tú invitas y yo hago la vista gorda si cometes alguna ilegalidad.

-El visitador médico al médico. Yo te regalo un viajecito y tú recetas tales medicinas.

Son solo tres ejemplos. Probablemente casos como éstos todos conocemos. Y ejemplos de fraude: el que raya el coche para que se lo pinte entero el seguro, el que compra un piso pagando parte con dinero negro, el que escaquea la factura del IVA, etc.

Quizás por eso no nos sorprenden los casos de corrupción que desde inicios de la democracia se han venido dando en España. Y eso que conocemos solamente la punta del iceberg.

"El dinero público no es de nadie" nos decía una ministra. Ave, expos, macrourbanizaciones, olimpiadas, aeropuertos ruinosos, universidades sin control.... Las magnas obras son las que permiten mayores pelotazos, y han sido posibles porque el ciudadano participó viviendo un sueño que luego se transformó en pesadilla. Mientras, nuestro poder adquisitivo mermaba al no poder ya comprar una vivienda(algunos se llegaron a hipotecar a 50 años, esto traen los grandes pelotazos) y subir los alquileres, al vender nuestras empresas públicas y subir las facturas de la luz, del transporte y el agua, con la pérdida de kilómetros de transporte ferroviario porque nos decían que no eran rentables-viva la Tatcher-, desmantelando la enseñanza pública mediante revolucionarias pero ya fracasadas-en otros países- reformas pedagógicas, enchufando en la administración a afines, vecinos y amigos de vecinos por doquier. Cada vez más pobres, pero tranquilos, "España es la locomotora de Europa" nos decía otro. No, España era el país con más paro de Europa. Calidad de vida para nosotros a base de hipotecas. Negocio para la banca.

Crear este ambiente de corrupción generalizada se consigue con el "no pasa nada" o "todo vale". Recordemos que la corrupción llegó a instituciones benéficas como la Cruz Roja o el mismo BOE. Tomarse a chufla instituciones que prestaban un servicio público o pasarse la ley por el forro estaba ya en la manera de entender la vida de aquel que los primeros años de la democracia comentaban aquello de "da igual que el gato se blanco o negro, lo importante es que cace ratones".

Un país que se alimentaba y se alimenta con toda la bazofia televisiva que hemos sufrido estos años, había perdido la capacidad de sorpresa, el criterio, el sentido común, cualquier referencia que le hiciera ver que le estaban tomando el pelo.

Deberían haber saltado todas las alarmas, pero estábamos soñando...éramos tan modernos que Europa estaba sorprendida con nuestra modernidad. La realidad era otra.

Quizás el caso más escandaloso de toda la historia de la democracia Española lo protagonice un personajillo, el más mediocre en el reino de los mediocres.

http://politica.elpais.com/politica/2012/01/09/actualidad/1326104471_541193.html

¿Qué nos queda por ver?

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