Como es lógico y era de esperar, el
sacrificio se disfraza de buenas palabras y argumentos para hacer creer que lo
que en realidad se lleva a cabo es el “rescate” de Grecia para evitar su
hundimiento inevitable. Pero no hay nada más lejos de la realidad.
Por si no había estado claro antes, el
llamado segundo rescate griego ha puesto de relieve una vez más la verdadera
intención de las autoridades europeas. Las mentiras se difunden con objeto de
confundir, pero los datos contradicen la propaganda oficial. Ninguna de las
medidas de ajuste puestas en marcha hace ya más de dos años por el gobierno
griego a instancias de las autoridades europeas e internacionales ha
funcionado. Como era predecible, porque en realidad no buscaban su recuperación
ni podían conseguirla de ningún modo, la economía griega se ha seguido viniendo
abajo, aunque ahora incluso más estrepitosamente: la actividad ha decrecido un
14% en lo que llevamos de crisis, lo que ha demostrado que los ajustes no son
un remedio ante una recesión económica.
Y es lógico. Es verdad que Grecia traía
de antes un mayor problema de deuda pública (entre otras razones por la
corrupción de la dictadura de los coroneles, de las empresas que se lucraron
con las Olimpiadas y por las trampas de Goldman Sachs liderado entonces en
Europa por el actual gobernador del Banco Central Europeo), que hizo que la
incidencia extraordinaria de la crisis financiera causada por la banca
internacional fuese aún más grave en aquel país. Como ocurrió en otros países,
el gobierno griego tuvo que afrontar una gran cantidad de gasto público
suplementario a la vez que disminuían sus ingresos públicos como efecto del
parón de la actividad económica, lo que originó la reciente espiral de
endeudamiento.
La situación se podría haber resuelto
fácilmente en los primeros momentos: se trataba de una deuda entre 40.000 y
50.000 millones de euros, unas veinte veces menor que la cantidad que los
gobiernos de Alemania y Francia habían dedicado a salvar a sus bancos privados.
Y unas cien veces menor de total gastado en Europa en ese menester. Es decir,
muy pequeña en relación con la que se ha estado dedicando al salvamento de los
intereses privados (con la diferencia, además, de que éstos eran quienes habían
provocado el daño y el pueblo griego quien lo sufría, por mucho que ahora se
quiera culpa de la deuda a la corrupción “minorista” que es cierto que se
practica bastante en Grecia).
Para afrontar con éxito el problema de
la deuda (otra cosa es acabar con los factores estructurales que lo provocan)
casi con toda seguridad hubiera bastado que el Banco Central Europeo se hubiera
hecho cargo de ella, negociando su pago en plazos razonables con el gobierno
griego, después de haber determinado qué parte de ella es odiosa, es decir,
impuesta al pueblo griego sin su consentimiento. Y que, al mismo tiempo, se
hubiera puesto en marcha, también con el apoyo del BCE y de Bruselas, un plan
de apoyo a la actividad económica para reconducir el modelo de crecimiento y
regenerar la capacidad de creación de ingresos en la economía helena.
Es cierto que este cambio de dirección
hubiera requerido reconfigurar todo el modelo de crecimiento europeo,
caracterizado por la existencia de fuertes desequilibrios comerciales internos
y por un espectacular incremento de la desigualdad nacional en todos los
países, así como poner en marcha planes de estímulo público que requerirían un
nuevo sistema fiscal más justo y progresivo en la línea de lo que hemos apuntado
junto a Vicenç Navarro en HAY ALTERNATIVAS. Propuestas para crear empleo y
bienestar social en España. Pero es que esa era justamente la precondición para
salvar también al resto de las economías afectadas por la crisis y a la europea
en su conjunto.
El problema naturalmente consistía en
que un cambio de esa naturaleza no era neutro desde el punto de vista del
reparto de la renta y del poder, porque suponía afectar muy seriamente a los
privilegios y a las ganancias de la banca y de las grandes empresas europeas y
muy particularmente de la banca alemana. Incapaces de enfrentarse a estas
últimas, y a pesar de que era evidente que cualquier otra actuación iba a
conducir al hundimiento definitivo de Grecia, en primer lugar, y de los demás
país después, las autoridades europeas decidieron intervenir en Grecia con un
único principio moral y con una sola estrategia económica: la banca primero.
Eso fue lo que llevó a dejar la
financiación de la deuda griega en manos de los bancos. Así, y gracias a los
rumores lanzados por ellos mismos y a veces por las propias autoridades para
hacer subir artificialmente la prima de riesgo griega, la deuda se ha ido
encareciéndola progresiva y escandalosamente, hasta llegar a la situación
actual, y proporcionando paralelamente suculentos beneficios a bancos y
especuladores de todo tipo. Una espiral irracional y cuasi diabólica: la banca
provoca la crisis y genera la deuda y la propia banca se encarga, con más
deuda, de imponer el pago cada vez más oneroso a costa de destruir la generación
de ingresos que puedan pagarla.
Para evidenciar el principio de que las
deudas hay que pagarlas por encima de todo, aunque sea con independencia de su
forma de nacer y de la responsabilidad de quien las haya provocado, las
autoridades europeas no han dudado en estos últimos años en imponer a Grecia
medidas de ensañamiento tan brutal como inadecuadas incluso para el objetivo de
pagar la deuda que decían perseguir: recortes de sueldos y salarios y de gasto
social o privatizaciones que han destruido el tejido empresarial y millones de
puestos de trabajo, ocasionando la disminución de la actividad y de los
ingresos, además de un incremento impresionante de la pobreza y el sufrimiento
social de todo tipo. Eso sí, incluso aumentando las compras de armamento a
Francia, Italia o Estados Unidos mientras que los gobiernos de estos países
imponían al griego que bajara aún más el salario mínimo.
Al obligar a Grecia a endeudarse más en
los mercados para refinanciar su deuda pública queda patente el diseño tan absurdo
y oneroso de una unión monetaria que renuncia a disponer de un auténtico banco
central con tal de conceder privilegios a la banca privada. Algo que no puede
considerarse como un simple error sino como la consecuencia trágica de la
complicidad entre las autoridades políticas y los poderes económicos y
financieros que se viene dando en Europa.
Tan irracional es lo que está ocurriendo
que, con tal de salvaguardar hasta el último euro de beneficio bancario, se
llega incluso a perturbar el equilibrio financiero que la propia banca necesita
para seguir ganando dinero.
Como sabemos, los bancos se encuentran
hoy casi completamente descapitalizados como consecuencia de la quiebra que les
produjo la acumulación masiva de basura financiera en los últimos años. De ahí
que tenga que ser el Banco Central Europeo (convertido en financiero de la
banca privada en lugar de serlo de los gobiernos, como es lo que debe hacer
cualquier banco central) el que proporcione a los bancos privados todo el
dinero que deseen. Así, es que tiene barra libre al 1% en el Banco Central
Europeo para que financien a Grecia a tipos de interés mucho más elevados. Pero
como consecuencia de las primas tan altas que provocan las presiones de la
propia banca y las políticas que imponen las autoridades que la defienden,
resulta que el riesgo de impago es cada vez más alto. Tan alto, que es seguro
que la banca tendrá que renunciar a cobrar una buena parte de la deuda. Lo que
lleva al Banco Central Europeo a intervenir, pero en lugar de salvando a Grecia,
salvando de nuevo a la banca privada, ahora comprando títulos de alto riesgo en
el llamado mercado secundario, es decir, trasladando de nuevo los riesgos desde
los bancos privados hacia su propia entidad.
Así es como las autoridades europeas
permiten que los bancos privados hagan el agosto a costa del pueblo griego. El
objetivo no es otro que facilitarles que vayan saneando sus balances sin dejar
de obtener pingües beneficios con el dinero del banco central, con la fuente
inagotable de deuda que nace de Grecia (porque las autoridades le imponen que
se endeude para pagar la deuda) y con las compras del Banco Central Europeo. Un
negocio redondo porque el banquete lo paga otro: el pueblo griego.
La operación es cruel en grado extremo.
Para que plan funcione debe extraerse todo el beneficio que se pueda de la
deuda de Grecia pero eso hay que hacerlo evitando que colapse el sistema
financiero europeo (lo que podría ocurrir si la economía griega llega a la
completa extenuación y deja por completo de pagar), para lo cual se precisa que
Grecia agonice (haciendo subir al máximo su prima de riesgo) pero sin perder
del todo la vida. El Banco Central Europeo y la Unión Europea son quienes se
encargan de sostener el hilillo de vida hasta que se ejecute el acto final del
plan que consistirá, muy probablemente, en un tercer rescate griego. Aunque
entonces ya solo afectará a todos los títulos que el Banco Central Europeo ha
comprando a las entidades financieras. Entonces Grecia quedaría liberada del
peso de la deuda pero solo después de haber dejado extenuadas a su economía y a
su sociedad, y ya podría empezar a librarse allí la batalla común a la de otros
países europeos que le queda por ganar al capital privado europeo: desmantelar
los sectores públicos y modificar profundamente la regulación económica.
No es cuestión de darle consejos a
nadie, pero más les valdría a los griegos dar un definitivo golpe en la mesa y
ser ellos los dispuestos a dejar la ruleta rusa en la que le obligan a estar,
repudiando la deuda y saliendo del euro si hiciera falta. Pasarán años duros,
pero quizá no peor que los que les esperan dentro. Y otros países, como el
nuestro, deberían ir tomando nota. Grecia no va a padecer sola
Lo gracioso del caso es que todo lo que nos ocurre ahora a nosotros tiene un claro precedente en toda Sudamérica y otros países del mundo , donde el FMI, el Banco Mundial y las grandes empresas se enriquecían sangrando sin piedad a las naciones, sembrando el caos, privatizando por doquier, imponiendo las teorías económicas de la escuela de Chicago, comprando gobiernos o haciendo caer aquellos que no eran afines. Ellos, no se cómo, están consiguiendo salir. Nosotros no deberíamos caer.
ResponderEliminarCÓMO NOS ENGAÑAN Y TRAICIONAN
ResponderEliminarSe está aplicando un argumento falso, matemáticamente erróneo para justificar las medidas de ajuste en el gasto publico, como medidas necesarias e inevitables para salir de la crisis, pero esto es aprovechar la ignorancia de la gente en conceptos básicos de economía para robarles todo, con propósitos simplemente especulativos y con la necesaria colaboración de una gran parte del sector especializado y de la clase media intelectual, que no advierten de esta falsedad a la población y especialmente con la colaboración traidora de nuestros representantes.
Aprovechando que es un concepto lógico, el que se tenga que ahorrar para pagar una deuda, nos colocan medidas totalmente contrarias a la solución de la deuda, con propósitos puramente especulativos. El recorte en el gasto no es una medida válida en una economía global donde cierra todo el circuito producción-consumo, en donde la producción, los ingresos, dependen íntegramente del consumo, de los gastos.
Para una economía domestica, de una familia, donde los ingresos y gastos forma parte de ese circuito externo mayor de producción-consumo, si que es lógico que su ahorro dependa de recortar sus gastos, es decir, el que ahorre una familia, lógicamente, no repercute en que vaya a tener menos ingresos. Pero si esa familia tuviese sus propios medios y recursos de explotación, tuviese sus tierras suficientes para su provisión, es decir el circulo producción-consumo lo cerrase dentro de su seno familiar, osea que todo lo que los miembros de esa familia producen es lo que consumiesen, en ese caso los ingresos, lo que produzcan depende íntegramente de su consumo, de lo que gasten, de modo que ahorrar, significa automáticamente tener menos ingresos, y por tanto no se puede pretender devolver una deuda con una producción que se le impide hacer al recortar en el consumo. Eso es lo que ocurre en nuestra economía nacional, y por tanto, recortar gastos significa automáticamente perder capacidad de devolver la deuda.
Nuestro problema real para poder devolver la deuda, es la falta de suficiente medio de intercambio, no de haber acumulado una determinada deuda, pues esta se hace fácilmente llevadera si tenemos el medio de intercambio suficiente para producir bienes y servicios a buen ritmo.
Esa es la traición y el engaño, desvían la atención hacia una causa que a la población le parece lógico aceptar, cuando la verdadera razón es la forma en como se está gestionando nuestro medio de intercambio, nuestro dinero.
El problema de la deuda, no se puede solucionar con medidas de ahorro, no solo es imposible, sino que es contrario, dificulta cada vez más la devolución de la deuda. El problema de la deuda es la forma en como se introduce el dinero-deuda en el mercado, en nuestra economía, y el sistema parasitario (mercados financieros) que lo acapara. http://www.youtube.com/watch?v=dxyyVW6sCO8&feature=related este es un video que explica sencillamente como funciona ese mecanismo de reabsorción y bloqueo del dinero-deuda, y eso implica que la afluencia del dinero a nuestra economía ha de ser continuada por parte del estado, desde nuestro banco central, para evitar su colapso, y es el estado quien ha de regular ese flujo y esa proceso de reabsorción. Es imposible dejarlo en manos particulares sin que a la larga nos ocurra lo que nos esta ocurriendo: procesos especulativos de secuestro de economías nacionales, por tanto, la emisión del dinero ha de pasar al control de los estados, necesariamente, esto es lo que se ha de reivindicar primero que nada, solo eso, cualquier otro tipo de protestas, reivindicaciones, en el sentido de impedir que nos priven de derechos, nos recorten en nuestras necesidades básicas, etc., es inútil, no tienen sentido alguno, ni viabilidad alguna, si no se ha solucionado primero este problema.
PD: Salirnos del euro no podemos por nuestra dependencia energética y por que nos han expoliado las reservas de oro de nuestro banco central en la era Zapatero – Solves. ...... y por que no podemos abandonar a sus suerte al resto de economías, entre otras cosas por que a la larga siempre nos afectará lo que ellas les pase, mientras estén esta gente al mando.
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