UN BAÑO DE REALIDAD PARA IU. JOSÉ AGUILAR


IZQUIERDA UNIDA ENTRA EN EL GOBIERNO ANDALUZ
No sé si los líderes andaluces de Izquierda Unida son enteramente conscientes del precio que habrán de pagar por su incorporación al Gobierno de coalición con el PSOE, que han deseado tanto como para pactarlo antes de consultar con las bases, llamadas a refrendarlo el martes en plebiscito. Se puede resumir este precio: tendrán que darse un baño de realidad insólito, por más que ya tengan numerosas experiencias de coaliciones en el ámbito municipal, que no son lo mismo. La primera realidad a asumir es que IU es el socio minoritario, a mucha distancia en votos y escaños del PSOE, al que no pueden pretender imponer su programa sin más. No va a ser un pacto entre iguales. Tienen la llave de la gobernación, sí, pero con el lastre de que si rompen la alianza la alternativa es dejar que mande la derecha.

Hay una derivada fundamental de este estado de cosas, a saber, el firme compromiso de Griñán con la reducción del déficit público que corresponde a la Junta de Andalucía. Lo ha afirmado por activa y por pasiva, ha congelado de hecho 2.700 millones de euros de los presupuestos de 2012 -que habrán de ser revisados a la baja- y los propios dirigentes de la coalición han tenido que aceptarlo a regañadientes, por imperativo legal (vamos, que la ley de estabilidad presupuestaria les obliga y que si no la cumplen la comunidad autónoma andaluza puede ser intervenida en un plazo de seis meses.
Ahora bien, veo francamente imposible dar cumplimiento a esta exigencia ya asumida y, al mismo tiempo, rechazar los recortes impuestos en las prestaciones sanitarias y educativas -y no aplicar aquellos que dependen de las autonomías- y aumentar el gasto social para poner en marcha el programazo (¡250 medidas!) acordado con los socialistas. Por ejemplo, el fomento del empleo a base de inversiones públicas y deducciones fiscales a las pymes o las políticas de inclusión social. ¿No ahorrar con recortes, invertir y gastar más y reducir el déficit, todo a la vez? Las cuentas no salen, sencillamente.
Cierto que se aprende mucho cuando a uno le dan un presupuesto para su consejería mucho más escaso del esperado y ha de ejecutarlo sin saltarse sus limitaciones, estableciendo prioridades y dejando en el aire parte de las promesas y casi todas las utopías. Es fácil ponerse detrás de todas las pancartas reivindicativas, y difícil satisfacer esas reivindicaciones desde el despacho oficial, empezando por percatarse de que algunas resultan ser contradictorias con otras (por ejemplo: exigir que haya más encargo de barcos a los astilleros y también que baje el presupuesto de Defensa, que es quien los encarga). En fin, la política mancha. IU ha elegido mancharse, y yo creo que ha elegido bien. Pero ¿es consciente de la realidad en la que tendrá que bañarse?

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