DAME DINERO, QUE QUIERO MORIR, DAME DINERO. FERNANDO SÁNCHEZ SALINERO


DAME DINERO, QUE QUIERO MORIR, DAME DINERO
A veces, cuando uno está desesperado, solicita un aparente remedio para su desgracia, que, curiosamente, no sólo no arregla la situación, sino que la agrava. ¿Es bueno que dependamos tanto de la financiación, ya sea una empresa o un estado? Quizá lo que diga no sea muy popular.

Quiero hacer una invitación colectiva a la autocrítica. Sólo si cambiamos el pensamiento como sociedad, seremos capaces de remontar la situación, si sólo buscamos a quien echarle la culpa, nos quedaremos anclados en la protesta. Y con esto no digo que no haya que protestar, que hay que hacerlo sin fisuras frente al atropello. Pero, como digo cuando trabajo dentro de una empresa, para protestar, primero debemos empezar a dar ejemplo cabal. 

Estaréis de acuerdo conmigo, que hace poco tiempo la gente pedía créditos como si no hubiera que devolverlos, como si con pagar los intereses fuera suficiente. Y uno se sorprendía por la cantidad de dinero que se daba prestado a personas, empresas y estados. Y, como no hay nada peor que tener capacidad para materializar nuestros deseos, nos lanzamos a comprar desaforadamente como si todo se pudiera arreglar yendo al banco a aumentar la póliza de crédito ¡Habíamos descubierto el genio de la lámpara en forma de banquero! 

Pero, desgraciadamente, la realidad no es así. En algún momento hay que pagar No podía durar una situación donde empresas que vivían de incrementar cada vez más sus deudas, vendían a otras empresas que hacían lo mismo, que a su vez vendían a particulares que para poder permitirse el desmadre pedían préstamos. Era como si en un casino alguien estuviese a nuestro lado siempre dispuesto a financiar nuestro juego, nuestras copas y resto de vicios. En ese entorno sería absurdo trabajar “como Dios manda” (como diría el castizo).

De hecho, estos años de atrás quien era prudente era un “anticuado”. Nadie valoraba una gestión EFICIENTE de las empresas, los estados y las familias. Total, el crédito era ilimitado… ¿No tenías un Q7? ¡Eras un pringado!

Y ahora nos encontramos con una sociedad que EXIGE, sí, que exige que se le siga dando dinero. Pero ¿Hasta qué límite? Porque habrá un límite ¿no? O, ¿alguien piensa que nos podemos endeudar sin límite, pidiendo dinero para pagar los intereses?

El año pasado el estado español (todas las administraciones) ingresaron 377.000 millones, pero gastamos 468.000, es decir, gastamos 91.000 millones más de los que generábamos. Cada día, nos gastábamos 249.300.000 € más de los que ingresábamos. 

En pesetas: ¡CADA DÍA NOS ENDEUDÁBAMOS EN 41.482.000.000 ptas! ¡Cada día! ¿Esto se puede soportar durante mucho tiempo? Obviamente, no. A esto hay que sumar las deudas que contraíamos las empresas y las familias, que es mucho más.

En algún momento deberemos entender que lo que no puedes pagar, no te lo puedes permitir, por mucho que te coman la cabeza con el rollo del “estado de bienestar”, y que pedir dinero, no sólo no arregla el problema, sino que lo agrava.

Lo mismo pasa con algunas empresas. Ves que la gestión es ineficiente. Ves que aquello es deficitario, lo mires por donde lo mires. Las deudas son reflejo de muchos otros males. Creen que hinchar la bola les puede salvar, y sólo provocan que la caída sea más dura. Sé que estas afirmaciones no son populares y que se aplaude más a los que dicen que tenemos derecho a que otros nos den el dinero. Pero el sentido común no dice eso.

Tiene que empezar el tiempo de la autocrítica y de aceptar al nivel que estamos en todos los ámbitos. A nivel personal, seguramente tenemos que comprar menos cosas, y gastarnos menos dinero en chorradas y cuchipandas. A nivel empresa, empezar a desandar el camino de las vacas gordas y volver a hacer cosas que ya no hacíamos, y, además, prepararnos para el nuevo escenario en el que vamos a vivir. Y como país, aceptar que este nivel de deuda es insostenible. Los políticos, que, en general, no tienen ni idea de gestión, arreglan todo con impuestos y más impuestos. Da igual el color, porque lo que les iguala es la ignorancia. Y los impuestos son pan rancio para hoy y mucho hambre para mañana. 

Todo, menos racionalizar al país, ¡que eso pierde elecciones! Y se acaba la mamandurria.

Hacen dos cosas: crujirnos a impuestos y seguir pidiendo dinero. 

Y el dinero se puede conseguir de dos formas: 

O nos lo prestan otros países comprando nuestra deuda.

O el banco europeo “da a la máquina de hacer billetes” y nos lo presta.

Tienen consecuencias distintas, y ambas nefastas. Basta con ver a Grecia. ¿De qué han servido los 80.000.000.000 € que les hemos dado? De nada, de hacer cada vez más imposible la solución. ¡Dame dinero, que no quiero cambiar, dame dinero!

Entiendo a los griegos. Algunos políticos les están diciendo que no hay que devolver las deudas, y entonces cuanto más nos saquen al resto de los europeos, mejor… Lo malo de eso, es que es mentira. Y veremos el precio que tienen las mentiras y la demagogia.

El dinero prestado, cuando la gestión no es eficiente y rentable, no hace sino hundir más al mal gestor. Le da tiempo, pero incrementa la carga. Es la función del prestamista al lado del ludópata. Lo mejor es hacerle ver que no puede seguir en el casino de la locura.

Lo más asombroso, es que una vez superado el desconcierto y el dolor, de asumir lo que realmente somos, aflora lo mejor de cada uno, y nos damos cuenta de que somos mucho más capaces de hacer cosas, de las que hasta ahora no éramos conscientes, y además con muchos menos recursos, y que las cosas más importantes, tanto en la vida, como en la gestión de las empresas y los países, son gratis y se fundamentan en el esfuerzo y el sentido común, y en que para que un país pueda gastar, lo primero es producir. 

Por poner un ejemplo: El PIB de Alemania del 2011 fue de 2.570.000 millones de €, el de España 1.073.383. 

El PIB per cápita, es decir lo que produce un alemán medio es 31.400 € al año, un español 23.300 € al año. Un alemán medio (hablando en términos generales de país) produce un 35% más que un español. No estamos en la misma situación, por mucho que nos vendan la moto. 

La tentación de dar a la máquina de hacer billetes es muy alta, y las consecuencias terribles. En otro post probablemente analizaré por qué creo que Alemania es tan contraria a “dar a la manivela”.

Si alguno tiene ganas de leerse un cuento de 3 folios os dejo un link. Es una gran metáfora de esta situación, de la fragilidad del sistema económico, pero sólo aconsejo leerlo si estás animado, si estás depre, no. Ya me contaréis. http://es.scribd.com/doc/93380853/La-plaga 

Podemos salir de esta situación, pero asumiendo nuestro estado, haciendo autocrítica, con sensatez y llamando a las cosas por su nombre, tanto en una familia, una empresa o un estado. Si nos empeñamos en mirar para otro lado y creemos que la solución es que “alguien” financie nuestra irreflexión, ¡vamos arreglados!

Un saludo y creo que la sensatez, al final, se va a imponer.

PUBLICADO EN EL BLOG de Fernando Sánchez Salinero

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