LA CULTURA DE LO ABSURDO


LA CULTURA DE LO ABSURDO
Una vez más, los ciudadanos hemos sido engañados y manipulados por una clase política a la que le debe doler el esternón de tanto reírse de nosotros. A mediados del mes de enero pasado se anunció a bombo y platillo que el Tesoro del Carambolo iba a ser nuevamente expuesto al público, poniendo fin a décadas de encierro involuntario en la cámara acorazada de un banco. Para ello se gastaron 170.000 euros en adecuar las salas de exposiciones temporales del Museo Arqueológico creando una sala temático que gira en torno a la valiosa pieza.


Sin que nadie se diera cuenta y sin notificación de por medio, en el mes de abril, según denuncia ABC hoy, se produjo el cambiazo, guardando de nuevo el Tesoro original y sustituyéndolo por la copia que hiciera en su momento Marmolejo. ¿La razón? No hay dinero para pagar la seguridad que requiere la pieza.

La historia es de lo más absurdo que se ha hecho en Sevilla en los últimos años, de hecho es tan sumamente ridícula que habría que preguntarse qué cabeza pensante planteó semejante prodigio. El Tesoro ha estado expuesto apenas tres meses, ¿era necesario gastarse 170.000 euros más lo que haya costado la vigilancia durante esos tres meses? La respuesta es sencilla: no. En un Arqueológico que se cae a pedazos, no sólo hemos sacrificado las salas de exposiciones temporales sino que se ha invertido un dinero en tematizar una sala para exponer una copia. ¿Por qué no se ha dicho nada hasta ahora? Seguramente porque en abril estábamos en vísperas de unas elecciones autonómicas y no hubiera quedado nada bien destapar el engaño. Se hace una inversión, se vende que se invierte en cultura, nos hacemos unas fotos y luego ya se verá qué pasa, porque total, como la ciudadanía es tonta...

Alguien debería dar explicaciones por lo ocurrido. ¿Dónde está el Tesoro ahora? ¿Para qué se montó un tinglado de más de 200.000 euros cuando hacía apenas dos años que se había hecho una gran exposición sobre el Carambolo? Si el Museo Arqueológico no reúne las condiciones de seguridad necesarias, ¿por qué no empezamos por solucionar dichas carencias? Seguimos manejando lo público como si de un cortijo particular se tratase; así, desde luego, no mejoramos.

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