LAS
CARAS DE LOS RECORTES
En Vigo, uno se cruza andando la ciudad
en un par de horas. En Madrid, algún tipo de transporte es casi imprescindible.
Por este y otros gastos, José Miguel Diéguez ha decidido invertir el camino que
inició hace dos años, cuando vino a estudiar a la capital, y volver a su ciudad
natal, a casa de su madre. La marcha de este joven de 20 años coincide con el
incremento de los precios de la matrícula en las universidades públicas
madrileñas [hasta ahora estudiaba en la Complutense], que ve difícil asumir,
pero también con otras alzas de precios: "No solo son las tasas. Es el
metro, la luz, el gas, el alquiler [en una de las ciudades más caras de
España]... Me vuelvo a estudiar a Galicia".
"La Complutense, la Autónoma de
Barcelona... Siempre había querido ir a una universidad de primera división,
digamos, y cambiar una ciudad pequeña por Madrid es el sueño de muchos chavales
de 18 años de provincias como yo". Como el sitio, José Miguel tenía claro
que quería estudiar Derecho —"desde hace mucho me tiraba el tema de la
justicia, la política también un poco"— y sus buenas intenciones le
llevaron a combinarlo con Administración de Empresas —"pensé que si
llegaba a tener mi negocio, podría ser un buen empresario, que pagara bien a
sus trabajadores, aunque pronto me di cuenta de que eso no lo enseñan en
clase"—.
Su madre, funcionaria, financia sus
estudios. El primer año tenía beca, el segundo la perdió por el plazo y ahora
sus notas, sobre todo por la parte de Administración de Empresas, que le ha
decepcionado mucho, no le permiten pedirla. "Mi madre lleva 20 años
ahorrando para pagarme la carrera, como antes lo hicieron mis abuelos, que no
nos digan que esta crisis viene porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades",
señala. Y al alza de tasas —que hoy se aprobará en consejo de gobierno, según
avanzó la consejera de Educación— y otros aspectos, añade más efectos de los
recortes, como la rebaja del sueldo de su madre, de la pensión de su abuelo o
la implantación de medidas como el pago de medicamentos.
Ante este panorama, este joven gallego
de sólido discurso ha optado por emprender la retirada preventiva: "El
próximo curso quizá podría pagarlo, pero prefiero irme a ahorrar para cuando
estemos como Grecia". Como quería abandonar Administración de Empresas, no
le preocupa tanto perder la opción del grado combinado, que no existe en la
Universidad de Vigo, le molesta perderse la experiencia de vivir en la capital,
que considera "un mundo aparte, que te abre muchas puertas".
Sabe que hay muchos otros estudiantes en
situación similar. Cita el caso de un compañero de una ingeniería: "En las
carreras más prácticas, los costes son mayores y, con los materiales, una
asignatura puede salirte por hasta 800 euros". Pero no se resigna. Lleva
todo el año colaborando con Tomalafacultad, un movimiento en el que reconoce
fallos por inexperiencia, pero que considera que ha logrado "unir, después
de muchos años, a los estudiantes de izquierda", entre los que se sitúa. Y
prevé que sus muchas movilizaciones de este año se multiplicarán próximamente:
"Los recortes se van a agravar y nuestra lucha se tiene que radicalizar,
en el buen sentido de la palabra, en el de mejorar nuestra organización para
defender nuestros derechos".
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