UN DEBATE SÍ Y OTRO NO
El sistema institucional español, como
el de otros países democráticos, otorga a las dos cámaras de representación
política nacional, Congreso y Senado, dos tareas fundamentales: legislar y
controlar al Gobierno.
La configuración territorial del Estado
y la falta de lealtad institucional entre los partidos políticos llevan con
frecuencia a hacer visible y activa a otra cámara de control que no estaba
prevista en la Constitución: los parlamentos autonómicos. Basta con que el
partido o los partidos dominantes en un parlamento regional sean de distinto
signo al que gobierna a nivel nacional para que se arroguen la facultad, de la
que carecen jurídicamente, de controlar también al Ejecutivo de España.
Un ejemplo se acaba de producir en Andalucía.
En la reunión de la Diputación Permanente del Parlamento -de guardia durante
las vacaciones parlamentarias- celebrada el jueves los dos grupos que respaldan
al Gobierno andaluz (PSOE e IU) acordaron, y sacaron adelante gracias a su
legítima mayoría, la convocatoria de un pleno extraordinario de la Cámara
autonómica para debatir los recortes impuestos por el Gobierno de Rajoy (y
aprobados por el Congreso, que es donde se tienen que discutir y votar). El
objetivo es, claro, que esa misma mayoría rechace el ajuste. El Partido
Popular, con mayoría relativa, también respaldó la iniciativa. Unanimidad,
pues.
Sería incluso aceptable esta utilización
del Parlamento andaluz para cuestiones de política nacional (al fin y al cabo,
hay ocho millones de andaluces afectados por las tijeras de Rajoy) si no fuera
por que en la misma sesión de la Permanente los gobernantes PSOE e IU se
opusieron a la propuesta del PP de celebrar otro pleno sobre la situación
financiera de Andalucía y su plan de ajuste específico. Puestos a comparar, me
parece este debate más pertinente que el otro, más ajustado al ámbito de
competencias del Parlamento autonómico. Algún portavoz de la coalición
gobernante en la Junta insinuó que el ajuste andaluz sería más bien objeto
propio del Debate sobre el estado de la Comunidad, previsto para Dios sabe
cuándo, pero no antes del otoño.
¿Qué razón existe para impulsar un
debate y negarse a otro? Ninguna que sea distinta a la pura conveniencia de
socialistas e izquierdistas, decididos a convertir el Parlamento de Andalucía
en uno de los tres arietes institucionales básicos de la oposición periférica a
Mariano Rajoy (los otros dos son los gobiernos de Griñán y Patxi López). Todo
vale para el convento de la confrontación con el malvado PP. Incluso meterse en
competencias ajenas sin cumplir la elemental obligación de ejercer las
competencias propias.
PUBLICADO MÁLAGA HOY
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