EL
AVE
Resumo, con imperdonable retraso, mi
opinión sobre lo del AVE. No se trata, en primer lugar, de defender unos trenes
del siglo XIX. Lo razonable habría sido, sin más, modernizar el sistema de
ferrocarril convencional, manteniendo las líneas existentes y, en algún caso,
creando otras nuevas. Hubiera resultado infinitamente más barato y racional.
Sólo los ejecutivos de las grandes empresas y los futbolistas precisan llegar
en una hora y media de Madrid a Valencia.
En segundo lugar, creo que hay que subrayar la
tétrica condición ecológica -la comparación pertinente no es con el avión, sino
con el tren convencional-, económica -¿cuál es la responsabilidad del AVE en la
deuda?- y social -es un tren para ricos, como lo demuestra el negocio de las
empresas de autobuses que asumen los trayectos correspondientes- de la alta
velocidad.
Otra cosa es la discusión relativa a qué
debemos hacer con las infraestructuras ya construidas.
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