EDUCACIÓN: LA MEJOR SUBVENCIÓN
Dice un actor protestando contra los
recortes: "La cultura no es lujo, es un bien de acceso público. Cortar en
cultura produce ciudadanos poco pensantes. Para ser un ciudadano libre tienes
derecho al pan y también a leer un buen libro, a ver una buena peli, a ir al
teatro". En mi opinión se equivoca porque para resolver adecuadamente esta
cuestión el problema debe plantearse al revés. Para que la cultura no sea un
lujo, sino un bien de acceso público, lo necesario es la educación, no las
subvenciones. Para ser un ciudadano libre lo imprescindible no es leer un buen
libro, ver una buena peli o ir al teatro, sino recibir una educación que
fomente el espíritu crítico, el gusto exigente y la capacidad de elección.
Optar por la lectura, el cine o el teatro es una consecuencia de esta libertad
que sólo otorga la educación, no su causa.
Plantear mal los problemas hace
imposible solucionarlos. El de la supervivencia de las industrias culturales españolas
en el agresivo entorno del consumo global y de las tecnologías que fomentan el
pirateo no se soluciona con subvenciones. El problema de la dificultad que las
propuestas de mayor entidad creativa o reflexiva encuentran en el mercado, a
causa del descenso del nivel educativo medio y del auge de la cultura del
espectáculo, no se soluciona con subvenciones. El arrinconamiento, hasta en los
planes de estudio universitarios, de las humanidades y la reducción de la
formación a las demandas del mercado, no se soluciona con subvenciones.
Los problemas que afectan a la cultura
en sus niveles más crudamente comerciales o más creativamente exigentes sólo
pueden hallar solución a través de la acción educativa. El apoyo estatal fue
una medida transitoria que permitía favorecer la igualdad de oportunidades en
el consumo de cultura (en el sentido fuerte de la palabra), proteger la
especificidad de las industrias culturales nacionales frente al seductor
gigante estadounidense y apoyar las propuestas creativas condenadas a lo
minoritario a causa de la presión del mercado y las carencias educativas del
público.
Estas medidas transitorias acabaron por
convertirse en derechos permanentes que fomentaron la pereza de los creadores y
su dependencia del poder político. A la vez que la catástrofe educativa y el
arrinconamiento de las humanidades (léase El cultivo de la humanidad: una
defensa clásica de la reforma en la educación liberal, de Martha Nussbaum) ha
creado un público mayoritario alérgico a la complejidad. Víctor Hugo escribió:
educad la cabeza del hombre del pueblo y no tendréis que cortarla. También
podría decirse: educadla y no tendréis que subvencionar.
PUBLICADO MÁLAGA HOY
Totalmente de acuerdo. Hay quien confunde calidad en la educación con el mantenimiento de subvenciones. Yo las veo nefastas. La enseñanza pública es un derecho. Y no es gratis, al contribuyente le cuesta una pasta. Todo el mundo ha de tener acceso a ella, pero las subvenciones al libro de texto, ordenadores y demás hacen daño. Otra cosa muy distinta son la becas condicionadas al rendimiento del estudiante, pues es su responsabilidad responder al esfuerzo que la sociedad hace.
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