LA
MANIPULACIÓN DEL LENGUAJE EN EL TERCER REICH (II).
El Tercer Reich y su ideología no distinguían por
supuesto entre lo público y lo privado, así que evidentemente su concepción del
mundo se infiltró en todos los aspectos de la vida, incluida la familia, y
dentro de la familia donde lo que hemos llamado el lenguaje del Tercer Reich es
más visible es en los nombres que recibían los niños. Ya existía una moda
previa venida del Romanticismo y de lo Wagneriano de poner
nombres relacionados con la mitología
nórdica, pero en el Tercer Reich pasó casi a ser una obligación, porque los nombres cristianos significaban
que no eras lo suficientemente nazi y los que venían del Antiguo Testamento
estaban directamente prohibidos.
Esto provocaba situaciones absurdas. Por ejemplo,
los miembros de las SS tenían que renegar de la Iglesia. Pero podía ocurrir que
a una hija se la hubiera llamado Christa
-atención a la “C”- cuando el
padre era algo menos nazi, esto se remediaba cambiándole la letra inicial por
una “K”. Como esto no era suficiente, se le añadía a la criatura un segundo
nombre de la mitología nórdica. El
problema es que algunos de estos nombres tenían un significado ridículo, como
Heidrun, que era la cabra celestial en las sagas escandinavas, las “Eddas”.
Esta cabra llevaba en las ubres
hidromiel y perseguía “fanáticamente” al
macho cabrío.
Otro aspecto en el que la lengua del Tercer Reich
fue especialmente militante en el de las denominaciones geográficas. El
nacionalsocialismo decía defender las tradiciones germánicas, pero si esas
tradiciones no le cuadraban las eliminaba sin contemplaciones. Buena parte de
Alemania estuvo colonizada por pueblos eslavos (es decir, del mismo tronco que
los rusos o los polacos), como los wendos o sorabos. Y este hecho se reflejaba
en la toponimia. Del mismo modo que hay villas en España llamadas “Villafranca
de” que recuerdan la inmigración franca durante la Edad Media vía Camino de
Santiago, en Alemania había muchos lugares con el adjetivo “Wendisch” que
fueron simplemente, eliminados. Se cambiaron miles de topónimos, y comarcas de
la zona de Prusia Oriental fueron renovadas casi al 100%.
Lo mismo ocurría con las calles y, por supuesto, con
las regiones. Adoptaron el término “gau”, que tenía resabios teutónicos
medievales, sustituyendo al término más moderno de provincia. La manipulación de la geografía en el Tercer
Reich llegó a cambiar el nombre de países para hacerlos asimilables a la Gran
Alemania. De esta manera, Austria cambió de llamarse Österreich (que significa
literalmente “Imperio del Este”) a Östmark, literalmente “Marca del Este”, lo
que equivalía a transformarla en una parte fronteriza de Alemania en lugar de
ser una entidad política de igual categoría.
Llegaron incluso, en 1942, a cambiar este nombre por el de Donau und
Alpenreichsgaue, para borrar todo recuerdo de Austria.
Hasta ahora hemos llamado la atención de una
característica de la lengua del Tercer Reich: su supuesto tradicionalismo
(siempre que la tradición real no choque con la ideal, claro), el ejemplo sería
la palabra gau. Otra sería la rebaja en la dignidad de las personas, un
excelente ejemplo sería el término Gefolgschaft, una palabra del alemán antiguo
que podemos traducir como séquito. Cuando una persona es empleada de
alguien, estamos hablando de un
trabajador… pero cuando se pertenece al séquito de alguien estamos hablando de
un vasallo.
Por supuesto, la lista de particularidades del
lenguaje del Tercer Reich es muchísimo más extensa, como hablar de “física
judía” para referirse a la Teoría de la Relatividad y así quitarle todo valor,
o de “guerra judía” a la Segunda Guerra Mundial para, modificando el lenguaje,
convertir a los agresores en agredidos. Pero estos ejemplos de manipulación del
lenguaje son muy burdos y también muy conocidos, sobre todo por películas y
hemos preferido sacar a la luz otros menos sabidos y más ingeniosos.
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