MONUMENTOS
DE MUERTE Y VIDA
Hay por esos
mundos, palabras elocuentes, siempre vivas. Definitivas, transparentes.
Descomunales gritos petrificados. Monumentos, que solo comprende quien ha
sentido de cerca lo que expresan. ¿Cómo puede expresarse el tremendo desgarro
de la muerte? ¿De qué materia está formada la rotura del alma que da vida,
cuando parte? ¿De qué forma brutal se abre el abismo entre el barco que trae la
ilusión del ser querido de regreso al hogar, y la mujer, o la madre o los hijos
que aguardan su vuelta vigilantes junto al faro? La mano del viento y de la
espuma rompe lo que parecía eterno. ¿Era
todo tan frágil?
La
ruptura terrible, despiadada de lo que estaba unido. El grito es el quejido de
lo que se rompe dentro. Se encuentra en el acantilado cercano al mar, en la
costa, que por algo se llama de la muerte. “Costa da morte”. Recortada sobre el
mar y el cielo azul, este monumento estremece por su simplicidad y su
elocuencia. Una mole hendida.
Se
encuentra en la península de Muxía,
cerca del viejo faro, en Galicia. Está
en la llamada Punta de la Barca. Cerca de la Piedra de Abalar y su leyenda, y
de la iglesia de la Barca con sus torres alzadas por la fe hacia el más allá de
los azules.
Es impresionante la fuerza con que el mar rompe aquí sobre las rocas. En
el horizonte, parecen fundirse el cielo con la tierra. Pero el mar vivo,
cercano a la orilla es un peligro para los navegantes y para sus familias.
Lo visité en un día claro, en un
momento de calma. Sin embargo es posible imaginar lo que debe ser el lugar en
los días y noches de tormenta. En la tragedia de un barco a merced de las olas
gigantes que baten contra las escarpadas laderas de la costa.
El entorno de las rías, es un paisaje de una belleza difícil de
encontrar en otra parte. Sus bosques abundantes, sus prados cercanos, la visión
de la mar desde cualquier rincón, un gozo de contrastes.
Pero, en mi viaje por Galicia,
encontré, me fijé mejor-porque el viajero encuentra miles-, en otro monumento
similar. También dos piedras desunidas pero cercanas. Un monumento mucho más
cálido, mucho más humano. Podría incluso decirse que tiene vida. Lo encontré en
Vigo. Vigo es una preciosa ciudad, un espectacular balcón para gozar del mar y de los atardeceres.
Allí, cerca del puerto, en el paseo se encuentra el monumento. También
se explica por sí mismo. Tiene los trazos de la mano despiadada del vandalismo.
La educación en este país aún no ha llegado al grado de respetar lo que es de
todos. Es un monumento de agradecimiento. No está limpio, pero es nítido y
también elocuente. Es un inmenso gracias de corazón.
Cuando una vida, un corazón, se apaga, puede seguir dando vida en otra
vida. Es un monumento a los donantes y a
sus familias: “Por enseñarnos que diciendo sí a la donación, decimos sí al
mejor regalo que es la vida”.
Por supuesto, no se refiere solo a quienes donan un corazón. Pueden ser
riñones, puede ser sangre, pueden ser ojos, puede ser todo lo que tenemos y que
puede permitir que un receptor tenga mejor calidad de vida. ¡Es tanto lo que
tenemos y podemos, que ni nosotros lo sabemos!
Como digo, es un monumento a la
generosidad, el desprendimiento y el altruismo. España es uno de los países más
agradecidos y punteros en esta práctica. Es el país con mayor número de
donantes y de trasplantes. Miles de familias tienen la alegría de tener algún
familiar que vive con trasplante, incluso, gracias al órgano trasplantado.
¡Quien escribe, también! ¡Tal vez por eso me fijo en estas cosas!
Me alegró que Pontevedra erigiese este monumento a los donantes. En
muchas ciudades sólo hay una placa o una
calle en agradeciendo a los donantes de
sangre. La sangre es vida. Donarla es dar un mucho de uno mismo. ¿Quién no ha
recibido alguna vez una trasfusión sanguínea? ¿Quién no va a necesitarla alguna
vez?
Pero la generosidad no tiene límites. Se estimula la donación y el
altruismo cuando se puede comprobar que
se reconoce el gesto y se aprecia y se valora. Es así como se enseña a los
paseantes y a las nuevas generaciones a hacer algo parecido. Los monumentos son
la palabra directa de la sociedad, a los sentidos de quien los contempla. Su
razón de ser llega en el momento en que rompen el silencio del alma y dicen
algo.
También hay corazones rotos que necesitan esa palabra fuerte en forma de
esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario