CHAVAL CUÍDATE
CHAVAL,
cuídate. No te puedes permitir el lujo de ponerte enfermo. Te lo digo en serio,
ve dejando pronto de fumar, si es que todavía fumas, si es que aún puedes
pagarlo. Tómate como mucho un par de cañas. Pero de fumar, olvídate. Y del
sedentarismo, olvídate. Intenta salir a andar todos los días. Lo ideal sería la
natación, pero teniendo en cuenta que al final o te sacas bono semanal, o el
baño diario, y para esto hay que poder pagarse la piscina, habría que ir
buscando un deporte que no nos cueste el triple del precio de la copita de vino
diaria, tan buena para el corazón.
No estaría mal que saliéramos todos a correr
cada mañana, en plan Murakami en De qué hablo cuando hablo de correr, pero como
también hay que cuidarse las rodillas, los tobillos, las articulaciones en
general, tan castigadas a partir de los treinta y tantos años, y seguramente no
estás demasiado en forma, primero comencemos por andar. Se trata, en cualquier
caso, de prevenir los años más oscuros, no de crearnos más complicaciones
nuevas. Aunque nadie nos asegura que, dentro de unos años, no nos cobren
también tasas novedosas por correr, por andar o por salir a la calle. O por
respirar. O por vivir.
Básicamente,
el derecho a la sanidad pública ya no puede garantizarlo nadie. Y menos que nadie,
nuestra Constitución, que ya hemos visto cómo ha garantizado nuestro derecho a
la vivienda. Al final, cuando uno se pone a pensar en este 2013 que nos llega,
con el malage de su mala fecha y de los peores vaticinios, da la sensación de
que al final sólo vamos a tener derecho a disponer sobre nuestro propio cuerpo;
aunque cada vez más relativo, en el caso de las mujeres, gracias al ministro
Gallardón, al que también debemos una división de la Justicia entre ricos y
pobres, lo que tampoco es, que digamos, muy constitucional. Pero es lo que
sucede con la Constitución, como con la idea de España: que cada uno la usa, y
la maneja, en virtud de su último discurso, y no desde el enfoque de una
integridad a la que haya que ser fiel.
Puede
parecer una visión tenebrosa; pero quien no lo vea así, que se limpie o se
cambie las gafas, o las lentillas: porque de ir al oculista, la verdad, también
tendremos que irnos olvidando. Para quien tenga dudas al respecto, le invito a
darse un paseo por los hospitales de Madrid. O sea, que hay que ponerse en
forma, hay que ser nadadores en la propia corriente de la vida para que no nos
cubra antes de tiempo. Porque ponerse malo será el privilegio de unos pocos, y
no todos podremos pagarnos nuestra propia ambulancia. Por eso te lo digo:
chaval, cuídate. Cuídate mucho.
FUENTE:
MÁLAGA HOY
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