LAS
EXPECTATIVAS DE 2013. JAVIER BELDA
Si bien el
carácter sistémico de la actual crisis hace que sea global, en un mundo
interconectado como nunca antes, la sensación de que la historia se ha detenido
y de que todo está herido de muerte es algo típicamente occidental. Nuestro
lado del mundo, sigue obsesionado con la pretensión de homogeneizar: sus
hábitos, sus marcas, su lengua, su cultura, sus guerras o sus crisis.
Al margen de
la demagogia partidista, para el 2013 nadie espera un titular que diga “el fin
de la crisis está cerca”, más bien lo que se lleva es “esto no ha hecho más que
empezar”. Es como si el tiempo hubiera
quedado detenido en la grisura, con predicciones cada vez más decadentes. El
sistema impone una objetividad naturalizante (1).
Primero
fueron Lehman Brothers, Washington Mutual o la telefónica WorldCom, después la
lista de “titanics” en cada país se hizo interminable. Hoy el colapso continúa
con el desplome de la banca, la ruina de millones de pequeños inversores y el
incremento de la tasa de paro hasta niveles desconocidos desde la II Guerra
Mundial. Y para arreglarlo se precisa desmantelar el derecho a la salud, a la
educación, a la vivienda, a la comida, a la felicidad.
Cuando se
plantea que los problemas tienen un único camino de resolución, cuando los
sistemas dan por bueno un mundo que deja de atender a millones de personas,
cuando ya no interesa la gente y todo resulta ser un mal inevitable –que hay
que aceptar– estamos ante un sistema antihumanista, cuyos valores se han
invertido en pro del desequilibrio y la violencia sistematizada.
Rusia como
ejemplo de regeneración
En el
presente, tratar de rastrear ejemplos de “sociedades inspiradas” no es tarea
sencilla, ya que no existe ningún modelo ajeno a la violencia, en todos los
sistemas encontraremos violaciones contra los principios humanos más básicos.
Estamos todavía muy lejos de poder reconocer en el mundo algún modelo social
que tenga al ser humano como valor y preocupación central (2). Sin embargo, a
fin de avanzar, trataremos de poner una mirada que nos permita establecer
diferencias de dirección entre sistemas dominantes en el mundo.
En el vasto
territorio de gran dimensión histórica y cultural de Rusia, las respuestas ante
las crisis han tenido un carácter no tan pasivo como, por ejemplo, en la
costumbrista Europa –reconociendo sin duda cierta predisposición a ver lo
positivo en contraste con las tendencias regresivas, siempre presentes.
En la
mitología griega, Clío era la musa o diosa protectora de la historia, además de
la poesía épica. De ella toma su nombre la Cliodinámica, que con un enfoque
interdisciplinar relaciona la modelación matemática de los procesos
histórico-sociales a largo plazo, la creación, las investigaciones sobre la
evolución social, etc. Tiene su origen en la Macroosociología Histórica que
surgió en la URSS en los años 70, disciplina que se adentra en las
profundidades de la galaxia para concebir caminos futuros.
Recordemos
la crudeza del fin del mundo en Rusia. Allí un mundo terminó en 1991 dando al
traste con un siglo de proceso revolucionario bolchevique. Los promotores de la
Perestroika quedaron perplejos cuando en octubre de 1993 era cañoneando el
primer parlamento plenamente electo por sufragio universal de la historia de
Rusia. Gorbachov y otros líderes del Polit Bureau que abrieron el paso al gran
cambio no pudieron más que lamentar y reconocer: pensábamos que el pueblo ruso
tenía mayor madurez política.
“Intelectuales
demócratas”, como se llamaban, habían pedido a Yeltsin métodos pinochetistas:
la prohibición de todas las organizaciones y partidos comunistas y
nacionalistas, es decir toda la oposición, el cierre de los periódicos Den,
Soviétskaya Rossia, Literatúrnaya Rossia, Pravda y otros, y la disolución de
todos los órganos representativos e incluso el tribunal constitucional. Asistir a aquello como periodista fue una
experiencia estremecedora, escribe Rafael Poch en su artículo En la niebla de
Vasil Bykov.
La URSS
quedó fragmentada, militares corruptos levantaron las barreras de los arsenales
a la mafia para poner en circulación toda clase de armas, en ocasiones
contaminadas de radioactividad. Los ahorros de toda una vida de trabajo no
daban ni para comprar un par de zapatos y el invierno ruso era tan frío como en
los peores momentos de su historia. Sin embargo hoy, dos décadas después, Rusia
emerge como gran potencia mundial. ¿Cómo es esto posible?
Mientras
todavía duraba la burla y el escarnio occidental sobre el coloso caído, de
repente en 2011 Rusia se mostró, ante un occidente perplejo, marcando las
líneas rojas al expansionismo bélico de la OTAN en Oriente Medio. Y allí
terminaron 25 años de hegemonía imperial de EEUU –que no van a asimilar
fácilmente.
Basta echar
una ojeada a “Russia Today” para refrescar la ilusión. Observamos que el
impulso científico está en pleno auge, con infinidad de intereses,
descubrimientos, proyectos. Por poner un ejemplo: en febrero de 2012 se alcanzó
la superficie del lago Vostok, situado bajo los glaciares de la Antártida;
allí, durante cientos de miles de años, en condiciones de oscuridad total, la
vida se ha ido desarrollando según guiones completamente distintos a los de la
superficie de la Tierra. Este lago podría ser el avatar del mundo científico.
El programa
SETI de búsqueda de vida extraterrestre se mantiene vivo desde hace varias
décadas. Se está buscando por todas partes el origen, adentro y afuera de
nuestro planeta ¿Desde cuándo existimos? ¿Cómo surgió la vida? Quizá en algún
momento aparezca un descubrimiento, surja la inspiración.
También
podremos observar en las noticias el potente desarrollo tecnológico militar.
Desde un punto de vista humanista no celebramos los submarinos ni los misiles,
pero no podemos obviar otras noticias que dicen que EEUU prepara misiones en 35
países africanos para el 2013, o la guerra de baja intensidad a través medios
no convencionales, o la instigación de facciones para producir del caos
religioso a gran escala, etc. Resulta evidente la solución de EEUU a sus
problemas: producción de armas, producción de conflictos y producción de
guerras.
Sirva el
ejemplo de Rusia para poner de manifiesto que la situación no es ni
aproximadamente como se está planteando en Europa occidental y que por lo tanto
sin un mínimo de ilusión por un proyecto no hay salida a la crisis. No es con
recortes sociales que se logrará. ¿Cuál es el proyecto histórico-social europeo
en la actualidad? ¿Estar al servicio de los dictámenes del gran capital
especulador, ser los buitres en la próxima campaña bélica de EEUU?
Cooperación
mundial
“Todos
estamos en el mismo barco en un mundo global”, lo mismo China, que Rusia, que
America, que Europa, afirma el gran público “Vox populi, vox Dei”; pero no
todos estamos en la misma situación. Es justamente la disparidad de situaciones
que conviven en el planeta las que lo convierten en un punto incoherente y a
menudo contrario a la evolución. En adelante se van a requerir respuestas cada
vez más inclusivas a nivel planetario. Necesitamos comprender en qué contexto
estamos, necesitamos un futuro posible y duradero para la humanidad, un
proyecto común.
Hemos
alcanzado ya la cifra de 7 mil millones de población mundial y para el 2050
podría llegar a 100 mil millones. La economía basada en el crecimiento ha dado
con la limitación de los recursos energéticos. Aquellos países que suelen
autodenominarse “demócratas” cada vez lo son menos, sin respuesta para sus
ciudadanos más rezagados ante la presión económica; al más mínimo resbalón van
a tener que liquidar ministerios completos o incluso gobiernos en favor de los
acreedores anónimos.
Llegados a
este extremo se supone que deberíamos matarnos unos a otros en una carrera
alocada por apropiarnos de cualquier recurso; o quizá hay otra posibilidad. Una
parte del mundo, los BRICS, ha comenzando a cooperar, en lugar de agredirse,
saltando por encima de los límites, de la autocensura y del dólar. De otra parte tenemos a la
emergente Latinoamérica, cuya política social es equidistante a la que se
plantea en Europa y EEUU. Ante todo ello resulta evidente nuestra falta de
proyecto y nuestras expectativas decadentes. En tal situación, es posible que
nuestro futuro Europeo, en pocos años más, pase por la adhesión a estos nuevos
modelos.
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1:
El ser
humano por su apertura y libertad para elegir entre situaciones, diferir
respuestas e imaginar su futuro, puede también negarse a sí mismo, negar
aspectos del cuerpo, negarlo completamente como en el suicidio, o negar a
otros. Esta libertad ha permitido que algunos se apropien ilegítimamente del
todo social es decir, que nieguen la libertad y la intencionalidad de otros,
reduciéndolos a prótesis, a instrumentos de sus intenciones. Allí está la
esencia de la discriminación, siendo su metodología la violencia física,
económica, racial y religiosa. La violencia puede instaurarse y perpetuarse
gracias al manejo del aparato de regulación y control social, esto es: el
Estado. En consecuencia, la organización social requiere un tipo avanzado de
coordinación a salvo de toda concentración de poder, sea esta privada o estatal.
Cuando se pretende que la privatización de todas las áreas económicas pone a la
sociedad a salvo del poder estatal se oculta que el verdadero problema está en
el monopolio u oligopolio que traslada el poder de manos estatales a manos de
un Paraestado manejado no ya por una minoría burocrática sino por la minoría
particular que aumenta el proceso de concentración.
(Silo,
Cartas a mis amigos, 4ª carta, apartado 8. La violencia, el Estado y la
concentración de poder)
2:
En la serie
documental Faros de la Humanidad de la fundación Pangea se investigan y
difunden algunos ejemplos de lo que se ha denominado “momentos humanistas”;
caracterizados, entre otras cosas, por un rechazo de la violencia, una apertura
hacia otras culturas y por un amor al conocimiento y su avance más allá de las
verdades establecidas.
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