VERY DIFFICULT TODO
ESTO
Aprender inglés suele encabezar, año tras año, el paquete de
buenos propósitos para el año nuevo; al grito de esta vez ya sí. Es el momento
de pensar en apuntarse a una academia virtual de tarifazo real, encalomarse una
novia nativa, ver 'The Good Wife' en versión original o sacarse un billete para
trabajar de camarero en un pub lleno de eslavos cada tarde. Claro que, por lo
general, para los idus de enero ya ha cundido la tentación de procrastinar; y
antes de primavera la mayoría se rinde lamentándose de que «is very difficult
todo esto», como exclamó días atrás el presidente exhibiendo un bilingüismo
algo alejado del 'queen's english' durante uno de sus viajes internacionales
para defender 'la marca España'. Y qué mejor que ese inglés macarrónico para
retratar a este país que ocupa el furgón de cola en los rankings de inglés.
Todo un icono de la 'marca España'.
Ningún presidente ha hablado inglés. Zapatero todo lo que
pudo decir a Bertie Ahern en su primera cumbre europea fue 'beautiful day' y
Aznar cuando gobernaba, en Quintos de Mora, alcanzó a pronunciar 'mountains'
señalándole la planicie toledana a Bush. Eso demuestra que nadie les mira el
currículum para dirigir el país, pero sobre todo, que son representativos de la
nación. España fracasa en Inglés más que en Matemáticas. Y no hay riesgo de
perder esa seña de identidad. La nueva ley de Educación enfatiza más el
tribalismo ibérico, la Religión y la Educación para la Ciudadanía, otra vez a
vueltas con lo mismo, como si se tratara de una noria tirada por borricos que
no pueden ensanchar su recorrido, solo horadarlo cada vez más profundo como en
la metáfora goyesca del inmovilismo. El inglés puede esperar.
Y además donde no falla la pedagogía, falla la sociología.
Ahí está el escarnio chocarrero de esta Navidad contra Sergio Ramos por su
felicitación deseando 'Morri Crismas' en la página del Real Madrid con su
acento de Camas. Hubo que retirar el vídeo. Ese es parte del problema: donde
casi nadie habla inglés, reírse de quien trata de hacerlo. Fomentar el sentido
del ridículo es letal para progresar con los idiomas. De hecho, en todo el
planeta se habla inglés con fuerte acento local: cubanos incluso de alta
escuela como Cabrera Infante, indios como Kiran Desai, namibios como Joseph
Diescho, no se transforman en oxbridges. El acento no es el problema, aunque
Oscar Wilde ironizara que Estados Unidos tiene mucho en común con Inglaterra
excepto el idioma. Todas esas risotadas con el 'Morri Crismas' delata la dificultad
del español, por sus prejuicios, para progresar en inglés. Claro que tal vez
ahora eso se puede acabar a golpe de crisis: sí o sí, toca aprender como
salvoconducto para salir adelante. Sin más risas.
FUENTE: DIARIO SUR
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