DIVIDE Y SERÁS VENCIDO
Al margen de
las razones de unos y otros, un proceso independentista como el abierto
solemnemente por el Parlamento de Cataluña, con su aureola de epopeya, ha de
partir de una premisa ineludible: el pueblo que se supone oprimido y presto a
todos los sacrificios que va a implicar su liberación ha de movilizarse, unido,
compacto, masivo y firme, en pro del ideal.
La intentona
de Mas y Junqueras, sobre todo Junqueras, incumple flagrantemente el requisito.
La declaración soberanista (que es un desafío, sí, pero a la gramática: empieza
planteándose como objetivo "mejorar el progreso") ha sido aprobada
por diputados que, entre todos, no representan ni al 40% del censo electoral
catalán. Sí, esos parlamentarios satisfechos que se aplauden a sí mismos
suponen una mayoría amplia del Parlament, pero están lejos de hablar en nombre
de la mayoría social de su comunidad.
Con esta
fuerza autosobrevalorada, tan lejana a los independentismos que han salido
triunfantes de su lucha, han de hacer frente al rechazo de un Estado
democrático -no una potencia colonial, precisamente- que, aunque en horas
bajas, se encuentra entre los más prósperos del mundo, a la enemiga radical de
los dos partidos mayoritarios (PP y PSOE), a la oposición de sus principales
empresarios -me refiero a los de Cataluña-, al ninguneo de la Unión Europea a
la que habrán de pedir su integración partiendo de cero y a la inhibición de la
comunidad internacional, que no quiere saber nada de estas operaciones de
secesión.
En el ámbito
de la política interna catalana tampoco el balance es más exitoso. Un proceso
que, como digo, exigiría sumar para ser más fuerte y poderoso lo que ha
producido es más fracturas y divisiones. Se ha escindido la clase política
catalana, se ha partido una formación tan fundamental como el Partido de los
Socialistas de Cataluña y se ha quebrado la unidad del propio partido de Mas
con los democristianos de Duran Lleida, aunque hayan votado lo mismo.
Se podría
dar una situación paradójica: que en un hipotético referéndum -previo debate
con todas las cartas encima de la mesa- los ciudadanos catalanes votaran menos
a favor de independizarse de España que los españoles a favor de que se
independizaran. Mayormente, por hartazgo.
En fin,
Artur Mas se ha convencido de que está haciendo Historia y no se da cuenta de
que lo que está haciendo es el ridículo.
FUENTE: MÁLAGA HOY
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