DOSCIENTOS Y PICO
Este
artículo no es para todos. Este artículo es para unos pocos. Con el permiso de
lectores habituales y ocasionales, hoy me dirijo sólo a doscientos y pico.
Esto va por
ti, una de las doscientas y pico personas que -dicen- hoy intentará suicidarse
en España. Esto va por ti, una de las nueve -también dicen- lo conseguirá. Por
esas tres que -aseguran- lo harán por causas relacionadas con la crisis. Al
resto, por favor, sólo os pido vuestra complicidad, que lo hagáis llegar a
potenciales doscientos y pico y que me perdonéis si en algún momento parece que
hablo en vuestro nombre.
Vaya por
delante que tienes toda la razón. No tengo ni idea de cómo estás. Jamás me he
encontrado en tu situación, y sinceramente espero nunca tener que sentir lo que
sientes como para abandonar la vida dejando atrás tanto dolor sin respuesta,
así que perdóname si hablo desde mi más profunda ignorancia. No soy psicólogo
ni pretendo serlo, no he estudiado tu caso y seguramente si lo hiciese no
sabría qué hacer con él. Me falta formación por todos lados para poder ayudarte
de verdad.
Igual
también piensas que es muy fácil hablar desde donde estoy. Pero ahí te
equivocas, te aseguro que para mí lo fácil sería callarme, seguir escribiendo
como si no existieses y mirar para otro lado. No pienso hacerlo más, no sabes
lo que me jode y me hierve la sangre cada vez que veo que desde los medios se
convierte el suicidio en una estadística y que nadie o casi nadie se atreve a
mencionarlo por miedo al maldito efecto llamada.
Antes de que
mañana sea demasiado tarde, antes de que los demás tengamos que leer en este
mismo periódico que lo has conseguido, déjame decirte algo. Tu éxito será
nuestro fracaso. Y si aún me estás leyendo, déjame explicarte por qué.
En primer
lugar, porque te necesitamos. Necesitamos tu historia, tus razones, tu
desesperación. La desesperación, como la tristeza, como el azúcar, se disuelve
mejor cuanto más la diluyes. Ya, ya sé que eso no soluciona mucho, pero a
veces, compartir los problemas es trocearlos. Tú eres nuestra cara B, la
trastienda de nuestro consumo, lo más parecido a una colonoscopia para esta
democracia, y no podremos considerarnos una sociedad realmente saneada y
civilizada hasta que no seamos capaces de ofrecerte una alternativa a tiempo. Y
para eso, francamente, te necesitamos.
En segundo
lugar, porque igual no eres tú, y son otros. Entre las muchas causas de suicidio
están cobrando especial relevancia las económicas, y si éste es tu caso, me vas
a permitir que te avise. Tú no eres el que debería desaparecer. Son los que se
han lucrado llevando a gente como tú hasta este límite los que deberían dejar
este mundo y todos los mundos posibles. Esos, que no se han ido, que ahí están,
que quieren vendernos ahora la vacuna contra el virus que ellos mismos crearon.
No permitas que tu exceso de honestidad te lleve a hacer algo que su falta de
vergüenza jamás haría. Quién te ha dicho que su vida vale más que la tuya.
En tercer
lugar, está la gente que te quiere y te puede ayudar. Gente a la que igual ni
siquiera conoces todavía. Casualidades que se producen todos los días, y que
alguna incluso te podría arrojar algo de luz. Pero por ahí no hace falta que
siga, porque si te lo estás planteando seriamente es porque hace rato que has
dejado de tenerlo en cuenta.
Y por
último, mi argumento definitivo. Lo intentáis doscientos y pico y sólo lo
conseguís nueve. Tal como está dejando este Gobierno la sanidad, tienes muchos
números de acabar en un hospital público en vías de privatización en el que un
becario indignado te ampute la pierna sana mientras se baja tu historial del
emule, tu diagnóstico por twitter y el tratamiento por whatsapp. Y ya sólo por
eso, me lo pensaría.
Perdón, se
me descontrola el humor negro. Señal de que tengo que ir acabando.
Mira, yo
odio la autoayuda. Pero con todas mis fuerzas. Los metería a todos en la cárcel
en cuanto se declarasen autores de autoayuda. Creo que no hay nada más falaz,
mentiroso y delictivo que un tipo vendiéndote la felicidad que sólo vivirá él a
través del dinero que tú inviertas en creerle.
Sin embargo,
reconozco que de tanto en tanto una frase cursi y ñoña puede rellenar aunque sólo
sea un centímetro de vacío bajo nuestros pies. Si nada de lo que he dicho hasta
ahora ha convencido aunque sólo sea a UNO de los doscientos y pico, ahí va mi
último y desesperado intento, escuchado hace tiempo en una película:
Al final,
todo acabará bien.
Y si no
acaba bien, eso es que aún no ha llegado el final. H
FUENTE: EL
PERIÓDICO.COM
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