EL CRÉDITO QUE SE AGOTA
El Gobierno
ha recibido las pésimas noticias del paro histórico de 2012 con dos aspirinas y
un tónico. Una aspirina es la prórroga de los 400 euros mensuales a los
desempleados sin subsidio, que se irá renovando automáticamente cada seis meses
mientras la tasa de paro no baje del 20%. La otra, sectorial, ha sido la
rebaja, de 35 a 20, de las peonadas mínimas necesarias para el PER de los
trabajadores agrarios. Analgésicos para un enfermo gravísimo. No lo curarán,
tan sólo aliviarán algo el dolor.
El tónico es
puramente verbal, con toda la dificultad que los gobernantes, y los políticos
en general, tienen para que sus palabras porten un impulso reconstituyente y
antidepresivo para los gobernados. Lo ha despachado el ministro De Guindos: la
recesión se acabará este verano, ya en octubre volveremos al crecimiento. Dan
ganas de preguntarle ¿qué día y a qué hora?
Porque el
vaticinio de que ya hemos tocado fondo y que en los próximos meses fluirá el
crédito, y con el crédito la inversión y el empleo, tropieza con un obstáculo
previo: el Gobierno carece por completo de él. De crédito, quiero decir. Nadie
cree en los ministros cuando observan y pregonan brotes verdes, repuntes y
cambios de tendencia que los datos de la Encuesta de Población Activa se
encargan de desmentir con brutalidad. Una y otra vez y, lo que es peor, cada
vez con más claridad y estruendo que la anterior.
Sí, a Rajoy
se le está agotando el crédito en esta vorágine de crisis que devora
liderazgos, prestigios y confianzas a la velocidad de la luz. No ya sólo porque
haya ido triturando sus compromisos electorales uno tras otro sin excepción,
sino porque todo su guión de estadista lo escribió bajo una premisa: los
sacrificios de hoy traerán la mejora impepinable de mañana. De momento lo único
impepinable han sido los sacrificios. El mañana llegó (lleva más de un año en
la Moncloa) y lo único que está garantizado es que los españoles son más pobres
y los gobernantes están más desacreditados. El ejemplo más ilustrativo es la
reforma laboral, que haría el despido más fácil y barato y, a cambio,
facilitaría la contratación. En el año que lleva en vigor se ha despedido
mucho, y barato, y se ha contratado poco.
Hemos
entrado en el segundo año triunfal del PP con seis millones de parados a los
que se le ofrecen aspirinas y un reconstituyente de promesas y amaneceres que
resbala sobre una muchedumbre de descreídos.
FUENTE
MÁLAGA HOY
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