LA ESPAÑA DEL “MAL TIRO TE PEGUEN”
Que un gamberro
ponga en un instituto una foto del ministro Wert con dos tiros en la cabeza es
una broma de pésimo gusto sobre la que cabe pensar que quien lo ha hecho no
desea que se asesine al ministro, sino que más bien se trata de alguien corto
de luces y sobrado de mala baba que se ha dejado sugestionar por algunos
discursos incendiarios y contaminar por estrategias propagandísticas propias de
la guerrilla urbana pro etarra o de algunos grupos antisistema.
La cosa no
pasaría de ser una anécdota penosa si no se hubiera producido la desdichada
intervención de la delegada municipal de Educación, también jefa de estudios
del centro, al aludir a la libertad de expresión para justificar el hecho,
considerar normal que los profesores coloquen imágenes reivindicativas en sus
despachos o en la sala de profesores y dejar caer que no está claro que se
trate de incitación a la violencia porque "la interpretación es
libre". Ni en Arco se lleva la libertad de interpretación hasta este
extremo. En este país, por desgracia, tenemos una larga experiencia sobre
dianas humanas pegadas en las paredes.
La anécdota,
inflada por la desafortunada intervención de la delegada y el mes que se ha
tardado en retirar la fotografía, debería hacernos reflexionar sobre los
excesos verbales que se están prodigando en estos tiempos. Tanto en el
Parlamento como en las declaraciones de los políticos, tanto en los artículos
de prensa como en las tertulias, tanto en algunas manifestaciones como en la
entrega de los Goya (en la que hay que felicitarse por el ejercicio crítico de
la libertad de expresión, pero deplorar que únicamente se ejercite cuando
gobierna el PP y que lo haga de una forma tan elemental un colectivo del que
cabría esperar un uso más inteligente del humor y más fino de la ironía).
En una
reciente entrevista publicada en El País Muñoz Molina ha dicho: "Hay una
cosa en la que he pensado mucho (…): la diferencia entre el extremismo de la
élite y la gente común. Lo he estudiado respecto a la Guerra Civil. Cómo el
extremismo político está limitado a una élite muy concreta que se aprovecha de
situaciones sociales dolorosas y que crea una dinámica propia que acaba
arrastrando a la sociedad entera. (…) La irresponsabilidad de las élites las
pagan los pueblos enteros". Este país necesita más Muñoz Molina y menos
energúmenos. No dejen de leer su nuevo libro: Todo lo que era sólido.
FUENTE.
MÁLAGA HOY
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