VERGÜENZA, PERO NO SORPRESA
Éste no es
otro artículo sobre Hugo Chávez, que bastante tenemos con la que tenemos para
preocuparnos por Venezuela. Es un artículo sobre la vergüenza nacional que
supone la presencia de Bildu en las instituciones, sobre la vergüenza regional
de que tantos vascos les voten, sobre la vergüenza local de que en la
Diputación de San Sebastián haya ondeado a media asta la bandera venezolana
junto a la vasca en homenaje a quien convirtió Venezuela en un santuario
etarra. Este es un artículo sobre la vergüenza de que el diputado general de
Guipúzcoa, Martin Garitano, y el responsable para América del área de
relaciones internacionales de Sortu, Asier Altuna, hayan viajado a Caracas para
participar en los actos de homenaje a Chávez, a quien desde Sortu se ha
definido como un "incansable luchador por la integración de América
Latina, la construcción del socialismo del siglo XXI y de una sociedad más
justa y solidaria, tanto en Venezuela como a nivel internacional".
Donde no se
han puesto a media asta las banderas por las víctimas de ETA se ponen por quien
durante más de dos décadas ha dado acogida a los asesinos etarras. Hay una
lógica terrible en este hecho. Una lógica que debe agradecerse a que el
Tribunal Constitucional revocara el fallo del Supremo que, atendiendo a los
informes y peticiones de la Abogacía del Estado y el Ministerio Fiscal, anulaba
las candidaturas de Bildu.
Quedó
legalizado Bildu, vinieron las elecciones municipales y con ellas los 123
alcaldes y 1.138 concejales que obtuvieron. Lo único bueno del asunto es que ya
no se pudo seguir sosteniendo la mentira de que los apoyos filoetarras eran
minoritarios en el País Vasco. Lo políticamente correcto desde entonces es
afirmar que es preferible que la izquierda abertzale se integre en el juego
político democrático. Decir lo contrario descalifica como rencoroso, vengativo
y reaccionario.
Desde
entonces hasta ahora de poco hay que sorprenderse. Ni de que las banderas
ondeen a media asta para agradecerle a Chávez el santuario etarra de Venezuela,
ni de que una delegación de Sortu acuda a homenajear al líder de ese socialismo
del siglo XXI que, por lo visto, tiene las peores maneras del comunismo del
siglo XX. ¿O extraña a alguien que los referentes invocados por Maduro para
justificar el embalsamamiento de Chávez sean Lenin, Ho Chi Minh y Mao? Pues que
la democracia nos libre de este socialismo del siglo XXI.
FUENTE DIARIO DE CÁDIZ
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