ITALIA
El asombroso
Pepe Grillo, candidato a la primera magistratura en Italia, de reciente
aparición para la Humanidad, puede ser definido como una caricatura de la Cicciolina. O, mejor, como un grito de dignidad y
democracia auténtica de un pueblo suficientemente maduro, libre, sagaz y
prudente, capaz de sumarse a la lucha “global” por enterrar la Historia, de la
que tanto ha participado.
Tal vez a
través de él, el Mundo pueda hallar la forma incruenta, lúcida, creativa y
digna de destruir la Historia con sus aberraciones y su “síndrome de Medusa”,
superando la falsa democracia “representativa”, para abrirle espacios a la
verdadera democracia, la que todos los despiertos están ejerciendo sin delegar
su conciencia en nadie pero aterrando a quienes viven de “representar” a los
demás, ya sea ante los otros hombres o ante un dios inepto que no escucha a sus
hijos si carecen de abogado.
Al fin y al
cabo, el lúcido Marx nos legó esa auténtica expresión de liberación que tanto
admiró en su yerno Paul Lafargue, hasta el punto de nombrarlo como
representante de la Internacional en España.
El maestro
dixit: “cuando los soldados respondan a la orden de ‘firmes’, impartida por el
general, con una carcajada, se acaba la autoridad”.
Esa es la
obra potencial de Pepe Grillo, que tenemos que secundar todos, apropiándonos de
la soberanía individual que nos quieren robar los impostores, incluidos los
absolutamente indeseables funcionarios de los sionistas que controlan el Nuevo Orden
Mundial.
Como lo
intuimos y exigimos, la verdadera democracia permite la expresión libre y
arrogante de los ciudadanos, sin complejos ni subordinaciones ni prejuicios ni
miedos, así sean analfabetas o bizcos, o les guste comer tierra.
Cuando la
ruin política de los Rosthschild, representados en Italia por Mario Monti; o
cuando la de los mafiosos portentosos, representados por Silvio Berlusconi,
están totalmente desenmascaradas y casi unánimemente despreciadas, está a
nuestro alcance apurar la muerte de la Historia, en defensa de la Vida y
Pachamama.
Para superar
el período asqueroso, debemos hacerlo con métodos incruentos, solidarios y
contundentes; unidos todos contra los verdugos comunes, que acostumbran
envilecer a nuestros jóvenes y condenarnos a todos.
En vez de
ofrecerles educación, suelen convertirlos en asesinos comprándoles su grandeza
natural con platos de lentejas.
Pero ya no
estamos para caer, como el peludo primogénito, Esaú, en las astucias de Rebeca
y su adorado y perverso hijo, Jacob, posteriormente conocido como Israel.
Éste es el
apodo, famoso y mortal, del padre de los sionistas homicidas, rezanderos, reprimidos
y despiadados, que insisten en que son el ombligo indispensable y omnipotente
del Universo.
Aduciendo
dicha condición insisten, delirante y abiertamente, en precipitar el Juicio
Final, pues tal bestialidad teológica sería la real gana de su dios
inclemente.
Como puede
constatarlo, leyendo la Biblia, cualquier ser bueno y creyente que respete las
enseñanzas de Jesús, el Dios del amor, tales abusivos santones (que el Maestro
de ética en occidente, llamó fariseos y traficantes de la fe) asesinan y
despojan de sus tierras a los palestinos desde que Moisés los sacó de Egipto,
porque están convencidos de que son
gente ejemplar, digna representante del “pueblo elegido” y legítimos
propietarios de la “tierra prometida”, esa que enamoró al astuto Abraham, quien
tanto jugo le sacó a la bella Sarai.
Al fin y al
cabo, a los fanáticos del alcahuete famoso, cuya paternidad reclaman sionistas,
islamistas y cristianos, su absurdo antropocentrismo los induce a creer que
Dios hizo el Universo para ellos.
También, el
sector de los sionistas sostiene que Dios es Yahvé, el omnipotente aficionado
al perfume de la carne asada. Semejante dios hasta pretendió satisfacer sus
ansias olfativas con la carne de Isaac -hermano de Ismael, siendo éste el hijo
primogénito de Agar con Abraham.
El obediente
y ejemplar patriarca estaba dispuesto a asar a su falso primogénito, Isaac, a
quien engendró con su anciana, bella y rentable prima hermana, ya entonces
conocida como Sara. Esta potencial víctima propiciatoria fue casado con su
también bella prima, Rebeca, y con ella tuvo a Esaú y al farsante e impostor
Jacob, según dice en las Biblias que conozco.
Esa es la
ideología que representa el partido Likud de Shimon Peres y Benjamín Netanyahu;
o de los Hermanos Musulmanes; o de los cristianos de todas las sectas, incluida
la poderosa y fétida curia romana.
Estas cosas
las estamos entendiendo todos a gran velocidad, de modo que se pueden hacer
cábalas:
O los
potentados desesperados y antagónicos, pero enemigos de las mayorías, desatan
la guerra mundial que les ofrecería alguna esperanza para seguir dominándonos y
depredando y perpetuando el período caduco.
O nos
decidimos a ser dignos y dejamos de facilitarles las cosas, prohibiéndoles a
nuestros hijos que se sacrifiquen, nos traicionen y se envilezcan asesinándonos
y robándonos, por defender a los auténticos cánceres de la Vida.
Sin duda, el
dilema es interesante; algo así como ¡“Ser o no ser”!
Por fortuna,
su solución depende del 99% explotado, embrutecido, sojuzgado, envilecido; pero
jamás vencido y, ahora, bien informado, dignificado y envalentonado (o
“empoderado”).
Quizás
seamos capaces de derrotar, castigar y enterrar al 1% conformado por los viles.
Depende de cada uno.
Quien se
integre a la lucha común, global y permanente, para evitar la extinción
programada, porque resolvió recuperar su dignidad y ejercer su soberanía,
representa un aporte valioso a la masa crítica necesaria para vencer a los
criminales enemigos de todos.
Con el
concurso de quienes libremente resuelvan sumarse a las fuerzas que defienden la
Vida, de modo que están resueltos a neutralizar y castigar a quienes pretenden
extinguirla, lograremos que la derrota de los enemigos comunes se alcance más
rápido.
La
esperanza, para apurar la victoria del 99%, es que los elementos del pueblo que
han tenido que sobrevivir como lacayos al servicio de los potentados,
recapaciten y dejen de reprimir a los decentes, a quienes son su gente.
Cada uno
resuelve cuáles son los intereses que debe defender para sentir que su vida
valió la pena.
En
consecuencia, supone uno que las mayorías hallarán su divinidad en vez de
seguir al servicio de los demonios homicidas y despiadados que han dominado en
la indispensable, inevitable y asquerosa Historia.
Pero cada
uno lo resuelve consultando su conciencia, pues “tras del rostro no hay amparo
para nadie”, como dijo el poeta David Winograd, un judío paisa, me imagino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario