ITALIA. DARÍO BOTERO PÉREZ


ITALIA

El asombroso Pepe Grillo, candidato a la primera magistratura en Italia, de reciente aparición para la Humanidad, puede ser definido como  una caricatura de la Cicciolina.  O, mejor, como un grito de dignidad y democracia auténtica de un pueblo suficientemente maduro, libre, sagaz y prudente, capaz de sumarse a la lucha “global” por enterrar la Historia, de la que tanto ha participado.

Tal vez a través de él, el Mundo pueda hallar la forma incruenta, lúcida, creativa y digna de destruir la Historia con sus aberraciones y su “síndrome de Medusa”, superando la falsa democracia “representativa”, para abrirle espacios a la verdadera democracia, la que todos los despiertos están ejerciendo sin delegar su conciencia en nadie pero aterrando a quienes viven de “representar” a los demás, ya sea ante los otros hombres o ante un dios inepto que no escucha a sus hijos si carecen de abogado.


Al fin y al cabo, el lúcido Marx nos legó esa auténtica expresión de liberación que tanto admiró en su yerno Paul Lafargue, hasta el punto de nombrarlo como representante de la Internacional en España.

El maestro dixit: “cuando los soldados respondan a la orden de ‘firmes’, impartida por el general, con una carcajada, se acaba la autoridad”.

Esa es la obra potencial de Pepe Grillo, que tenemos que secundar todos, apropiándonos de la soberanía individual que nos quieren robar los impostores, incluidos los absolutamente indeseables funcionarios de los sionistas que controlan el Nuevo Orden Mundial.

Como lo intuimos y exigimos, la verdadera democracia permite la expresión libre y arrogante de los ciudadanos, sin complejos ni subordinaciones ni prejuicios ni miedos, así sean analfabetas o bizcos, o les guste comer tierra.

Cuando la ruin política de los Rosthschild, representados en Italia por Mario Monti; o cuando la de los mafiosos portentosos, representados por Silvio Berlusconi, están totalmente desenmascaradas y casi unánimemente despreciadas, está a nuestro alcance apurar la muerte de la Historia, en defensa de la Vida y Pachamama.

Para superar el período asqueroso, debemos hacerlo con métodos incruentos, solidarios y contundentes; unidos todos contra los verdugos comunes, que acostumbran envilecer a nuestros jóvenes y condenarnos a todos. 

En vez de ofrecerles educación, suelen convertirlos en asesinos comprándoles su grandeza natural con platos de lentejas.

Pero ya no estamos para caer, como el peludo primogénito, Esaú, en las astucias de Rebeca y su adorado y perverso hijo, Jacob, posteriormente conocido como Israel.

Éste es el apodo, famoso y mortal, del padre de los sionistas homicidas, rezanderos, reprimidos y despiadados, que insisten en que son el ombligo indispensable y omnipotente del Universo.



Aduciendo dicha condición insisten, delirante y abiertamente, en precipitar el Juicio Final, pues tal bestialidad teológica sería la real gana de su dios inclemente. 

Como puede constatarlo, leyendo la Biblia, cualquier ser bueno y creyente que respete las enseñanzas de Jesús, el Dios del amor, tales abusivos santones (que el Maestro de ética en occidente, llamó fariseos y traficantes de la fe) asesinan y despojan de sus tierras a los palestinos desde que Moisés los sacó de Egipto, porque están  convencidos de que son gente ejemplar, digna representante del “pueblo elegido” y legítimos propietarios de la “tierra prometida”, esa que enamoró al astuto Abraham, quien tanto jugo le sacó a la bella Sarai. 

Al fin y al cabo, a los fanáticos del alcahuete famoso, cuya paternidad reclaman sionistas, islamistas y cristianos, su absurdo antropocentrismo los induce a creer que Dios hizo el Universo para ellos. 

También, el sector de los sionistas sostiene que Dios es Yahvé, el omnipotente aficionado al perfume de la carne asada. Semejante dios hasta pretendió satisfacer sus ansias olfativas con la carne de Isaac -hermano de Ismael, siendo éste el hijo primogénito de Agar con Abraham.

El obediente y ejemplar patriarca estaba dispuesto a asar a su falso primogénito, Isaac, a quien engendró con su anciana, bella y rentable prima hermana, ya entonces conocida como Sara. Esta potencial víctima propiciatoria fue casado con su también bella prima, Rebeca, y con ella tuvo a Esaú y al farsante e impostor Jacob, según dice en las Biblias que conozco.

Esa es la ideología que representa el partido Likud de Shimon Peres y Benjamín Netanyahu; o de los Hermanos Musulmanes; o de los cristianos de todas las sectas, incluida la poderosa y fétida curia romana.

Estas cosas las estamos entendiendo todos a gran velocidad, de modo que se pueden hacer cábalas:

O los potentados desesperados y antagónicos, pero enemigos de las mayorías, desatan la guerra mundial que les ofrecería alguna esperanza para seguir dominándonos y depredando y perpetuando el período caduco.


O nos decidimos a ser dignos y dejamos de facilitarles las cosas, prohibiéndoles a nuestros hijos que se sacrifiquen, nos traicionen y se envilezcan asesinándonos y robándonos, por defender a los auténticos cánceres de la Vida.

Sin duda, el dilema es interesante; algo así como ¡“Ser o no ser”!

Por fortuna, su solución depende del 99% explotado, embrutecido, sojuzgado, envilecido; pero jamás vencido y, ahora, bien informado, dignificado y envalentonado (o “empoderado”).

Quizás seamos capaces de derrotar, castigar y enterrar al 1% conformado por los viles. Depende de cada uno. 

Quien se integre a la lucha común, global y permanente, para evitar la extinción programada, porque resolvió recuperar su dignidad y ejercer su soberanía, representa un aporte valioso a la masa crítica necesaria para vencer a los criminales enemigos de todos. 

Con el concurso de quienes libremente resuelvan sumarse a las fuerzas que defienden la Vida, de modo que están resueltos a neutralizar y castigar a quienes pretenden extinguirla, lograremos que la derrota de los enemigos comunes se alcance más rápido.

La esperanza, para apurar la victoria del 99%, es que los elementos del pueblo que han tenido que sobrevivir como lacayos al servicio de los potentados, recapaciten y dejen de reprimir a los decentes, a quienes son su gente.

Cada uno resuelve cuáles son los intereses que debe defender para sentir que su vida valió la pena.

En consecuencia, supone uno que las mayorías hallarán su divinidad en vez de seguir al servicio de los demonios homicidas y despiadados que han dominado en la indispensable, inevitable y asquerosa Historia. 

Pero cada uno lo resuelve consultando su conciencia, pues “tras del rostro no hay amparo para nadie”, como dijo el poeta David Winograd, un judío paisa, me imagino.

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