LA GUERRA MUNDIAL DE LA DEUDA
El pasado
día 18 de este mes, el Banco Internacional de Pagos (BIP) actualizó unas series
históricas sobre la deuda privada de cuarenta países. Los datos se refieren al
sector privado no financiero que incluye a las empresas, hogares e
instituciones sin ánimo de lucro y están tomados desde diferentes años de
partida según los casos y después de haber tratado de homogeneizar las
diferentes formas en que se han generado las deudas (la metodología y los datos
de todos los países en formato Excel pueden verse en BIP, Long series on credit
to private non-financial sectors).
Sorprendentemente,
estos datos han pasado muy desapercibidos en los medios de comunicación a pesar
de que son sencillamente escalofriantes y que, al menos desde mi punto de
vista, llevan a dos grandes conclusiones. La primera, que el énfasis que se
pone habitualmente en el peligro que supone la deuda pública (sin despreciarlo)
es una cortina de humo para ocultar el principal cáncer que asola a la economía
capitalista, y que es la deuda privada. Y la segunda, que este cáncer es tan
grande que hace completamente insostenible al sistema porque éste no será capaz
ni de amortizarla ni de hacerla desaparecer graciosamente.
De los datos
que proporciona el Banco Internacional de Pagos para los diferentes países se
pueden extraer resultados como los siguientes:
- La deuda
privada de Estados Unidos (cuyo PIB es de unos 16 billones de dólares) era de
24,98 billones de dólares (millones de millones) a 30 de septiembre de 2012.
Según los datos del BIP, este volumen de deuda es el doble del que había hace
tan solo nueve años.
- La deuda
de los países de la Eurozona computados era de 15,70 billones de euros (frente
a un PIB de 8,7 billones) en la misma fecha, y también se ha duplicado en los
últimos nueve años. El Reino Unido, que tiene una deuda privada total de 3,1
billones de libras (PIB de 1,4 billones), solo ha necesitado 7 años para
duplicarla.
Por otro
lado, los datos muestran que la evolución de la deuda en la inmensa mayoría de
los países presenta algunas características comunes:
- La deuda
privada en relación con el PIB ha aumentado extraordinariamente en casi todos
los países, de representar alrededor del 50% del PIB en los años 60 o 70 del
siglo pasado al 300% o incluso más de la actualidad.
- Aunque el
porcentaje que representa el crédito que proporcionan los bancos sobre el total
ha disminuido mucho a lo largo de los últimos años sigue teniendo una gran
presencia junto al que proporcionan otro tipo de entidades financieras no
bancarias.
-
Finalmente, los datos del BIP señalan que el crédito a los hogares, que
tradicionalmente era mucho más bajo que el que reciben las empresas, aumenta
mucho en los últimos años, lo que claramente refleja la pérdida continuada de
poder adquisitivo que hace que el recurso al crédito sea cada vez más necesario
en mayor número de familias de casi todos los países.
Pero, sin
duda, lo que merece una mención especial es la magnitud de la deuda que se está
acumulando que ya es materialmente impagable. Así es; no hay posibilidad
ninguna de que el sistema la absorba en la cantidad tan inmensa que ha
alcanzado. No puede haber ingresos suficientes para pagarla sin que colapse el
sistema capitalista.
Seguramente,
muchas personas pensarán que no tiene sentido que los bancos y las entidades
financieras en general sigan generando constantemente esos volúmenes tan
grandes de deuda, que como hemos visto se duplican cada 7 o 9 años, sabiendo
que no la van a cobrar nunca. Pero sí lo tiene y es muy importante conocerlo.
El secreto
consiste (como hemos explicado Vicenç Navarro y yo en nuestro libro Los años
del mundo. Las armas del terrorismo financiero, Espasa 2012) en que los bancos
crean la deuda desde la nada, simplemente realizando meras anotaciones
contables. Por tanto, no les cuesta nada generarla. Y, sin embargo, esa deuda
está asociada a los intereses (es decir, a una retribución que pagamos a los
bancos por darnos dinero que crean de la nada), de modo que los bancos siempre
tienen un retorno suficiente como para obtener beneficios impresionantes y
convertirse en los dueños del mundo sin necesidad de que se devuelva la
totalidad de la deuda que han creado. Solo les basta con emitirla sin parar.
Gracias a
los intereses, la deuda se autoalimenta: se necesita cada vez más deuda para
pagar la deuda anterior. De hecho, la inmensa mayor parte de la deuda
gigantesca que registran los datos del BIP (como la de todos los países) es
deuda que ha habido que suscribir para hacer frente a la deuda previa que han
generado los intereses que ha habido que pagar por una deuda generada por los
intereses de deudas anteriores… y así sucesivamente, formándose de ese modo la
espiral que condena a la inmensa mayoría de la humanidad al empobrecimiento.
En la
antigüedad las deudas eran uno de los orígenes de la esclavitud. Hoy día
creemos que ya está abolida pero es mentira porque la deuda sigue convirtiendo
en una especie singular de esclavos, esclavos de facto, a cientos de millones
de personas y familias en todo el mundo. La deuda les quita la libertad y los
condena de por vida, nos ata y convierte a las sociedades en verdaderas
prisiones.
La deuda es
la forma de la nueva guerra mundial que la banca libra sin haberlo declarado
contra la inmensa mayoría de la humanidad.
Hay que
acabar con eso. Hay que abolir la esclavitud de la deuda y sabemos lo que hay
que hacer para ello: principalmente, terminar con el privilegio irracional e
inmoral que permite a los bancos crear dinero de la nada cada vez que dan un
crédito. Eso es lo que los lleva, en su búsqueda constante del máximo
beneficio, a presionar de mil modos para que el modo de producir y nuestra
forma de consumir dependa total y artificialmente del crédito, que es su negocio.
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