LA REALIDAD DEMOGRÁFICA. RAFAEL /
SÁNCHEZ SAUS
Una verdad
torpemente expresada no deja de serlo, aunque sí de parecerlo, y eso es lo
ocurrido con las controvertidas declaraciones del ministro Fernández Díaz sobre
el llamado matrimonio homosexual. Nos asombra que pueda escandalizar la
apreciación de que dicha unión es de por sí estéril, y de que la radical
diferencia con el heterosexual no estriba en la calidad e intensidad de los
sentimientos que sustenta cada pareja concreta, sino en sus consecuencias
sociales. Los méritos y ventajas que todas las sociedades humanas han
reconocido al matrimonio en sus distintas formas históricas proceden
precisamente del hecho de que esa ha sido y es la vía a través de la cual se
hace posible no sólo una abstracta supervivencia de la especie, sino la
concretísima de la comunidad que los regula. A nadie tiene por qué interesarle
lo que hace feliz a su vecino, pero a todos importa que una nueva generación
venga a sustituir a la precedente y lo haga en las mejores condiciones.
Gracias a la
absurda polémica generada por quienes acostumbran a colar el mosquito y
tragarse el elefante, se ha puesto sobre el tapete, por vez primera en muchos
años, la realidad demográfica de España, algo que nos pondría los pelos de
punta si nos dignásemos concederle la mitad de atención que a las vicisitudes
de cualquier baranda o a las andanzas de princesas neumáticas. En 2011
Alejandro Macarrón publicó El suicidio demográfico de España, un libro basado
exclusivamente en estadísticas oficiales que demuestra que, con la natalidad
actual, España está destinada a envejecer y despoblarse en poco tiempo, puesto
que ya existe un déficit de nueve millones de personas menores de 30 años para
conseguir una pirámide poblacional equilibrada. Las consecuencias, que ya
tenemos a la vista, serán el empobrecimiento colectivo y una generación joven
insuficiente y sometida a cargas asfixiantes.
La solución
sólo puede venir de la promoción de la familia fértil, cuya única base es el
matrimonio sin adjetivos. No el futuro de la especie, ni siquiera el de la
nación, el de esta concreta y vapuleada generación es el que está en juego en
medio de la tradicional indiferencia del español hacia todo lo importante. Que
un irresponsable como Zapatero despreciara a la familia y la erosionara con sus
políticas insensatas, no sorprendía. Pero, también en esto, ¿a qué juega el PP?
FUENTE:
GRUPO JOLY
No existe,ni de lejos,una verdadera mentalidad natalista,CON DINERO O SIN ÉL.Y eso no es como pedir una pizza de cuatro quesos sin tomate con orégano.Ahora mismo toca resignarse.
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