Y NO SE
BAJAN DEL BURRO
Lo más
sensato habría sido plegar velas, pero eso requiere humildad y sosiego. Después
de dos meses de calentamiento del ambiente para hacer del 28-F de 2013 una
reedición del 28-F de 1980, una jornada reivindicativa y aun subversiva frente
al centralismo recortador de derechos y negacionista de la autonomía andaluza,
los dos partidos de la izquierda gobernante en Andalucía recolectaron una magra
cosecha. Pero no se bajan del burro.
A ver: las
grandes movilizaciones previstas quedaron reducidas a pequeñas manifestaciones
que no lograron reunir ni a la suma de los militantes andaluces del PSOE e IU
ni, menos aún, al conjunto de afiliados a los dos sindicatos mayoritarios a los
que se asignó el papel de vanguardia de la protesta cívica contra el Gobierno
de Rajoy.
Un fracaso
objetivo, pues, nacido de dos errores concatenados. Uno, ignorar que desde hace
muchísimos años el 28-F, el Día de Andalucía, es una fecha festiva para la inmensa
mayoría, de ocio y descanso familiar, algo que no se cambia a base de
consignas. Otro, pretender que los recortes y ajustes de Rajoy, que imponen
sacrificios a todas las comunidades autónomas, son un ataque específico a
Andalucía que pone en riesgo su autogobierno.
Esa
mercancía, sencillamente, no cuela. Andalucía no se levantó el jueves pasado
porque no ha visto que peligre su autonomía, y porque si hubiera tenido
voluntad y fuerza para convertir su malestar y su indignación -indudables, no
hay más que escuchar- en sublevación callejera, habría dirigido su ira contra
todos los gobernantes, los de Madrid y los de Sevilla (la parte más notable de
los cuales lleva mandando aquí treinta y un años ininterrumpidos).
Ante esta
situación se imponía la autocrítica y la reflexión: los andaluces no los han
seguido en su tramposa estrategia. Lejos de ello, el vicepresidente de la
Junta, Diego Valderas, insiste en cabalgar a galope de la sublevación
frustrada. Ahora propone que si Montoro intenta imponer nuevos recortes para
reducir el déficit público insuficientemente controlado en 2012 la Junta
organice una consulta popular entre los andaluces. Hombre, Diego, por el amor
de Dios -con perdón-, ¿de qué sirve preguntar a los andaluces si quieren que
bajen los gastos sociales y/o suban los impuestos? La respuesta sería,
claramente, que no quieren. Luego hacer la pregunta es perder el tiempo.
En vez de
reflexión y autocrítica, Valderas reincide con un referéndum superfluo.
FUENTE:
GRUPO JOLY
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