ARMA DE FUTURO
Hace tiempo
que, supongo como respuesta ante tanta crisis y malestar público, escucho muy
habitualmente, sea en las versiones tanto de Serrat como de Paco Ibañez, la
musicalización del poema de Gabriel Celaya La poesía es un arma cargada de
futuro como un canto de esperanza y futuro ante la incertidumbre que nos acecha.
"Cuando ya nada se espera personalmente exaltante…", comienza el
poema, que es todo un grito de reivindicación del papel que la poesía, lo
podemos aplicar a todas las artes, debe tener en una sociedad libre. El citado
poema fue en su día todo un manifiesto de la llamada "poesía social",
un movimiento poético capitaneado por Celaya, Blas de Otero y José Hierro que
constituía una reacción ante el controlado panorama cultural franquista y que
exigía un compromiso social y político a intelectuales y artistas con el fin de
perseguir el logro de una sociedad más justa.
Con la
democracia esta corriente poética fue sustituida por otras y los poetas,
tristemente olvidados en su mayoría. Se creía haber pasado esa época en la que
el arte tenía que enfrentarse al poder político. Pero no era así. Hoy leo un
artículo del crítico y profesor Morales Lomas sobre la figura de Gabriel Celaya
y compruebo como no soy el único que, en estos tiempos, vuelve la mirada a
aquellos poetas: el año pasado más de sesenta escritores andaluces firmaron el
Manifiesto de Antequera, en el que se pretendía dar una respuesta intelectual a
los desafíos de la sociedad contemporánea defendiendo la dimensión utópica de
la cultura como forma de preservar la sociedad del bienestar, en la que la
cultura y la educación son derechos inalienables de los ciudadanos.
Por edad he
sido una víctima más de la LOGSE, lo que quiere decir que mi cultura posee unas
lagunas importantísimas y es, en buena medida, autodidacta. En la actualidad,
ya como profesor, veo cómo se va arrinconado, cada vez más, la enseñanza de las
humanidades, tanto en la educación secundaria como en la propia universidad,
pues existe la creencia generalizada en nuestra sociedad de que los estudios
deben ir encaminados a favorecer la inserción laboral y la posterior
productividad. Sin embargo, obviamos la misión fundamental de la educación, que
es la de formar ciudadanos, y para lo que la transmisión de la cultura y el
aprecio a las artes es algo fundamental. La poesía, la cultura, es el arma con
la que debemos afrontar el futuro.
MÁLAGA HOY
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