EDUARDO GALEANO
Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un
año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay
los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.”
Eduardo Galeano es uno de esos hombres imprescindibles de los que
habla Bertold Brech. Intelectual capaz de arremangarse la camisa, voz de los
que apenas son escuchados, referente de la hoy vilipendiada izquierda, luchador
incansable de la libertad y la democracia...difícil sería resumir en una frase
el trabajo de toda una vida. Más aun lo sería catalogar su obra.
Galeano murió el pasado 13 de abril. La primavera tiene estas cosas, a
veces nos trae vientos de libertad, aire de multitudes que celebran la alegría
de la revolución con el voto o el miliciano, y otras se lleva a quien les
regala la palabra y la serena reflexión. El autor, periodista, novelista e
historiador fue comparado con Faulkner, Dos Passos. Muy influenciado por la
española generación del 27, su compromiso con los de abajo y especialmente con
Latinoamerica, le han convertido en un nombre reverenciado tanto por aquellos
que tienen en la lucha política y social su horizonte diario, como por los
enamorados de la voz literaria.
Decía Galeano que “la rebeldía es un acto que proviene del amor”. Y es
que sólo el amor a tus semejantes puede provocar la indignación y el deseo
intenso de cambio necesarios para empuñar la desobediencia. La palabra rebeldía
no debe ser sustraída a los pueblos cuya única esperanza está en el
levantamiento frente a la dura realidad de un mundo que se niega a ser patria
de todos. En una de sus últimas entrevistas, a propósito de la manipulación de
las palabras comentó: el imperio se llama globalización, a las víctimas del
imperialismo se les llama “países en vías de desarrollo” y al sistema que en mi
juventud llamábamos capitalismo se le llama hoy “economía de mercado”. Alguna
vez me he planteado ayudar, aunque sólo sea un poquito, escribiendo como
escribo, a recuperar el sentido verdadero de las palabras, a recuperar la capacidad
de hermosura que cada palabra contiene y el verdadero nombre de cada cosa, como
decía el poeta Salvador Espriú. Pero no son sólo las palabras. Hay también una
suerte de carnicería de valores. Valores morales que provienen de tradiciones
lindas, que son el resultado de larguísimos combates por la dignidad humana y
que hoy están sufriendo una crisis muy grave.”
Hagamos por él lo que él mismo dijo de Gabo al enterarse de su muerte:
beber “más de una copa a la salud del saludable Gabo para reirnos juntos,
porque vivo seguirá mientras sus palabras vivan y rían y digan”...
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