(Poema Sinfónico)
No hay túnel que dure cien años, mi vida.
Mira cómo se arruga la tiniebla, la procesión de pálidas, se desbarranca, los funcionarios inauguran ruinas. Y vos y yo fundamos aires buenos. Dónde estará la plata de mi río, sólo barro y olitas de minué.
En los camalotes cantan las sirenas, pero Ulises camionero no las oye, sólo escucha la radio. Llueve liquen en los decrépitos televisores, buenas noches a todos, mariposas y difuntos. Transmiten en cadena las cadenas. El cemento se cansa de ser cobija de la pampa. Por los baches asoma la luz mala, resucitan cardos y maíces, abran paso a las luciérnagas curiosas que verán. Viento Sur, olor a transparencia, silbo de la calandria, madrecita cantora del primer rayo de la aurora. La sopa de los pobres llega al centro, y su vapor al reino de los cielos. Ventolina que barre tormentas, lavadero del alma, nos deja serenitos, reciclando la pena en vasto amor. Silbo de la calandria, y vidalita de esperanza. Darle cuerda al amanecer, empujar un poco al sol, al buen día meterlo en casa. Silba la calandria y nos sorprende en vela, a muchados, con ganas de seguir. Estación claridad, vamos llegando.
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