MODERNISMO Y SOCIEDAD
Los poetas modernistas, aquéllos que buscaban y pregonaban a los cuatro vientos una España distinta a la de bandoleros, toros y olés, soñaban con una sociedad dominada por la libertad, la cultura y el gusto por la belleza. Si Rubén Darío, poeta modernista por excelencia, levantara la cabeza, volvería a su tumba con los «fúnebres racimos» de «Lo fatal».
Don Antonio Machado, mientras tanto perdido por tierras de Castilla, promulgaba una España diferente por la que había que «pasar haciendo caminos» para alcanzar la plenitud individual. Y es que la España en que nos ha tocado vivir discrepa de los ideales propuestos por el Modernismo.
Rubén Darío detestaba la vida y el tiempo en que nació. Desde su Nicaragua natal, soñaba con la unificación iberoamericana para revalidar la cultura hispánica, y así, luchar contra los ingentes y genuinos EE.UU. Hoy quiero pensar que los tengo delante y hablarles de mi España, dominada por la sinrazón, la incultura, el Gran Hermano, la chica que se convierte en periodista ¿por acostarse con un torero?, las pruebas de diagnóstico, para diagnosticar lo enferma que está mi sociedad y ponerle un tratamiento adecuado.
Hoy estoy optimista y quiero pensar que ese tratamiento lo puede curar la cultura, el despertar el gusto por el arte, la belleza o, simplemente como promulgaban los parnasianistas franceses, fomentar «el arte por el arte» (desde el Monte Parnaso, allá en la Antigua Grecia, donde se encontraban las Musas inspiradoras).
Hoy no dejo de pensar en qué angustia acompañó a la poetisa posmodernista argentina, Alfonsina Storni («Alfonsina y el mar»).
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