SOBRE EL COPAGO. ANTONI BARBARÁ MOLINA


EL EURO POR RECETE Y EL RECOPAGO

Algunas reflexiones desde de la óptica de un ciudadano "dempeus", profesional de la salud

¿Que es más eficiente la cicuta o el cianuro? ¿Y si se usan las dos? 
Ya están aquí las primeras evaluaciones tópicas de eficacia económica en lo referente a las recientes agresiones y penalizaciones al acceso de medicamentos (ver y leer al final del post) . Se habla y escribe de ello con toda la naturalidad, en términos  de venta, recaudación, disuasión, ahorro, o flujos de mercado.  Ni siquiera se contemplan las repercusiones en salud, sanidad, dolor, enfermedad y muerte. Un verdadero insulto a la democracia y a los derechos sociales.¿Que adelgaza más?  Eliminar  el primer plato, o el segundo?,  ¿Y si eliminamos los dos, y de paso los postres? ¿Y eliminarles la cartilla de racionamiento? ¿Y si vendemos el comedor a una franquicia…, o lo cerramos y mandamos los de la cola a Cáritas ? En definitiva HAMBRE y más hambre para los hambrientos...  


¿Qué es lo mejor de los REpagos, el efecto disuasorio o el recaudatorio, … o los dos juntos?  Y además el plus de la sumisión y resignación de una ciudadanía atemorizada y doblegada a nuevas penalidades… autoinculpada y rendida a la “lógica” de la crisis y de su estafa. ¿Que significa para los gobiernos y los estudiosos de ESADE, o las Faes/fundaciones neoliberales y mercantiles,  el “éxito” de financiar, (que no es igual a vender), cada vez menos en medicamentos?  ¿Lo medimos en euros de “gasto” público que se ahorra el erario, o en beneficios a privados?, ¿o lo medimos como nosotros proponemos en salud pública, en bienestar y en eficiencia sanitaria?¿Que significa eso celebrar que los fármacos, una vez prescritos por facultativos del sistema público de salud, en receta oficial, no se retiren de las boticas de farmacia? ¿Aplaudimos la omisión de cumplimiento y el uso terapéutico ordenado por el médico?  ¿O es que resulta aceptable que los gobiernos (esos que dicen “ que pagan ellos” cuando el dinero es nuestro y ellos se limitarían a administrar, muy mal por cierto) animen a desatender las recomendaciones de medicación e incumplirlas, a cuenta y riesgo del enferm@ rebelde, o simplemente pobre? ...

¿Se puede tolerar que el abuso de prescripción, a manos de la muy evidente presión de la industria farmacéutica, esa que tiene las manos libres para toda propaganda y promoción que apetezca, suponga el castigo, la penalización final, para aquellas personas con más y mayores necesidades de medicación: léase mayores, jubilados, pensionistas, discapacitad@s y personas con enfermedades crónicas?¿Se puede aceptar como normal, consecuente y civilizado que los profesionales sanitarios que prescriben, médic@s, enfermer@s, y equipos de salud, puedan acatar dócilmente que su orden terapéutica sea contraordenada o laminada por la imposición de una tasa o un REpago económico que dificulta o puede impide su acceso real? . ¿Y que el objetivo explícito de esa tasa, carga o penalización sea precisamente “disuadir” de la compra de esas recetas, órdenes?¿Quién y donde se van a contabilizar las muertes, la enfermedad y el dolor que van a provocar- con absoluta certeza- esas faltas de tratamiento? ¿Vamos a secundar sus  planes, abdicando del derecho que nos asiste a ser tratados para nuestra salud? 

De todas - todas, y llegados a este punto, una recomendación en mayúsculas: ¡Que nadie prescinda bajo su responsabilidad, o producto de su indignación,  del uso de la medicación que realmente necesita y le ha sido prescrita! Debemos luchar, debemos resistir, debemos  acabar ganando la partida a esas políticas criminales, y para eso debemos estar viv@s y activ@s...   Pretenden que caigamos en la trampa perversa y la vergüenza de confundir el abuso y mal uso que se puede dar en un sistema sanitario universal y público como el que hemos tenido hasta aquí, con la necesidad del castigo general y la bondad de sus repagos y recortes.  Somos muchas las entidades progresistas y científicas del ámbito de la salud que hemos venimos denunciando, por exceso ( intencionadamente rentable para  intereses de mercado) la biomedicalización,  abusivo curativismo mecanicista, el hospitalocentrismo  y en definitiva biomedicamentalización, para animar a su corrección, que no para el presente recorte economicista y la des-financiación culpable del sistema público y universal.Intentan rentabilizar el discurso corrosivo de culpabilizar a los pacientes del uso/mal uso de la medicación que les ha sido prescrita precisamente por su médic@ del sistema público.  Insisten: “Nos recetan demasiado, vamos demasiado al médico, abusamos (más los “otros”, por supuesto) del sistema, o el vivimos y nos medicamos por encima de nuestras posibilidades“ Es la letanía permanente de los gobiernos neoliberales y mercantilistas a ultranza… 

Son erróneas y lamentables percepciones populares que instrumentalizan como argumento “común” para recortar más y peor: Para eliminar de la financiación pública medicamentos de uso habitual (ellos dicen ahora “de escasa o dudosa eficacia”, ergo que pintaban ahí ?);  para su escaso apoyo al uso razonado (que no razonable) y explicado de los medicamentos;  para una culpable desafección al uso y promoción de genéricos;  para imponer tasas violentas como la del “euro por receta” a fin de recaudar y castigar en alguna/s comunidad/es, y del coREpago porcentual por orden Mato/ministerial;  para usar las oficinas de farmacia como ventanillas de cobro de tasas e impuestos distorsionando así la labor sanitaria del profesional de farmacia que es un agente más del equipo de salud;  para situar a las farmacias en el límite de su sostenibilidad a base de retrasos en el abono y de demoras de meses en el pago de sus expediciones… o  soportar las pequeñas boticas, o cerrar.  Nada que ayude realmente a prescribir bien (y “des-prescribir” a veces), bien y siempre bajo criterio médico y tras una concienzuda valoración: necesidad/ indicación/ beneficio- riesgo/  precio/ dosis/ duración/ control y seguimiento.   Nada para impedir la intoxicación mediática y la plena tolerancia mercantil de fármacos de “publicitarios- libre acceso de mercado”, o la aparición y uso de pretendidos nuevos fármacos (a menudo falsas novedades o falsas nuevas indicaciones de indicación) con las menores exigencias de ensayo y precaución de toda la U.E. –  recordar aquí que con apenas 450 principios activos se cubriría todo el espectro de necesidades terapéuticas- ,  total impunidad y vía libre para una ristra de falsos medicamentos autoetiquetados como “naturales” y denominados realmente como “milagro” y que no son sino fraudes esotéricos y chapuceros de la ley, al amparo de determinadas corrientes críticas    ( por otra parte en ocasiones justificadas y bien construidas) con/contra la farmacología convencional.  Es imprescindible denunciar también aquí, con toda transparencia que los efectos indeseados, secundarios, o interacciones, del uso de la medicación suponen la cuarta causa de muerte en las estadísticas, solo precedidas por el Infarto de miocardio, el ictus cerebral, y el cáncer. Pero en el otro platillo de la balanza, la cantidad de curaciones y resoluciones vitales que aporta la medicación correcta y bien usada es no mesurable,  incuestionable y suponen un verdadero avance objetivo en salud. 

La posición que sostengo y en que abundamos es nítida: Prevalencia de criterios del   “Primum non noccere”, o “lo primero no hacer daño”, y la de prescribir “todos los medicamentos necesarios, y ni uno de más”, como hemos venido reivindicado en Dempeus, junto con tantas otras organizaciones, desde siempre.  El gran secreto a voces de un uso correcto y una prescripción justa es bien conocido: Promoción de la salud, y de intervención positiva en todos sus determinantes sociales, (trabajo, vivienda, alimentación, medio, cultura, … lucha contra las desigualdades), prevención primaria, mejora de las condiciones, los recursos, las atenciones, y el tiempo de relación/atención entre equipo sanitario/médic@ - y paciente/usuario, fundamentalmente en la Atención Primaria. En cambio los gobiernos neoliberales siguen ignorando todas esas orientaciones perfectamente  contrastadas y documentadas (OMS incluida).  Se constata un desprecio impune del criterio científico terapéutico, una omisión nada neutral y  sorprendentemente acatada y asumida sin apenas respuesta, ni protesta, por parte del colectivo de profesionales, tan celoso y activo, él, en otras ocasiones en aras a una supuesta independencia y autonomía.  Apenas alguna voz escasa (y silenciada en los medias) denuncia desde argumentos de salud, deontológicos y científicos esta brutal regresión sanitaria que son los CoRepagos.  Los colegios profesionales, y tantas otras respetadas e ilustres academias, asociaciones y  organizaciones científicas del sector salud en su acepción más amplia, guardan un sospecho silencio o pasividad sumisa ante  esta agresión en toda línea. Tanto en la aceptación descrita en este apartado como en otras muchas, ya sea en forma de decretos autonómicos o inclusive en Leyes Generales, como el vergonzante y acientífico Decreto Ley de PP/Sanidad 16/12 en que se propone llanamente y simplemente liquidar el Sistema Nacional de Salud. ¿A que esperan profesionales, ciudadan@s, gentes diversas, todavía para denunciar?  Desde Dempeus per la Salut Pública llamamos a las conciencias, a su dignidad, a su profesionalidad, a su solidaridad, a su humanidad.  Es hora promover un gran movimiento que confluya para contra-argumentar, hora de llamar a la objeción debida, para proponer la legítima defensa. Mejor aún, más claro, más contundente, más honesto,  hora inaplazable de proponer ¡LA INSUMISIÓN cívica y democrática! ¡Salud !

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