NO MENTIR NO ES SUFICIENTE
Estoy
convencido de que hay políticos, muchos, honestos. Unos porque tuvieron
oportunidad de no serlo y prefirieron dejar pasar el tren de la corruptela
fácil; otros, porque ni siquiera tuvieron la oportunidad o no la buscaron. Y es
cierto, por supuesto, que hay políticos, muchos también, corruptos, instalados
en esa línea difusa de lo público y privado y de la caja única en la que meter
la mano para enriquecerse o simplemente para vivir bien. Nos guste o no, la
corrupción se ha inoculado en el sistema hasta infectar cada nervio y neurona,
con el riesgo cada vez más evidente de transformarse en una metástasis terminal
de resultados impredecibles para nuestro modelo de convivencia.
Y lo peor de
todo es que la capacidad de sorpresa de los ciudadanos sigue sin agotarse
porque, aunque parezca imposible, el descaro y el envilecimiento de algunos
supera límites inimaginables y hace pensar que este país ha sido durante muchos
años, no sabemos cuántos -es lo triste- un mercado de mangantes cobijados en el
cargo público que se han llevado el dinero a espuertas en un ejercicio de
prostitución política. La década de la abundancia, desde aquella triste frase
de que España era el país del pelotazo, fue para muchos, visto lo visto para
muchísimos, una orgía del cohecho, el robo y la prevaricación de la que no se
salvó ninguna de las instituciones del Estado.
Pero hoy,
cuando las evidencias y las sospechas hacen pensar que todo está podrido hasta
la médula, es cuando se requiere más que nunca recuperar el sentido de Estado,
la responsabilidad y la calma si no queremos que España quede a la deriva y a
merced de la desconfianza, el descrédito y el bochorno. Pero para ello es
preciso que los líderes políticos demuestren, si es así, que de verdad no están
hasta el cuello de podredumbre. No hay por qué pensar que el presidente Rajoy
mintió ayer, pero si dijo la verdad debería empezar por ser implacable con
aquellos de su Gobierno y de su partido que han sido o son corruptos, mucho o
poco, despejar con decisión cualquier duda y dar ejemplo caiga quien caiga, sean
miembros de su equipo, sean sus amigos o sean lo que sean. De lo contrario
empezaremos a pensar con razón que detrás de su palabra no queda más que el
vacío y el engaño. Y será entonces cuando sólo le quedará marcharse.
FUENTE: DIARIO SUR
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