LA AGONÍA DE LOS DOS PARTIDOS
“O soy
gilipollas, o no me entero de nada, pero te juro que no he visto un sobre ni pago
en negro en mi vida”. Lleva 10 años en cargos de dirección del PP y lo asegura
con firmeza, con un cierto tono de tristeza por lo que considera maledicencia.
Y lo afirma también con rabia. Lleva una década en la formación, pero ni tiene
patrimonio ni llega sin problemas a fin de mes.
El caso
Bárcenas ha provocado una preocupación importante en el PP, una decepción
generalizada y, lo que es más grave desde el punto de vista político, fuertes
tensiones internas. Solapadas muchas de ellas, no se visualizan y en ocasiones
incluso no se expresan por respeto a Rajoy y a Cospedal, pero están ahí y se
perciben a nada que se pregunte, se intente analizar los estados de ánimo o se
hurgue en las heridas.
Al presidente se le recrimina que hace dos años, cuando
en las investigaciones de la Gürtel salió el nombre de Bárcenas, no se le
pidiera que abandonara la Tesorería del partido hasta que se aclarara la
situación. Mantenerlo en el cargo fue un error monumental que advirtió desde el
primer momento María Dolores de Cospedal, que abogaba por la dimisión, pero
Rajoy se mantuvo en sus trece, haciendo buena la idea de que «es como es y no
le gusta precipitarse». No se precipitó, efectivamente, a pesar de que las
pruebas de irregularidades eran cada vez más contundentes, y la no
precipitación está llevando al PP al precipicio, como dice uno de los
históricos del partido.
A Cospedal
se le reprocha que no haya estudiado a fondo el hecho. Inventó una fórmula de
relación laboral que no existe y ha dejado en una situación muy delicada a
Carlos Floriano, que salió a la palestra para decir lo que le habían indicado
que debía decir, tragándose un marrón, como se dice vulgarmente, que no le
correspondía.
Hoy, los
reproches se multiplican y por respeto a quien es presidente de Gobierno se
cargan las tintas contra Cospedal, que atraviesa el momento más bajo de su
aceptación. Se vuelve a insistir en que no se pueden compaginar dos cargos de
responsabilidad como la Secretaría general con la Presidencia del Ejecutivo
manchego, porque son dos puestos que se deben ejercer con plena dedicación, y
se vuelve a insistir en que Cospedal pone excesivo interés en segar la hierba a
los dirigentes del PP con los que no tiene buena sintonía en lugar de sumar.
Críticas probablemente injustas, pero en momentos de incertidumbre sale lo peor
de cada casa.
Más
sufrimiento.
El PP
prepara la demanda contra Bárcenas, la estudia uno de los profesionales del
Derecho más serios de Madrid, Adolfo Prego; el archivo supondría un golpe,
quizá mortal, para el actual equipo popular. Por otra parte, la tesorera Carmen
Navarro ha llegado a conclusiones tranquilizadoras: no falta ni un solo euro de
la caja del partido, lo que significa que la fortuna de Bárcenas depositada en
cuentas extranjeras no procede de la calle Génova.
Al PP aún le
queda un tiempo de sufrimiento por delante. Pero en la sede central, y en
Moncloa, se tiene la sensación de que el temporal irá amainando.
En el PSOE la situación es muy distinta. Hace
meses que se cuestiona la manera de trabajar de Rubalcaba en la Secretaría
general, y ya no es noticia que distintos sectores del partido querían que se
celebrara un congreso extraordinario para elegir un nuevo dirigente y una nueva
ejecutiva. Ni convence Rubalcaba ni convence su equipo más cercano.
A esa
situación incómoda para cualquier partido se ha sumado el grave problema
provocado por un PSC, que mantiene una posición respecto a la política catalana
que difiere de los principios de Ferraz.
La
comunicación entre Rubalcaba y Pere Navarro es constante y fluida. O más bien
era. Hoy, el diálogo entre socialistas y PSC está roto, y la primera víctima ha
sido Carme Chacón, que podría ser obligada a abandonar sus filas por ser
contraria a la consulta. En ese caso, seguramente sería repescada por un PSOE
en el que incluso Rubalcaba le haría un hueco.
Cada vez son
más fuertes las voces progresistas que claman por la ruptura, lo que colocaría
en una situación no deseada a los dos partidos: acudir a las elecciones
autonómicas, municipales y generales con dos listas, lo que evidentemente
perjudicaría a las dos fuerzas.
Ni en el PP
ni en el PSOE se han escrito los últimos capítulos ni se ha pronunciado la
última palabra. Esperan que el temporal amaine.
FUENTE:
MÁLAGA HOY
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