ISADORA
1916-Buenos Aires
Descalza,
desnuda, apenas envuelta en la bandera argentina, Isadora Duncan baila el himno
nacional.
Una noche comete esa osadía, en un café
de estudiantes de Buenos Aires y a la mañana siguiente todo el mundo lo sabe:
el empresario rompe el contrato, las buenas familias devuelven sus entradas al
Teatro Colón y la prensa exige la expulsión inmediata de esta pecadora
norteamericana que ha venido a la Argentina a mancillar los símbolos patrios.
Isadora no entiende nada. Ningún francés
protestó cuando ella bailó la Marsellesa con un chal rojo por todo vestido. Si
se puede bailar una emoción, si se puede bailar una idea, ¿por qué no se puede
bailar un himno?
La libertad ofende. Mujer de ojos
brillantes, Isadora es enemiga declarada de la escuela tradicional, el
matrimonio, la danza clásica, y de todo lo que enjaule al viento. Ella baila
porque bailando goza, y baila lo que quiere, cuando quiere y como quiere, y las
orquestas callan ante la música que nace de su cuerpo.
Memoria del Fuego III: El siglo del
viento