HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO
En mi opinión, y teniendo en cuenta el cambio que suponía, creo que se merece una nota muy buena puesto que fue una Transición pacífica y positiva para todos los estamentos del Estado y sobre todo para la sociedad en general.
Una vez dicho esto, creo que “hasta aquí hemos llegado”, no podemos seguir considerando la Constitución de 1978 como algo intocable, no podemos seguir considerando las instituciones como algo inalterable, no podemos mantener una monarquía que hoy en día carece de sentido, debemos caminar hacia una segunda Transición.
Debemos “meterle mano” a la Constitución de una vez, no podemos consentir que en una sociedad moderna y progresista como la actual nos siga lastrando una Norma Fundamental anquilosada y caduca.
En primer lugar debería promoverse un debate nacional sobre la continuidad de la Monarquía, a mi juicio, dicha institución tuvo mucha importancia para este país en su momento, sobre todo en las relaciones internacionales, pero hoy en día no es justificable su continuidad. No se trata de guillotinar a nadie, sino de decidir si la Monarquía debe seguir al frente del Estado o no. Alguien puede explicar con un mínimo de dignidad y sin ponerse colorado porqué una mujer no puede ser Reina si tiene la “desgracia” de tener un hermano varón menor. Nos llenamos la boca defendiendo la igualdad de género, la paridad, creando hasta un Ministerio de Igualdad (manda huevos), y no tenemos la dignidad suficiente para imponerle a una Institución a la que mantenemos entre todos, que en la sucesión en el trono jamás puede prevalecer el varón a la mujer en caso de encontrarse en el mismo grado de parentesco.
En segundo lugar, debería revisarse la ley electoral, puesto que las facturas de la Transición se vienen pagando desde aquél entonces, legislatura a legislatura, no es posible que en España pesen más unos votos que otros, no es posible que 300.000 votos de un partido nacionalista catalán, canario, andaluz, o de cualquier región española obtengan mayor representación parlamentaria que un millón de votos repartidos por todo el territorio nacional, puesto que eso no es una verdadera democracia, eso es un engaño y una estafa, hasta que no se modifique la ley electoral y se imponga un verdadero sufragio universal, libre, igual directo y secreto, la democracia seguirá secuestrada por los votos de una minoría a la que únicamente les preocupa el interés particular de unos pocos.
En tercer lugar, debería declararse la laicidad del estado de una vez por todas y dejarse de medias tintas con lo del “estado aconfesional”, caminemos hacia una verdadera separación entre iglesia y estado, vuelvo a decir lo mismo, no hace falta guillotinar a nadie, tratemos a la iglesia como una organización no gubernamental más, dejémonos ya de mentiras, que reciban las subvenciones que merezcan por la labor social que realicen y por el mantenimiento del patrimonio cultural. Apartemos de una vez la moral religiosa del estado, rompamos de una vez esa unión, que la iglesia gobierne sus instituciones y que deje de meter las narices en cuestiones que para nada le incumben, ¿acaso ellos permiten que el estado se entrometa en sus tradiciones?. En la última visita del Papa, hubo una imagen que a pesar de esperarla, no deja de impactarme, la única presencia femenina en el altar dispuesto en la Plaza del Obradoiro era la Princesa Leticia, y no era poca la cantidad de gente existente, más de cien personas, lamentable.
Ya han pasado 35 años de la muerte del dictador, se ha cambiado de forma de estado, hemos tenido cinco presidentes de gobierno, la sociedad ha evolucionado, España no es lo que era a finales de los años 70, ni económica ni cultural ni socialmente, hemos evolucionado, y debemos seguir mejorando y evolucionando, ya no somos la democracia inmadura de los años 80, caminemos hacia una segunda Transición, pacífica, consensuada, progresista.
Lo que fue bueno en el pasado no tiene porqué serlo hoy en día, si la sociedad evoluciona, también han de evolucionar las normas que nos rigen, y más aún la norma fundamental del Estado.
Hace unos días se cumplieron 35 años de la muerte del General Franco, Caudillo que gobernó los designios del Estado durante otra larga y penosa treintena de años. Tras la muerte del dictador, se puso en marcha lo que hoy denominamos “Transición”, básicamente convertir una dictadura en una democracia.
En mi opinión, y teniendo en cuenta el cambio que suponía, creo que se merece una nota muy buena puesto que fue una Transición pacífica y positiva para todos los estamentos del Estado y sobre todo para la sociedad en general.
Una vez dicho esto, creo que “hasta aquí hemos llegado”, no podemos seguir considerando la Constitución de 1978 como algo intocable, no podemos seguir considerando las instituciones como algo inalterable, no podemos mantener una monarquía que hoy en día carece de sentido, debemos caminar hacia una segunda Transición.
Debemos “meterle mano” a la Constitución de una vez, no podemos consentir que en una sociedad moderna y progresista como la actual nos siga lastrando una Norma Fundamental anquilosada y caduca.
En primer lugar debería promoverse un debate nacional sobre la continuidad de la Monarquía, a mi juicio, dicha institución tuvo mucha importancia para este país en su momento, sobre todo en las relaciones internacionales, pero hoy en día no es justificable su continuidad. No se trata de guillotinar a nadie, sino de decidir si la Monarquía debe seguir al frente del Estado o no. Alguien puede explicar con un mínimo de dignidad y sin ponerse colorado porqué una mujer no puede ser Reina si tiene la “desgracia” de tener un hermano varón menor. Nos llenamos la boca defendiendo la igualdad de género, la paridad, creando hasta un Ministerio de Igualdad (manda huevos), y no tenemos la dignidad suficiente para imponerle a una Institución a la que mantenemos entre todos, que en la sucesión en el trono jamás puede prevalecer el varón a la mujer en caso de encontrarse en el mismo grado de parentesco.
En segundo lugar, debería revisarse la ley electoral, puesto que las facturas de la Transición se vienen pagando desde aquél entonces, legislatura a legislatura, no es posible que en España pesen más unos votos que otros, no es posible que 300.000 votos de un partido nacionalista catalán, canario, andaluz, o de cualquier región española obtengan mayor representación parlamentaria que un millón de votos repartidos por todo el territorio nacional, puesto que eso no es una verdadera democracia, eso es un engaño y una estafa, hasta que no se modifique la ley electoral y se imponga un verdadero sufragio universal, libre, igual directo y secreto, la democracia seguirá secuestrada por los votos de una minoría a la que únicamente les preocupa el interés particular de unos pocos.
En tercer lugar, debería declararse la laicidad del estado de una vez por todas y dejarse de medias tintas con lo del “estado aconfesional”, caminemos hacia una verdadera separación entre iglesia y estado, vuelvo a decir lo mismo, no hace falta guillotinar a nadie, tratemos a la iglesia como una organización no gubernamental más, dejémonos ya de mentiras, que reciban las subvenciones que merezcan por la labor social que realicen y por el mantenimiento del patrimonio cultural. Apartemos de una vez la moral religiosa del estado, rompamos de una vez esa unión, que la iglesia gobierne sus instituciones y que deje de meter las narices en cuestiones que para nada le incumben, ¿acaso ellos permiten que el estado se entrometa en sus tradiciones?. En la última visita del Papa, hubo una imagen que a pesar de esperarla, no deja de impactarme, la única presencia femenina en el altar dispuesto en la Plaza del Obradoiro era la Princesa Leticia, y no era poca la cantidad de gente existente, más de cien personas, lamentable.
Ya han pasado 35 años de la muerte del dictador, se ha cambiado de forma de estado, hemos tenido cinco presidentes de gobierno, la sociedad ha evolucionado, España no es lo que era a finales de los años 70, ni económica ni cultural ni socialmente, hemos evolucionado, y debemos seguir mejorando y evolucionando, ya no somos la democracia inmadura de los años 80, caminemos hacia una segunda Transición, pacífica, consensuada, progresista.
Lo que fue bueno en el pasado no tiene porqué serlo hoy en día, si la sociedad evoluciona, también han de evolucionar las normas que nos rigen, y más aún la norma fundamental del Estado.
2 comentarios:
Pienso exacatamente lo mismo que usted, pero creo que si hoy día se plantease un referéndum sobre monarquía o república, me temo que se impondría la Monarquía
La constitución española dice que el estado español es un estado democrático a partir de la soberanía nacional. Pero esa soberanía nacional no es plena, pues el voto de nacionalistas vale más que el voto de otra gente. Pero, eso no le interesa cambiarlo a ninguno de los dos grandes partidos de España, así que por desgracia no se va a cambiar nada.
Publicar un comentario