ESPECIAL CRISIS ECONÓMICA. JUAN IGNACIO PALACIO MORENA


JUAN IGNACIO PALACIO MORENA

Licenciado y doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid. Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Castilla-La Mancha. Director del Departamento de Economía Española e Internacional, Econometría e Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Castilla-La Mancha (2006 hasta la actualidad) y del Máster y Doctorado de Economía Internacional y Relaciones Laborales.


1. ¿Cuáles son a su juicio las causas de la crisis mundial?
La principal es la debilidad de la sociedad civil que ha permitido que triunfen los valores de una minoría cuya finalidad fundamental en la vida es la acumulación. Eso ha llevado a que las operaciones de capital dominen sobre las de producción y consumo.

Lo económico, es decir el intercambio de mercancías movido por el interés individual, se ha convertido en el principio vertebrador de la vida social. La estructura lógica de la vida social se ha invertido. Los espacios comunitarios (sociedad civil), donde domina el compartir y se desarrolla la persona, han dejado de ser el cimiento de la vida social. A su vez, el interés colectivo representado por el Estado, se ha subordinado al interés individual que es el que prevalece en el ámbito económico.
En consecuencia, el ámbito individual (“hombre económico”) predomina sobre el ciudadano (“hombre público”) y éste sobre el personal (“hombre comunitario”). Se ha invertido la lógica de la pirámide social, donde debe predominar lo personal-comunitario (persona), le debe seguir lo público-colectivo (ciudadano) y finalmente lo económico (productor-consumidor).
Una vez que se ha instaurado esa perversión de la vida social no es extraño que además en el ámbito económico las operaciones de capital (acumulación de renta) prevalezcan sobre las operaciones de renta (consumo) y las de producción (economía real). La economía financiera domina sobre la economía real. Eso explica la proliferación de los derivados financieros, que casi de forma inevitable se deslizan hacia activos tóxicos (hipotecas “subprime”, bonos basura, etc.).
La crisis del comunismo, donde predomina el papel del Estado, ha hecho creer a muchos que el capitalismo, donde es el mercado lo predominante, es el sistema menos malo. Sin embargo, esa polarización Estado-Mercado carece de sentido. Es necesario que en las sociedades coexistan Estado y Mercado, lo colectivo y lo individual, pero ambos deben estar subordinados a la mediación de la sociedad civil. Eliminar el mercado, el Estado o la sociedad civil es un error, los tres ámbitos (individual, colectivo y comunitario) deben coexistir entre sí. Y el orden jerárquico entre ellos debe ser Sociedad Civil, Estado y Mercado, en vez de al revés como ocurre ahora. A su vez, el sistema económico requiere que haya operaciones de producción, de renta y de capital, pero en vez de que la economía real (producción y consumo) esté subordinada a la financiera (ahorro e inversión), debe ser al revés, la economía financiera debe estar al servicio de la economía real.

2. Y en España, ¿a qué se debe la crisis?
A lo mismo que en el resto del mundo. A ese predominio de lo económico sobre lo público y comunitario; y de lo financiero sobre lo real en el plano económico. La diferencia esencial del caso español se debe a que los activos financieros en forma de derivados se han endosado en su mayor parte a terceros países; y a que la pertenencia a la zona euro ha posibilitado que el elevado endeudamiento externo (necesidad de financiación de la economía española) no se haya traducido en una devaluación de la moneda, sino que incluso se ha revalorizado.
Esto, a su vez, se ha traducido en que hasta que un elemento externo a la economía española (la crisis financiera internacional con epicentro en Estados Unidos), ha saltado, la economía española seguía creciendo y lo hacía con un descomunal endeudamiento de las familias y de las empresas no financieras, pero con una mayor capacidad de financiación del Estado (superávit público) y de las instituciones financieras. Es cierto, por tanto, que el sistema público y financiero estaba más saneado que el de mayoría de los países de la Unión Europea, pero eso encubría que las empresas y las familias estaban muchísimo más endeudadas y que en conjunto la necesidad de financiación (endeudamiento) de la economía española respecto a su renta disponible sólo era comparable a la de Estados Unidos, aunque éste sufría al menos cierta corrección por la devaluación de su moneda frente al euro.
Con la crisis España sufre más en lo que es su mayor debilidad, la economía real, lo que se traduce en una de las tasas de paro más elevadas del mundo. Eso a su vez, acaba afectando a la economía financiera, pero también en ese terreno, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros países y en Estados Unidos en particular, el problema no es la quiebra de buena parte de sus instituciones financieras que han visto cómo se devaluaba súbitamente el valor de muchos de sus activos financieros, sino el lento pero inexorable incremento de la morosidad. Casi nadie ha sufrido una disminución drástica de sus activos financieros, pero casi todos ven cómo acumulan deudas que cada vez son más difíciles de cobrar/pagar.

3. ¿Qué responsabilidad tiene el actual gobierno en la crisis?
La misma prácticamente que todos los anteriores Gobiernos, incluidos los primeros Gobiernos del PSOE; e incluso, aunque quizá en menor medida, los primeros Gobiernos de la UCD. El problema no es ahora no saber hacer frente a la crisis. La responsabilidad fundamental de los partidos mayoritarios, más que de los gobiernos en sí mismos, es haber contribuido a debilitar la sociedad civil. Expresiones como las de Solchaga cuando era ministro de economía, diciendo que “España era el país donde más fácilmente se podía hacer dinero”, y de Claudio Aranzadi cuando era ministro de Industria, afirmando que “la mejor política industrial es la que no existe”, han hecho más daño de lo que parece. Igualmente decisiones como las que tomó Boyer sobre la vivienda, la legislación sobre el suelo y de carácter urbanístico, que ha permitido la arbitrariedad en la actuación de los ayuntamientos, y las reformas educativas que han llevado a que la enseñanza secundaria haya perdido su finalidad propia, alcanzar una cultura general que permita la inserción en la vida social y laboral, para convertirse en un simple paso para ir a la universidad, han sido los principales factores que han servido de caldo de cultivo de la crisis en España. Nada de eso es obra del Gobierno actual, viene de muy atrás, pero no es sólo consecuencia del franquismo ni de los Gobiernos anteriores, tampoco el Gobierno actual y sobre todo el partido que lo sustenta han hecho un análisis de las causas de la crisis. No es extraño, por tanto, que tardara en aceptar que había crisis y que ahora juegue a tratar de salir de la crisis logrando que mejoren las expectativas mediante el procedimiento de hacer creer que ya queda poco para que se acabe. Sin un buen diagnóstico no puede haber un buen tratamiento.

4. Algunos sectores están criticando el papel jugado por los sindicatos, se preguntan cómo es posible que en un país con más de cuatro millones de parados no se haya producido todavía ninguna huelga general
Una huelga general suele ser el punto final de una serie de huelgas parciales (en empresas y sectores) y de conflictos laborales que no quedan bien resueltos. En España hace tiempo que es muy difícil que haya huelgas serias; es decir, paros que sean la consecuencia de haber agotado todas las posibilidades de diálogo y que puedan mantenerse hasta que realmente supongan una presión sobre los empresarios. Para ello sería necesario que la estructura y el contenido de la negociación colectiva fuesen diferentes, y que los trabajadores en huelga pudiesen resistir porque los sindicatos, como ocurre por ejemplo en Alemania, pagan a los afiliados mientras están en huelga. Las organizaciones patronales son escasamente representativas de la mayoría de los empresarios, y algo parecido, aunque quizá en menor medida, ocurre con los sindicatos. Son los sectores más protegidos, sector público y gran parte de los sectores que funcionan en red (energía de cualquier tipo, telecomunicaciones, etc), o en los que la menor competencia permite grandes beneficios y derivadamente mayores ventajas laborales (parte de los sectores ya mencionados y muchas grandes empresas) donde por lo general los sindicatos tienen más fuerza. Si una gran parte de los pequeños y medianos empresarios son incapaces de defender políticas de competencia, siendo los principales interesados, es prácticamente imposible que los sindicatos puedan tener capacidad de intervenir sobre políticas de mercado (sectoriales) y de tener una presencia significativa entre las PYMES, por no hablar de los autónomos que en principio quedan excluidos de la acción sindical concebida como defensa de los trabajadores por cuenta ajena.


5. ¿Qué opinión le merece Algunas soluciones como el retraso de la edad de jubilación o la propuesta de los empresarios de abaratar el despido?
El retraso en la edad de jubilación puede ser conveniente para paliar el gasto de la seguridad social; y el abaratamiento del despido puede servir para que en la pequeña u mediana empresa pueda aumentar la contratación indefinida cuando las empresas necesiten contratar, pero ninguna de las dos medidas sirve para contribuir a crear empleo y salir de la crisis.

6. ¿Qué otros cambios se podrían hacer, que necesariamente no afectaran al abaratamiento del despido?
Habría que empezar por introducir mayor competencia, lo que equivale a fomentar la innovación o la I+D+i de la que tanto se habla, en todos los mercados y especialmente en los que es evidente que la competencia es más restringida. A los sectores anteriormente mencionados, habría que añadir otros muchos como la construcción y buena parte de los servicios. En cualquier caso, se podría empezar por modificar la ley del suelo y la legislación urbanística para evitar la actuación impune de los ayuntamientos que favorecen a empresas locales o emparentadas por familia y amistad con los que rigen las corporaciones locales. También sería necesaria una reforma del sistema educativo en su conjunto, que haga que la enseñanza secundaria recupere su finalidad propia de proporcionar una cultura general, evitando una excesiva proliferación de materias que parcela el conocimiento. Se favorece así que los alumnos pasen de curso sin demostrar que adquieren unos conocimientos sólidos para acceder a otros superiores y que sean cada vez más acríticos puesto que aprenden cosas sueltas pero no aprenden a razonar y a relacionar unas cosas con otras. También habría que modificar el sistema sanitario para fortalecer la atención primaria y la educación familiar en temas de salud que acentúen el carácter preventivo frente al curativo.

7. ¿Puede ocurrir en España lo mismo que está pasando en Grecia?
La situación es muy distinta. En España el problema fundamental no está en el endeudamiento público, aunque éste haya crecido drásticamente en los dos últimos años, sino en el endeudamiento privado. Eso es mejor por un lado, pero peor por otro, y en cualquier caso no permite hacer paralelos entre lo que ocurre en Grecia y el caso español.

8. ¿Qué medidas llevaría usted a cabo para salir de la crisis?
Ya he enumerado varias. Comenzaría por introducir competencia en los mercados de productos. La política industrial (política sobre los mercados) necesariamente tiene un carácter sectorial e incluso más desagregado, pero también tiene que tener en cuenta la integración vertical o relación entre las diferentes fases o tareas de producción que afectan a distintos mercados, más cuando proliferan estrategias de fragmentación productiva y externalización de tareas vinculadas al hecho de la globalización. La demanda de trabajo es una demanda derivada, como es sabido pero la mayoría quiere ignorar; es decir, depende de los mercados de productos. Por tanto, tratar de comenzar por el mercado de trabajo suele ser inútil e incluso puede ser contraproducente. Como ya señalara Keynes, lo usual es que cuando los salarios nominales suben los salarios reales caen y a la inversa. Intentar reducir de forma primaria o exclusiva los costes laborales puede frenar la productividad e ir minando poco a poco la capacidad de generación de empleo de una economía, incluso si a corto plazo logra un ligero repunte del empleo.
Las otras medidas a las que daría prioridad serían de carácter transversal: reforma del sistema educativo, de la legislación urbanística, del sistema financiero, del sistema energético, de las telecomunicaciones y de los medios de comunicación. Hay que avanzar hacia una mayor integración europea en esos ámbitos, incluida la educación superior dentro del sistema educativo, cuya reforma, conocida como Plan Bolonia, está siendo por lo general un fracaso. También sería esencial mantener y ampliar espacios naturales y sociales de uso común.
Cuando esas primeras medidas generen ciertos efectos y mejore el “enfermo” será posible un cambio de “tratamiento”. Una vez que en los mercados de productos haya más competencia, la capacidad de generar empleo (demanda de trabajo) aumentará poco a poco. A su vez, la reforma del sistema educativo posibilitará que la formación de la población (oferta de trabajo) se ajuste mejor a los requerimientos del sistema productivo. Esto permitirá una progresiva disminución del desempleo y una creación de empleo más estable y mejor remunerado, acorde con las mejoras de productividad y competitividad de los mercados de bienes y servicios. En ese contexto será posible abordar reformas fiscales y laborales que sean efectivas y duraderas, ya que la situación de los mercados sustantivos de productos lo permitirá. La reforma fiscal requeriría con toda seguridad una reestructuración del sistema impositivo, reduciendo algunos impuestos e incrementando otros en la línea de las denominadas “reformas verdes” de algunos países europeos y tendiendo en todo caso a una armonización fiscal en la zona euro y a ser posible en el conjunto de la Unión Europea. Análogamente, la reforma laboral debería comenzar por establecer un sistema de negociación colectiva articulada, tratando de hacer coincidir ámbito de negociación y mercado; y una legislación sociolaboral que también tienda a armonizarse a escala europea.

9. ¿Cuándo acabará la crisis?
Depende de lo que se entienda por crisis. Si convenimos en que la raíz de la crisis está en la subordinación de la economía real a la economía financiera, y que esto a su vez tiene su raíz en la escasa o mala regulación de la economía y en la debilidad de la sociedad civil frente al Estado, la crisis es muy difícil de superar. Superar de verdad la crisis implicaría que los valores fundamentales y el sentido de la vida no estuviese asociado a tener más, a acumular y consumir cuanto más mejor, sino al compartir solidario y la comunicación personal, que sólo puede desarrollarse en los ámbitos de socialización primaria (familia y toda clase de grupos sociales que no se apoyan de forma exclusiva o principal en la acción coercitiva del Estado o en el intercambio interesado que representa el mercado). Sólo así quizá fuera posible revertir la citada subordinación de la economía real a la financiera e invertir la lógica económica dominante para poner el sistema financiero al servicio de la economía productiva y no al revés. No significa esto que hasta que todo cambie no se saldrá de la crisis, pero no es cierto que el saneamiento del sistema financiero sea condición suficiente para acabar con la crisis. No es posible una reactivación económica sin cambiar significativamente la regulación de los mercados de bienes y servicios para introducir mayor competencia, y sin modificar la legislación que regula el funcionamiento del sistema educativo y de investigación, y el uso del suelo y demás infraestructuras en las que se asienta la actividad económica.


10. ¿Qué cree usted que pensarán los países más pobres de la tierra de la crisis?
Eso no es cuestión de creer. Los países más pobres ya están diciendo en muchos lugares lo que piensan de la crisis. El problema fundamental es que los más pobres de los países más pobres piensan demasiadas cosas que difícilmente pueden expresar o que ya ni siquiera tienen fuerzas y energía física para pensar. En los países pobres es donde el sistema actual ha causado más destrozos, pero es también, a pesar de todo, donde subsiste la mayor reserva de valores que habría que preservar, y poner en valor, valga la redundancia, para salir de la crisis.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hoy el gobierno ha anunciado una bajada del 5 % al salario de los funcionarios, ¿qué opinión le merece tal medida?