EL CAMELO DE LAS MUSAS. SALVADOR PALMA DANIEL

El camelo de las musas
Para que no haya ninguna divagación, envidia o autojustificación dejo sentado, en principio que, para bien o para mal, toda persona que se hace de un conocimiento público por algo será. Los méritos que consigue deben ser el resultado de su capacidad innata, sus estudios y tenacidad en el trabajo y, por supuesto, gran voluntad de seguir el camino deseado pese a dificultades.

Sin duda, a veces se tienen cualidades suficientes pero la incorporación a otras necesidades de supervivencia destroza la voluntad, de tal manera las ideas y decisiones que llegan incluso a perderse en una vacilante sombra.

Sentado cuanto antecede me atrevo a decir, con toda sinceridad y contundencia que el asunto de las musas es un puro cuento. Los artistas, en sus distintos campos, tendrán días buenos y malos, mayor o menor predisposición para poner en marcha sus obras pero las musas, si las hay, no dicen nada al oído de un músico, un pintor o un escritor por ejemplo. Todos se forman una clara idea de lo que quieren; piensan una estructura general y luego sólo el trabajo, repito el trabajo, da a luz, con más o menos acierto la obra terminada. Lo demás es todo absoluto adorno para fortalecer la sensibilidad del público.

Hay quien cree en las musas como quien ve el traje del emperador para no quedar mal ante el nivel de la circunstancia de entendidos -¿tenía que haberlo escrito entre comillas?-.

Luego están los que analizan: los críticos de arte -¡qué bonito!- que bailan al son que le tocan. No conozco a ninguno, al día de hoy, que diga de algún genio que se haya hecho de una firma que, voy a decir, algunas de sus obras sea una auténtica porquería…¡ven el traje del emperador!.

No existen las musas y si existieran dejarlas tranquilas en su habitáculo etéreo además, no vienen ni llamándolas y, si por un casual, vinieran no sirven para nada, los artistas, los buenos artistas, soportan el éxito de sus producciones en el estudio, la búsqueda, si quereis la contemplación, y el trabajo constante.
Somos ya mayorcitos para que nos enreden con fruslerías y cuentos de camino, las musas son un camelo.

No hay comentarios: