VIDEOCONSOLAS Y JUVENTUD

JUGUEMOS. ÓSCAR BLÁZQUEZ
El juego nos permite abrir un paréntesis en la vida diaria. Crear un espacio-tiempo paralelo donde afrontar nuevos retos y reglas que nos hacen olvidar problemas y preocupaciones, al menos durante un rato ¿Te unes a la partida?
Al practicar cualquier actividad lúdica, el ser humano se siente motivado para poner a prueba las posibilidades de su cuerpo, sus habilidades sociales, su pericia y su inteligencia.

“El juego puede ser un fin en sí mismo o un medio para aprender cosas. Nos relaja, favorece las relaciones con los demás y permite el autoconocimiento en todas las facetas”, afirma Mara Cuadrado, psicóloga del centro Quality Psicólogos. Cuando las personas juegan, se produce una sensación de placer alegre, espiritual e incluso brillante. Jugar resulta contagioso y anima a unirse a la fiesta.
Jugar es algo inherente al ser humano y a los animales, un impulso anterior a la cultura que llevamos marcado en los genes. Gracias a él aprendemos a competir y a cooperar, dos principios fundamentales en el crecimiento del ser humano. De acuerdo con Alfred Louis Charles de Musset, literato francés del siglo XIX: “El juego es la única pasión que puede competir con el amor”. En opinión de Redorta: “Nos enseña motivación para lograr algo, a luchar por un objetivo y también a enfrentar la incertidumbre, las injusticias y el azar. Con el aprendemos la satisfacción de la victoria, experimentamos el reconocimiento y los celos, y conocemos también la frustración de la derrota, que pone a prueba nuestra autoestima”.
Se puede jugar en soledad o en grupo. Cada una de estas modalidades tiene sus ventajas e inconvenientes. Jugando en soledad el individuo mejora su capacidad de concentración y atención, disfruta sin necesidad de estar acompañado, aprende a perder, se supera a sí mismo, mejora sus destrezas…
Sin embargo, el juego individual esconde a veces una cierta necesidad de evasión. No compensar el aislamiento que producen los juegos individuales con actividades sociales puede llegar a ser grave. Si la situación se mantiene mucho tiempo, se debe acudir a un psicólogo.
La aparición de los videojuegos ha cambiado la forma de divertirse. Sin embargo, la esencia del juego sigue siendo la misma. Los videojuegos aumentan la concentración del individuo. Hoy en día es frecuente que los juegos estén asociados a ciertos valores de paz, guerra, violencia… Se juega siguiendo las pautas que marca la televisión, sin plantearse otras. Todo ello puede resultar peligroso para los niños. Por eso es necesario tener una actitud crítica ante los videojuegos.
OSCAR BLÁZQUEZ

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