Nos encontramos ante una realidad que asusta. Los mayores tienen que seguir trabajando para poder mantener un nivel de vida digno. Los jóvenes creen en una ideología del poco esfuerzo, abanderada por el lema “No me apetece”. Encendemos la televisión, escuchamos la radio, visitamos sitios web de información… y todo asusta. Guerras, muertes, niños que pasan hambre… Y mientras, la vida sigue, y nosotros no aprendemos.
Hoy me sentaba frente a este papel en blanco con la intención de escribir algo positivo, algo que nos haga ganar esperanza y perder rencor. Y por cosas de la vida, y (como siempre) por cosas de un entorno sano, llegó a mis manos este breve cuento. No se podía explicar de otra manera.
Arreglar el mundo
El padre estaba leyendo la revista y el niño jugaba a su alrededor buscando llamar la atención.
- Y dime, papá…
El padre pasó la página de la revista y se encontró un gran mapa del mundo donde venían todos los países y continentes. Con unas tijeras lo recortó en trozos pequeños y, junto a un rollo de celo, se los entregó a su hijo para que los recompusiera.
- Como sé que te gustan los rompecabezas, te entrego el mundo en varios pedazos para que lo arregles sin la ayuda de nadie-.
Al poco tiempo, el niño exclamó:
- Papá, papá, mira lo que hice. Conseguí terminarlo.
El padre no podía creerlo. El mapa estaba completo y todos los recortes en su sitio.
- Pero, ¿cómo es posible?
- Ha sido muy fácil, papá. Mientras leías el periódico pude ver que detrás de la hoja que arrancaste estaba la foto de un hombre. Yo no sabía cómo era el mundo, así que me limité a componer aquella cara. Cuando le dí la vuelta, vi que arreglando al hombre se había arreglado el mundo.
Óscar Blázquez
Hoy me sentaba frente a este papel en blanco con la intención de escribir algo positivo, algo que nos haga ganar esperanza y perder rencor. Y por cosas de la vida, y (como siempre) por cosas de un entorno sano, llegó a mis manos este breve cuento. No se podía explicar de otra manera.
Arreglar el mundo
El padre estaba leyendo la revista y el niño jugaba a su alrededor buscando llamar la atención.
- Y dime, papá…
El padre pasó la página de la revista y se encontró un gran mapa del mundo donde venían todos los países y continentes. Con unas tijeras lo recortó en trozos pequeños y, junto a un rollo de celo, se los entregó a su hijo para que los recompusiera.
- Como sé que te gustan los rompecabezas, te entrego el mundo en varios pedazos para que lo arregles sin la ayuda de nadie-.
Al poco tiempo, el niño exclamó:
- Papá, papá, mira lo que hice. Conseguí terminarlo.
El padre no podía creerlo. El mapa estaba completo y todos los recortes en su sitio.
- Pero, ¿cómo es posible?
- Ha sido muy fácil, papá. Mientras leías el periódico pude ver que detrás de la hoja que arrancaste estaba la foto de un hombre. Yo no sabía cómo era el mundo, así que me limité a componer aquella cara. Cuando le dí la vuelta, vi que arreglando al hombre se había arreglado el mundo.
Óscar Blázquez
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