OPOSITAR
A POLÍTICO
Aunque soy fiel seguidor de la verborrea clara, contundente
e incisiva de Arturo Pérez Reverte y comulgo con sus nobles principios, sin
embargo, en esta ocasión tengo que discrepar, me parece que las pruebas que se
someten los políticos para trepar por el poder son muy selectivas y muy duras,
de las más exigentes. Puesto que superar pruebas de corrupción tan duras,
atacando la fibra más sensible y vital de nuestra economía sin despelucarse el
flequillo, no es fácil.
El atraco de colosales fortunas, patrimonio social, en
nuestra mismísimas narices y sin hacernos siquiera pestañear, es una habilidad
que ya quisiera cualquier prestidigitador para sí. Estar contando continuamente
milongas y a la par sacarse esperanzas sin fin de la manga, tiene su mandanga.
Resistir un bombardeo de obuses de remordimiento sin que se le borre la sonrisa
de la boca, es tener un blindaje de conciencia que ni el mismísimo satanás.
Vernos con cara de borregos en los mítines y no saltárselas las lágrimas cuando
vienen de reírse a nuestras espaldas, más que una habilitad, es un don. ¿Creéis que la jerarquía mangante planetaria lo pone
fácil? Pues no. Cualquiera que quiera disfrutar de las miserias que rodean el
poder, tiene que conseguir matrícula de honor en inconsciencia y miserable.
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