LA FOTO DEL HORROR
En Siria, la semana pasada, 108
personas, 59 de ellas niños, murieron asesinadas por las milicias de Bachar el
Asad. El diario, en su edición digital del 26 de mayo informaba de la masacre
que la edición impresa recogía al día siguiente. En elpais.com, la foto, tanto
en portada, a partir de la noche, como en el interior, mostraba los cadáveres
de varios niños. En la edición impresa, la foto era otra similar. Varios
lectores, en los comentarios en la edición digital, añadieron más imágenes
estremecedoras. Pero también hubo lectores que se dirigieron a la redacción y
al buzón del Defensor criticando su publicación. No se trata de un debate
inédito entre un supuesto fomento del voyeurismo sórdido y la pedagogía del
horror teorizada, por ejemplo, a propósito de las imágenes de los campos de
exterminio nazis.
Pedro M. Guerra propone “advertir de que
el contenido de ciertas fotografías en el digital podría suponer un problema de
tipo emocional”. El lector considera lamentable su publicación en un diario
que, por norma general, tiene en alta estima. Miguel Ibáñez Monroy califica de
devastadora la imagen: “¿pero, de verdad, es necesaria la fotografía? (…)
Sinceramente me parece de una gratuidad tremenda y una falta de respeto para
lectores y víctimas”. Otras cartas pedían la eliminación de la foto sin más.
Adriana Sanín cree que desmerece la imagen del diario publicar esta foto. “Va
más de acuerdo con periódicos de baja categoría, que hacen de la muerte un
show, de la tragedia un morbo (…). ¿Qué tipo de publicación desean ser?”. Jesús
Rodríguez subraya que este tipo de fotos “jamás se publican cuando hacen
referencia a sucesos similares en el Primer Mundo: por favor, sean coherentes”.
Mateus Rodrigues consideraba “inapropiado” que se divulguen este tipo de
imágenes “sin que haya un aviso previo a los lectores”. Laura Quintana
concluye: “Creo que su periódico, una entidad que transmite seriedad, no
debería publicar imágenes como estas, ya que en mi opinión responden solo a
intereses morbosos”. Álvaro Aytes Meneses afirma que “cuando el buen periodismo
se deja leer, la frase ‘una imagen vale más que mil palabras’ pierde sentido”.
Y critica la “permisividad” del diario con los vídeos en la sección de
comentarios.
Varios diarios estadounidenses no
publicaron esta foto en las ediciones digitales y sí incluyeron otras, menos
explícitas. Una de ellas es una hilera de cadáveres envueltos en sudarios que,
sin embargo, no alerta sobre la singularidad de este horripilante episodio: el
infanticidio. The Times (30 mayo) publicó en la portada impresa la imagen de
uno de los niños fallecidos. Algunos medios, antes de permitir el visionado de las
imágenes, publicaban una advertencia sobre su contenido. El Libro de estilo
establece que las imágenes desagradables solo se publicarán cuando añadan
información. Es difícil agotar el análisis de las connotaciones que puede
albergar una foto. La imagen en cuestión es un testimonio, suministrado por los
propios ciudadanos, de una atrocidad cuya causa no es un accidente. Si así
hubiera sido, no debería publicarse. Pero en este caso es el resultado de una
acción criminal cuyos autores no desean que sea conocida. Y debe publicarse.
Avaaz.org encabeza con esta foto una campaña de cartas (Protejan a los niños de
Siria) para reclamar a la ONU la ayuda efectiva a la población. La han firmado
más de medio millón de personas. Ricardo Gutiérrez, responsable de fotografía,
explica que primero se evaluó la autenticidad del documento (la BBC, en esta
noticia, publicó por error una foto de 2003 en Irak). Y se decidió publicarla
porque, explica, “valoramos que respeta la dignidad de las víctimas”. Como
apunta Michela Marzano en La muerte como espectáculo, el derecho a saber no
supone que no deban levantarse diques sobre la realidad-horror. En la edición
impresa no apareció en portada, con lo que se limitaba un impacto involuntario
sobre el lector. En la digital, sí, y en esta portada se pudo haber acudido a
otras alternativas. Sin necesidad de censurar la foto, su inclusión con una
advertencia preliminar, como apuntan varios lectores, es una fórmula a
considerar seriamente. He consultado a dos fotoperiodistas, premios Ortega y
Gasset, sobre esta foto. Coinciden en apoyar su publicación.
“Lo terrible es que haya niños muertos.
No las fotografías”, afirma Gervasio Sánchez, que ha cubierto desde el drama de
Bosnia a la Guerra del Golfo, entre otros. Premio Nacional de Fotografía
(2009), asegura estar cansado “de que asusten las fotos, pero no se salga a la
calle a combatir estos crímenes”. “Esta fotografía añade información: niños que
deberían estar en el colegio yacen muertos por la brutalidad de la guerra y la
inoperancia de la diplomacia. Es dura, pero la guerra es así de salvaje. Lo que
hay que hacer es luchar para evitar la guerra. Lo preocupante es que en ocho
años un apóstol de la paz llamado José Luis Rodríguez Zapatero sextuplicó la
venta de armas españolas y nadie se ha escandalizado. No recuerdo ningún debate
en esta sección sobre este vergonzoso mercadeo de la muerte. Si en España
hubiera una guerra como la de Siria, por supuesto que estas fotos habría que
publicarlas. De hecho, se hizo durante nuestra Guerra Civil. El objetivo
debería ser respetar y salvar la vida de los pequeños. Una vez muertos, es más
importante denunciar lo que ha ocurrido que precintar la denuncia porque
tenemos que respetar el dolor de las familias. Ocultarlo sería un acto de
hipocresía”. El fotógrafo lamenta que se eternicen los debates sobre las fotos
y no sobre lo que estas reflejan. “Todavía hoy en cada conferencia me preguntan
sobre la imagen de Kevin Carter en Sudán, en 1994, de un niño famélico con un
buitre rondándole. ¿Por qué preguntan sobre la foto y no sobre la hambruna del
país y sus causas?”. Gervasio Sánchez recuerda que el último premio Pulitzer es
una imagen centrada en una niña aterrorizada tras un atentado en Kabul. A su
alrededor pueden verse los cadáveres de ciudadanos, adultos y niños, víctimas
del coche bomba.
Sandra Balsells, profesora en la
Universidad Ramon Llull, considera que esconder la imagen sería hacer el juego
a los verdugos, a la dictadura. “Cada foto pide una reflexión. Es verdad que
incomoda, pero esa lectura se hace desde las sociedades opulentas. Cuando
estuve en Kosovo, los propios familiares de las víctimas te llevaban al
velatorio para fotografiar el cuerpo de su hija porque su voluntad, por encima
de la tragedia personal, era denunciar lo que estaba ocurriendo. La imagen no
es ofensiva. Lo ofensivo es el hecho. Y ojalá provocara la movilización
ciudadana o algo de sensibilización”. Balsells recuerda fotos que sí lo
consiguieron como la de la niña vietnamita corriendo desnuda víctima del
napalm.
En la primera Guerra del Golfo se
criticó acertadamente la estrategia de Estados Unidos para presentarla como una
ciberguerra. El Pentágono suministraba imágenes de bombas que impactaban con
precisión en unos objetivos donde nunca podían observarse víctimas humanas. Una
muestra de cómo evoluciona la reflexión sobre este tema la tenemos en el
elaborado pensamiento de Susan Sontag, consciente de que la fotografía ha
acompañado siempre a la muerte. En 1977, propuso una ecología de las imágenes
para evitar que su abundancia en determinados temas provocara un efecto
anestésico. Pero en 2003 (Ante el dolor de los demás) escribía: “Debemos
permitir que las imágenes atroces nos persigan”, admitiendo que se atribuye
demasiado valor a la memoria emocional, que favorece la imagen, frente a la
reflexión. Sontag reivindicaba que “las imágenes dicen: esto es lo que los
seres humanos se atreven a hacer”.
3 comentarios:
Bueno, que se siga sin querer sabe que la masacre de esos niños fue obra de las bandas de extremistas islámicos financiados, entrenado y armados por EE.UU y sus países socios, es no querer informar, es querer desinformar.
Los hechos son conocidos, y por repetir una mentira mil veces no la haremos verdad, aunque los incautos la crean.
http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=31399
http://www.voltairenet.org/THE-HOULA-MASSACRE-Opposition
Aquí tienen más información sobre Houla.
http://www.ciaramc.org/ciar/boletines/cr_bol435.htm
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