DERECHO
A LA INTIMIDAD
Hace ahora justo un siglo, cuando en
París aparecían los primeros periódicos que se convertirían en medios de
comunicación de masas, uno de ellos publicó las cartas de amor que una mujer
viuda había enviado a un hombre casado, cartas que habían sido obtenidas de
forma fraudulenta. La mujer fue insultada y su casa apedreada. Cuando se
refugió con su hija pequeña en casa de unos amigos, el ministro de Instrucción
Pública de Francia amenazó al dueño de la casa con cesarlo de su puesto de
director de una de las prestigiosas École Normal, si seguía dando cobijo a esa
mujer. No sólo debía echarla de su casa, sino convencerla de que volviera a su
país natal, Polonia.
En medio del tumulto a la mujer le
concedieron el Premio Nobel de Química, pero cuando se disponía a ir a
recogerlo el secretario de la Academia Sueca le escribió diciendo que no era
bienvenida en Estocolmo. La mujer le contestó que creía haber recibido el
premio por su trabajo científico, y que sus méritos no debían verse alterados
por ninguna circunstancia de su vida privada. Y el 10 de diciembre de 1911
Marie Curie, acompañada de su hija Irène de 14 años, recogió el segundo premio
Nobel de su carrera.
El "escándalo Langevin",
nombre del científico destinatario de las cartas, casi acaba con la vida de Marie,
la cual, tras volver de Estocolmo, colapsó víctima de una depresión e
infecciones de riñón que la mantuvieron ingresada varios meses y posteriormente
oculta en Inglaterra con su nombre de soltera. Los rastros de la historia de
amor fueron borrados de todos los anales y no volvieron a aparecer hasta mucho
después de que sus protagonistas y los hijos de los protagonistas hubieran
muerto. Como epílogo romántico, el nieto de Paul Langevin terminó casándose con
la nieta de Marie Curie.
Marie Sklodowska Curie no ha sido la
primera mujer de la historia en ser atacada por su vida sexual. Sí es de las
pocas que han sobrevivido, para lo cual se necesita una fortaleza mental y
física de la que carecen la mayor parte de los seres humanos. En un alarde de
valentía y entrega al país que tan mal la había tratado, años después del
escándalo, Marie organizó y fue el alma mater de un servicio pionero de
radiología en el frente, gracias al cual se hicieron más de un millón de
radiografías durante la Primera Guerra Mundial.
Como en muchos otros aspectos de su
vida, Marie fue un caso excepcional, pues estos ataques resultan letales al
surgir en parte organizados, en el caso de Marie por grupos antisemitas y
xenófobos todavía resentidos por el affaire Dreyfus, y en parte de forma
espontánea como producto de los instintos más ruines de la masa.
Cien años después la situación de las
mujeres ha mejorado extraordinariamente no sólo en el país de adopción de
Marie, la culta Francia, sino especialmente en España. Pero parece que tener
una vida sexual propia y mantenerla en la intimidad sigue sin ser un derecho de
las mujeres.
Hace unos días un video de carácter
sexual llegó a las redes sociales sin el consentimiento de su protagonista, y
los seres humanos que pueblan esta aldea global se abalanzaron como buitres
sobre él. Hoy se cuenta por millones el número de visitas en los distintos
portales de internet donde se puede encontrar el video en cuestión, y por miles
el de los comentarios en los múltiples blogs de los medios que se han hecho eco
de la noticia. Pero ¿qué noticia? Es un video privado que, por una acción
delictiva de un individuo y con la connivencia de los medios de comunicación,
se ha convertido en un espectáculo de masas, violando la intimidad de una
persona de forma escandalosa.
Se habla del trabajo de la mujer, de su
familia, de lo oportuno o no de hacer el video, de su destinatario. Se invoca
como máximo agravante su dedicación a la política, sus conciudadanos la
insultan a la puerta del ayuntamiento. ¿Es la mojigata Europa que considera que
no es apropiado que una concejala de un pueblo de Castilla de 6.000 habitantes
haga un video erótico la misma en la que el presidente de gobierno de Italia
acusado con pruebas irrefutables de corrupción de menores ha seguido ocupando
su cargo durante años?
Es evidente que los raseros son muy
diferentes a la hora de juzgar a hombres y mujeres, especialmente en cuestiones
sexuales. Pero puede que la división sea otra: por un lado, existen las
personas que viven su sexualidad por ellas mismas, con mejor o peor fortuna, y
por otro, los que al parecer se tienen que conformar con mirar y criticar lo
que hacen otros.
PUBLICADO EN MÁLAGA HOY
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