Hasta el final de la tarde de ayer no
hubo una puñetera noticia sobre Ciñera en los medios de comunicación de orden.
Sólo los usuarios de redes sociales llevábamos horas informándonos (y viendo
fotos y vídeos) de cómo los antidisturbios habían entrado en Ciñera, recorrido
calle por calle, disparado indiscriminadamente, herido a personas, entrado en
casas particulares por la fuerza en busca de mineros en lucha… Entrada la tarde
dejamos de acceder siquiera a comentarios en twitter de lo que sucedía en el pueblo
leonés. Se dijo que la policía había bloqueado las telecomunicaciones. No lo
podíamos saber, pero uno tiende a pensar que cuando la autoridad represiva
decreta el silencio las informaciones que salen de dentro son veraces: no
podemos contrastarlas por decisión de quien se vería favorecido desmintiendo lo
que leemos, así que es razonable suponer que hay poco que desmentir.
La lucha de los mineros sí es un
ejemplo. Un ejemplo de organización, de compromiso, de sacrificio, de
solidaridad. Por eso reciben el apoyo de sus comarcas e incluso logran que
algún senador leonés del PP tenga el gesto de dignidad de abandonar el partido
que está machacando a su pueblo (cinco minutos antes de que el partido lo
expulse a él por apoyar a los mineros, todo sea dicho).
Los mineros están teniendo la heroica
capacidad de resistencia que muestran gracias a una consolidada organización, a
que tienen un altísimo porcentaje de afiliación sindical, décadas de luchas y
apoyo sin fisuras de familiares y vecinos, de toda la comarca. No estamos
asistiendo a un sálvese quien pueda que sí vemos continuamente en otros
sectores laborales. En las comarcas mineras de Asturias, León, Aragón,
Palencia… saben que luchan por el futuro colectivo. Por eso cuando convocan
huelga general no abre absolutamente nadie su negocio, conscientes de que el
hundimiento decretado del pueblo será también el hundimiento propio. Pero
también por eso los mineros no se conforman con salidas personales para sus
dramas concretos: se niegan, dicen, a sobrevivir ellos a cambio de dejar que
mueran sus comarcas, que sus hijos y sus vecinos no tengan futuro.
Los mineros y las comarcas mineras sí
son un ejemplo. Y por eso son silenciados por los medios de comunicación: ha
habido algún intento de estigmatizarlos, ¡privilegiados, violentos! pero el
ridículo del pesebre cavernario ha sido tal que ahora sólo cabe esperar que
nadie se entere de la que llevan armando desde hace más de un mes.
Una de las más felices ideas de los
mineros en lucha es la Marcha Negra con la que están atravesando el país desde
sus pueblos hasta llegar a Madrid el 10 y 11 de julio. Por supuesto estamos
obligados a acompañarles, a que las decenas de mineros agotados sean miles de
voces gritando. Pero no lo haremos como favor hacia ellos sino como necesidad.
Acompañaremos a los mineros para aprender, para que el ejemplo de los mineros
sirva para detener a quienes no sólo arrasan las comarcas mineras sino el país
entero.
Ciñera, resiste para que resista todo el
país.
PUBLICADO EN BLOG TERCERA INFORMACIÓN
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