LA
PELA
el mundo se tambalea entre el resurgimiento
del islamismo antiamericano y los pechos de Catalina de Cambridge, en España la
noticia de la semana es la ofensiva nacionalista catalana. Las calles de
Barcelona, esa ciudad a la que los cursis siempre añaden el epíteto de condal,
se han visto desbordadas por una marea de independentistas, muchos de los
cuales habrán nacido en Badajoz o en Murcia.
El nacionalismo catalán ha constituido,
a lo largo de su breve historia, una unidad de destino en lo monetario, todo un
entramado político, social y cultural destinado a una misión suprema: sacar
dinero del estado centralista y opresor para beneficiar a la burguesía
catalana. La pela como único y fundamental leitmotiv político.
Hoy, la burguesía, los catalanes de
siempre, controlan, tras décadas de dominio político, casi todos los estratos
de la sociedad, con lo que les resulta muy fácil movilizar a todos aquellos
catalanes, nacidos en cualquier parte del mundo, y que para ellos son
ciudadanos de segunda por su clara impureza de sangre, con el fin de hacer
fuerza ante el Gobierno de Madrid.
Así siguen jugando al juego de siempre,
de Prat de la Riba a Pujol, a la amenaza constante, al chantaje diario. Hoy,
pedido ya el rescate de sus finanzas, tras dilapidar todo el presupuesto de
décadas y endeudarse hasta lo inimaginable, toca volver a tensar la cuerda,
esta vez más de lo normal, para volver a sacar dinero, para que todo siga como
siempre. Quizás los políticos catalanes sigan la máxima de Lampedusa, que dice
que hay que cambiarlo todo para que nada cambie. Sólo que a ellos les vale con
la simple amenaza.
El problema de España ya no es el del
siglo XIX, en el que unas minorías poderosas, en Cataluña y el País Vasco,
jugaban al nacionalismo, mediante algún tonto útil, con el único fin de
conseguir réditos políticos y, sobre todo, económicos, sino el de unas
sociedades enfermas en las que se les inyecta odio a sus ciudadanos desde su
más tierna infancia.
Nos encontramos hoy ante unas
generaciones de vascos y catalanes, también ocurre en menor medida en otras
regiones, a las que, por dejadez del Estado, los diversos gobiernos autónomos
han educado según una historia y una realidad falsa, creada a medida según los
intereses de esas minorías dirigentes.
Vuelven a amenazar, como hace dos días,
con la secesión, así que los españoles, hartos de tantos rollos, contemplamos
los exabruptos con hastío, con el aburrimiento que da escuchar las mismas
mentiras año tras año. Quizás, tal y como prometen, la independencia llegue
algún día a Cataluña. Nos habrán ganado por agotamiento.
PUBLICADO MÁLAGA HOY
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