Desde el inicio de los ataques a Siria por parte de los países de la OTAN - con sus socios de Arabia Saudi, Qatar e Israel-, el Vaticano viene manifestando su preocupación por la persecución que están padeciendo las distintas comunidades cristianas que se asemeja bastante a una limpieza étnica. De este modo los comunicados de L'Observatore Romano tanto de preocupación como incluso de apoyo al gobierno de Bashar el Assad, directa o indirectamente, vienen siendo una constante.
Uno de los personajes más destacados en la denuncia que viene padeciendo el pueblo y el gobierno sirio es la monja siria Agnès-Mariam de la Croix, que ha obtenido fama mundial al enfrentarse a los mercenarios, a los que ha acusado de practicar el terrorismo en todas sus vertientes y de realizar montajes con videos que muestran a las presuntas víctimas de los ataques químicos. En su reciente gira por los EE.UU. , invitada por varios medios de comunicación, recibió orden de expulsión de ese país.
Desde el primer momento, en Ojos para la Paz hemos traducido y difundido distintos comunicados de la valiente monja, contra la injerencia en Siria.
En las horas de mayor tensión del conflicto, en los que EE.UU. ha amenazado con una intervención unilateral en Siria, el Vaticano ha pedido cautela ante las denuncias de presuntos ataques químicos cerca de Damasco y ha instado a todas las partes a reflexionar sobre “a quien beneficia” esta nueva masacre dentro del conflicto sirio. "No debería haber condenas hasta que existan suficientes pruebas (...) ¿Qué interés inmediato podría tener el gobierno en Damasco para causar tamaña tragedia? ¿A quién beneficia realmente este crimen inhumano?", se preguntó el observador permanente del Vaticano ante la sede de Ginebra de la ONU, Silvano Tomasi, citado por la agencia de noticias oficial siria, Sana.
Envío de periodistas relacionados con ONGs católicas que han venido denunciando las injerencias interesadas en Siria, jornadas de ayuno y oración por Siria, comunicados de apoyo más o menos velado al gobierno sirio han constituido una actitud permanente del Vaticano.
El 24 de enero, los medios de comunicación informaban sobre la visita al Vaticano del Presidente francés, François Hollande, destacando la “llamativa frialdad” del Papa Francisco. La entrevista solo duró 30 minutos. ¿Qué había planteado Hollande al papa, que se mostró tan disgustado?
Pues le había pedido ni más ni menos que recibiera a la Coalición Nacional Siria, es decir, la oposición mercenaria siria. Y el papa dijo no.
La reacción no se ha hecho esperar. Con fecha 4 de febrero el Secretario General de la ONU, Sr. Ban Ki Moon ha lanzado toda su artillería contra el Vaticano acusándolo de haber permitido los abusos contra niños. Se veía venir. Enseñan los dientes al papa porque no ha dado su consentimiento para que las potencias coloniales continúen con Siria el triste guión de Iraq y Libia.
¿Alguien puede creer que a este vocero de los EE.UU. y de la OTAN le preocupan los niños de país alguno?
La violencia sexual contra los niños además de ser algo execrable es un delito de Código Penal, que hay que combatir en los casos en que se produce. Pero la tarea no es fácil porque los delitos que se cometen en condiciones de intimidad tienen pocos testigos, y pocas pruebas. La pedofilia, como la violencia contra las mujeres en España, que tantas muertes provoca al cabo del año, no son fáciles de atajar. Ya el papa, desde el inicio de su mandato se manifestó contra los abusos sexuales a menores por parte de religiosos católicos, y parece que está comprometido con la causa. Pero acusar “Al Vaticano”, en general, de abusar de los niños es pasarse tres pueblos.
Y desde luego, en estos momentos, las acusaciones suenan como el trueno amenazador de un imperio que ha perdido la batalla en Siria.
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