TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Todos los
sistemas políticos pueden oscilar entre una versión extrema de la democracia
representativa y una versión extrema de la democracia participativa. En nuestro
país, por los condicionantes históricos, prima en exceso la democracia
representativa y apenas hay espacios para la democracia participativa. No en
todas partes es así. La posibilidad de realizar referéndums en los temas
fundamentales, los revocatorios a los cargos públicos y hasta las iniciativas
populares que tengan más espacio son elementos básicos en otros sistemas
políticos. En nuestro país, desgraciadamente, estos instrumentos de
participación son una mera apariencia formal carente de capacidad real.
Pero además,
la democracia representativa es de una calidad lamentable y está lastrada por
su rigidez y su opacidad. La rigidez conlleva que en última instancia sean unas
pocas personas las que, a través del control oligárquico y clientelar sobre sus
partidos, tomen las decisiones importantes. Y la opacidad abre la puerta a la
corrupción, y a los conflictos de intereses entre empresas y políticos, y a la
pérdida de eficiencia.