HÁBITOS DE LECTURA. ÓSCAR BLAZQUEZ

HÁBITOS DE LECTURA
¿Recuerdas cuál era aquél cuento que te encantaba escuchar antes de dormir? ¿Recuerdas cuál era aquel cuento que cada vez que lo escuchabas te imaginabas protagonista de esas historias?
La mayoría de la gente que forma parte de mi generación (¡Oh dios!) hemos crecido acompañados de Caperucita, el Patito Feo, el travieso Peter Pan, y la malvada Úrsula. Muchas de esas historias eran tristes, otras divertidas, otras románticas, otras tristes… pero todas con una finalidad: enseñanza moral.

Los cuentos son los primeros modelos de vida adulta que tenemos fuera de nuestra familia y entorno. En las historias del cuento el niño se siente identificado con otras historias, acercándose así a esas experiencias. Muchas veces, incluso, sirven para que el niño tenga una visión del mundo más segura y optimista, ya que en ellos el bien siempre triunfa, y el ser bueno siempre es recompensado.

En resumen, los cuentos proveen a los más pequeños de una mirada paralela a su mundo diario, donde la realidad se filtra para trasmitir valores e ideales.
Cuando abandonamos por un momento nuestras obligaciones y responsabilidades para leer un cuento a un niño, estamos dando el siguiente mensaje: “Eres importante, te mereces la atención merecida”. Es indudable que, ante este mensaje, el niño vive un aumento de su autoestima, se siente querido, respetado y valorado. Sabe que es alguien importante en esa familia, y que estarán ahí para ayudarlo. Además, leer cuentos a un niño fortalece la comunicación entre éste y el adulto, mejorando la relación y el vínculo afectivo.
“El niño que lee, abre ventanas a la vida que no van a abrir nunca muchos de sus compañeros. Gana conocimientos, pero también inquietudes”, dijo el catedrático Salvador Gutiérrez Ordóñez.
En una realidad donde toma ventaja la violencia, el acoso escolar, la falta de respeto a los mayores, y la mentira e insulto sobre la información y la tolerancia, el niño encuentra en los libros un modelo con el que comparar, y sacar conclusiones.
Los cuentos enseñan a los niños a conocer, reconocer y controlar sus sentimientos y emociones. Gracias a estos mensajes, el niño aprende a tener un comportamiento adecuado con aquellos que le rodean. Las razones para leer cuentos son incontables: despiertan la imaginación del pequeño, refuerzan hábitos de observación y exploración, le enseñan ortografía y amplían su vocabulario, facilitan la expresión oral, el aprendizaje, la actitud de escucha y la atención al diálogo, además, el niño se divierte viajando entre estos dos mundos: realidad y fantasía. Todo esto, además, facilitará que el día de mañana el niño o niña sea un gran lector.
Cómo lograr que sea un gran lector:
• Eres su mejor ejemplo: Los niños siempre intentan imitar lo que hacen sus padres, por eso el mejor ejemplo es el tuyo.
• Empieza pronto: Cuanto antes, mejor. Incluso siendo un bebé, el tiempo que le dedicas mientras lees un cuento es bien aprovechado.
• ¿Quién debe leerlos? Cualquier persona en la que el niño tenga confianza: abuelos, tíos, primos o incluso hermanos mayores, amigos de los padres, etc.
• ¿Cómo leerlos? Una buena manera es poniendo énfasis en los momentos de mayor emoción. Que pueda ver que tú también disfrutas de la historia.
• ¿Cuál es el mejor momento? Siempre. Pero hazlo en una situación relajada, íntima. No tengas prisa, ya que es un momento para compartir con el pequeño. Si esto lo haces antes de dormir, mejor, facilitará un sueño profunda, tranquilo y relajado para el niño.
• Participación: Es importante. Tal vez le surjan dudas sobre el cuento, te hará preguntas y exigirá respuestas. Debes atender a sus necesidades, y poco a poco, ayudar a que sea él quien responda a sus propias preguntas.

ÓSCAR BLÁZQUEZ

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