YA NO SOY CHARLIE. TEODORO LEÓN GROSS

YA NO SOY CHARLIE
Una cofradía de Málaga ha amenazado con llevar a los tribunales a la revista satírica 'El Jueves' si no retira una coña de las elecciones andaluzas en la que caricaturizan a Rajoy como un crucificado. De hecho no se trata de una sátira religiosa sino política, aunque utilicen una imagen de Semana Santa ahora que es época -la humorada va sobre la derrota del 22M y se ve a Susana asomada al balcón de un escote prestado por Terelu- pero la Cofradía de la Crucifixión se siente víctima de una agresión ultrajante. Un puñado de hermandades y cientos de cofrades se han solidarizado con ellos ante el agravio, dando estopa a la revista.


 Vaya, ¿qué fue de #JeSuisCharlie? Parece que la caricatura, si se trata de Mahoma, es una expresión sagrada de la libertad de expresión, un pilar intocable de la tradición ilustrada de Europa; pero, ah, si te toca tu religión, entonces una higa y #YaNoSoyCharlie. 

Claro que no es lo mismo descargar un kalashnikov que limitarse a vaciar un cartucho de insultos. Ahí van los últimos casquillos encontrados: «asco de panfleto, dais pena», «hijos de puta», «asquerosos», «se os debería de caer la cara de vergüenza», «cobardes», «manada de sinvergüenzas», «no merecéis el menor respeto», «poned otra de Mahoma si tenéis cojones» (un argumento insistente y por cierto absurdo; recuerden su estupenda portada sobre una rueda de reconocimiento de mahomas) hasta agotar el campo semántico de la ira. Sí, también esto son efluvios de la libertad de expresión; pero delata unos estándares de tolerancia falsos. Se puede bromear con otro Dios, pero no con tu Dios. Karl Popper, patriarca liberal, estaba persuadido de que «debemos reclamar, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes». 

El humor de 'El Jueves', como en 'Charlie Hebdó', suele ser provocador. De eso se trata. Si no fuesen irrespetuosos e incluso irritantes, no sería una revista satírica. Tampoco a los socialistas les habrá gustado el chiste contiguo («Los andaluces eligen al PSOE para que termine el trabajo que empezó hace casi 40 años: robarles. Susana Díaz promete ser fiel a sus votantes y seguir adelante con la corrupción») pero la sátira no va de hacer amigos. O es irreverente, o no es. Hay que leer estas revistas en esa clave; y si no, mejor no leerlas. Lo que no vale es reivindicar la libertad sagrada de 'Charlie' en su portada con Mahoma diciendo «¡Qué duro es ser amado por gilipollas!», pero ni siquiera admitir una imagen cofrade en una ironía política. Ya no es ofenderse por las creencias, sino por el ídolo. «¡No todo vale!», «no nos merecemos esto», «hay cosas que no se tocan»... el listón ya va muy bajo. Ese Rajoy crucificado no es un escándalo; si acaso, el escándalo es escandalizarse. Convertir algo así en una afrenta colectiva es pasarse al integrismo de lo intocable.

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