PEATONALIZACIÓN. JOSÉ MANUEL BAENA GALLÉ


EL PEATÓN EN LA CIUDAD DEL “PROGRESO”
Uno de los temas de mayor debate público en los últimos tiempos es el relativo a los procesos de peatonalización en las diferentes ciudades. Desde instancias políticas se ha querido plantear que éste es un fenómeno indicativo y privativo de ciertas ideologías y que son actuaciones concretas de algunos partidos políticos. Pero lo cierto es que con mayor o menor ímpetu todas las grandes ciudades de nuestro país están viviendo estos cambios, sean cuales sean los partidos que las gobiernan.



Partiendo del principio que los beneficios que la peatonalización trae para la vida de las grandes ciudades son enormes, se deberían plantear algunas cuestiones que pueden ser objeto de debate y discusión ciudadana.


En primer lugar se tendría que ver las ventajas que la peatonalización les reporta a los habitantes de las ciudades. Entre ellos habría que destacar la existencia de un ambiente más limpio, sin humos y sin ruidos. Se logra que espacios totalmente ocupados por las máquinas y los vehículos a motor pasen a ser propiedad de los ciudadanos, ganando para el esparcimiento y el ocio amplios espacios que antes estaban vedados.

Establecidas estas premisas hay que esbozar una serie de cuestiones que inciden negativamente en la percepción que tienen muchos ciudadanos de este proceso. Sin pretender ser exhaustivos se pueden concretar en varios problemas principalmente, siendo uno de los fundamentales la amplitud del ámbito urbano peatonalizado y cómo se organiza el proceso. Peatonalizar no es sólo impedir el paso de vehículos por una calle o zona, sino que debe ser algo más ambicioso. Se deben buscar entornos que funcionen orgánicamente y permitan la vida fluida de sus habitantes.

No se pueden cerrar todas las vías de movilidad posible sino que hay que dejar elementos de acceso y comodidad a los ciudadanos. Es más, se suelen peatonalizar los centros históricos de nuestras ciudades olvidando en gran parte de las ocasiones que sus usuarios también son los habitantes de los barrios periféricos y de las poblaciones vecinas y que necesitan acceder a ellos. Da la impresión de construir la casa por el tejado: peatonalizamos antes de resolver los problemas que este cambio puede conllevar.

El segundo de los temas que se podría exponer a debate serían las soluciones de movilidad. Actualmente vivimos en una sociedad y una cultura acostumbrada al tráfico a motor privado. Y todo en nuestras ciudades está organizado de ese modo, desde las actividades laborales hasta las propias de ocio. Y ese es un sistema que ha demostrado haber llegado a sus máximas posibilidades teniendo como consecuencias continuos atascos, la contaminación ambiental y acústica, etc…

La peatonalización puede solucionar estos problemas pero evidentemente no a costa de la vida de los propios habitantes y visitantes, hay que dar alternativas viables para facilitar la movilidad de los ciudadanos. No basta con establecer carriles para bicicletas (parte de la población no puede, no sabe o no quiere usarlas) sino que hay que establecer verdaderos planes de transporte público y de reordenación del tráfico y seguramente éste sea el primer paso (cuestión que habitualmente no se tiene en cuenta).

Es más, en múltiples edificios de viviendas existen aparcamientos particulares que se construyeron al amparo de una política concreta donde se han quedado casi atrapados sus dueños y vehículos. Como si a los usuarios de vehículos hubiera que castigarlos y hacerlos responsables de la degradación de la calidad de vida urbana, en lugar de considerarlos víctimas de la mala planificación de sucesivos gobiernos locales que han fomentado las vías rápidas, los aparcamientos subterráneos y el uso del transporte privado para entrar y salir de las ciudades.

Por todo ello, existen componentes que habría que valorar para poder optimizar estos procesos, entre ellas estaría la mejora del transporte público con la creación de verdaderas bolsas de aparcamiento donde pudiesen estacionar los vehículos privados; el estudio y organización de la posibilidad de paso del transporte público al lugar peatonalizado para facilitar el acceso a ciertos sectores de la población con dificultades de movilidad; mejora en los tiempos de ejecución para que no se eternicen unas obras que al final sólo logran el enfado de los vecinos; huir de falsos debates sobre si es una política progresista o conservadora y hacer lectura política partidista de lo que es un tema vital para nuestras ciudades y por último, el lograr que esos espacios que se ganan para el disfrute no sean apropiados por iniciativas “más o menos” privadas como son terrazas de bares, chiringuitos, cajones de obras, múltiples exposiciones…. O en su ausencia… aparcamientos de motocicletas.

No se puede olvidar que cerrar y blindar espacios céntricos e históricos, auyentando de ellos a los habitantes que los mantienen vivos, los convierten en parques temáticos que quedan muertos cuando los visitantes vuelven a sus hogares.
Son una serie de cuestiones que en el fondo se podrían resumir en una sola que es que nuestros ayuntamientos y administraciones lleven estas actuaciones a cabo pero dando cabida a un debate sincero y abierto que de verdad permita la participación ciudadana.

José Manuel Baena Gallé

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El debate que planteas es complejo. Los que vivimos lejos del centro histórico vemos como algo muy positivo la peatonalización de los centros históricos, pero entendemos las dificultades que deben tener la gente que vive allí. El tema de los vehículos no sé como solucionarlo, aunque si creo que debería mejorarse el sistema de transporte público. Un saludo. ROCÍO GUTIÉRREZ

Anónimo dijo...

Es cierto, Rocío. Pero .... lo que no podemos olvidar es que en las ciudades viven personas. Y todas tienen una necesidades ... ir a la compra, ir al hospital, desplazarse.
Creo que al final todo se resume en que la peatonalización es algo muy positivo pero que tiene que ir acompañado con políticas ciertas de movilidad.