Y LAMPEDUSA EN EL OLVIDO. JESÚS MARTÍN OSTIOS

EL MURO DE LA VERGÜENZA

File:Berlinermauer.jpgEl 9 de noviembre de 1989 caía el muro de Berlín, el muro que separaba el mundo occidental del mundo comunista. La caída del muro supuso el final de la guerra fría y la victoria del sistema liberal, abriendo paso a una etapa de esperanza en un mundo donde se respetasen las libertades y los derechos humanos. Hoy, más de 20 años después, esas esperanzas han quedado relegadas a una bella utopía. Un nuevo muro, invisible en muchos casos, visible en otros como Jerusalén, divide el mundo en dos. El mundo de los ricos y el mundo de los pobres y entre medias lo que nos encontramos es la desesperación de muchos intentando alcanzar la parte rica, quedándose muchos en el camino. Ese nuevo muro que muchos llaman el muro de la vergüenza.


Unas imágenes en el telediario de unos inmigrantes nadando al naufragar la patera en la que trataban de llegar a Europa me trae a la memoria de nuevo la tragedia de Lampedusa del pasado tres de octubre donde más de doscientos cincuenta inmigrantes murieron. Una tragedia que de nuevo me hace reflexionar sobre muros y vergüenzas varias. Al parecer, unos pesqueros italianos habían negado su ayuda a la barcaza que llevaba a bordo a más de 500 subsaharianos aludiendo problemas con la justicia italiana que castiga severamente a aquellos que ayuden a inmigrantes. El mundo se echaba las manos a la cabeza ante lo macabro de la situación y muchos alzaban la voz buscando responsabilidades. Inmediatamente los líderes europeos se reunieron para tratar de solventar el problema. Y la respuesta llegó en diferentes propuestas: poner más controles, acuerdos entre los países mediterráneos para un mayor control del mismo, pactos con los países de origen y demás retahíla que no va a hacer que muchos inmigrantes sigan intentando llegar a un lugar mejor.

Muros y más muros en esta gran fosa común (8000 cadáveres nada más en Lampedusa desde 1980) que se llama Mediterráneo para esconder las vergüenzas del mundo en el que vivimos. Ni una vez se ha escuchado en la cumbre de países europeos analizar las raíces del problema y sí de levantar muros y barreras. Ni una vez hemos escuchado una crítica hacia este sistema que condena a África a morir a fuego lento. Algún día, creo que para muchos ese día ya ha llegado, nos tocará a nosotros marcharnos. Y nos daremos cuenta de la realidad de aquellos que se ven obligados a marcharse del lugar donde nacen. Pero mientras tanto, lo más fácil es mirar para otro lado y seguir levantando muros. Aunque sean tan vergonzosos como el de Lampedusa.




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