PUBLICADO EN EL CONFIDENCIAL
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En abril de 2009, José María Aznar (JMA) publicó sus recetas (España puede salir de la crisis, Ed. Planeta) para superar el trauma que nos aflige. Una revista dominical de gran tirada le entrevistó el 12 de abril de dicho año: “XLSemanal ha acompañado a Aznar a EE.UU. durante sus cursos de política internacional en Harvard y contó con su colaboración para una exclusiva sesión de fotos en la que posó con su nuevo perro, un labrador llamado Sam, nombre que, según explica, eligieron sus nietos. Aznar se mostró especialmente distendido y satisfecho tanto con su actual vida como con la que tuvo en Moncloa.
El ex presidente no sólo ofrece recetas para acabar con la recesión. También habla de Bush, Obama, Rato y hasta de la actividad política de su mujer, Ana Botella. De aquella etapa, y dadas las actuales circunstancias, destaca la labor de sus excelentes asesores económicos”. Don José María tuvo a bien complacer a Planeta sometiéndose a un incómodo road show por media España para promocionar el libro. Ruedas de prensa por doquier. En ninguna, sin embargo, quiso revelar su secreto. Había que comprar el libro: “Yo sé cómo salir de la crisis”.
Y a fe que lo sabía. Los españoles lo supimos el martes, cuando El Confidencial, en rigurosa exclusiva, desveló que el ex presidente del Gobierno había sido contratado por la empresa pública italiana Enel, propietaria de Endesa, para asesorar en España a su presidente, Borja Prado Eulate, a cambio de 200.000 euros anuales, que serán 300.000 si le añadimos el bonus, o 50 millones de las antiguas pesetas. En realidad hace tiempo que sospechábamos que JMA sabía cómo sacar de la crisis a su familia.
En junio de 2006, News Corporation, el holding propiedad del australiano Rupert Murdoch, dueño de diarios como The Wall Street Journal y The Times, además de cadenas de TV como CNBC y Fox News, anunció la entrada del líder del PP en su Consejo, empleo por el que en 2009 recibió unos 220.000 dólares (100.000 en efectivo y 120.000 en acciones). Un año antes había sido contratado como asesor por el prívate equity Centaurus Capital. En realidad, la actividad de Aznar como conseguidor ha sido febril desde su salida del Gobierno. La consultora Faznartella (familia Aznar-Botella) ganó en su último ejercicio fiscal 445.417 euros, un 8% más que en 2008. Las cuentas de la empresa, que en 2009 facturó 620.732 euros, muestran que disponía de 310.772 euros en caja; 917.000 en inversiones financieras a largo plazo, y otros 458.000 a corto.
Endesa asegura haber contratado a Aznar para que “le oriente en su estrategia Latinoamérica”, una zona donde lo que básicamente tiene el bigotes son enemigos. Tan mostrencas razones han merecido el visto bueno de gran parte de los medios de comunicación hispanos. La verdad, sin embargo, es muy otra. Borja Prado es, además de capo de Endesa por voluntad de Enel, presidente en España de Mediobanca, primer grupo financiero e industrial italiano que aquí se dedica, entre otras cosas, a asesorar a la constructora ACS en su asalto a Iberdrola. Prado y Florentino Pérez, su íntimo amigo, son cabeza del que se ha convertido ya en el gran grupo de presión español de la segunda década del siglo XXI, un eje en torno al cual giran, entre otros, la familia March, los cajeros Isidro Fainé (La Caixa) y Rodrigo Rato (Caja Madrid), el inefable Del Rivero (Sacyr) y el financiador de casi todos ellos, Emilio Botín.
La columna vertebral de ese grupo, la formada por el dúo Pérez-Prado, ha logrado pingües ventajas del Gobierno socialista de Zapatero. En la perspectiva, más que plausible, de un cambio de poder en Moncloa, el grupo necesita protegerse ante la eventualidad de un Gobierno presidido por Mariano Rajoy. Esa es la tarea que los Pérez-Prado han encomendado a Aznar: protección. Tráfico de influencias a gran escala. Corrupción al por mayor.
Esa protección incluye la defensa ante el futuro Gobierno de la cuenta de resultados de Endesa. Nada habría que objetar si el susodicho hubiera sido contratado por un fabricante de máquina herramienta de Llodio, una cadena de tiendas de moda de Arteixo, o un exportador de productos cárnicos de Aracena. Lo que no es aceptable es que el aludido ponga su red de influencias al servicio de empresas (todas las utilities -gas, electricidad, teléfono, autopistas y concesionarias en general-) cuyos ingresos dependen de decisiones administrativas, cuya cuenta de resultados vive de la tarifa que fija el Gobierno de turno, por no hablar del chollo de las subvenciones a las energías renovables. Ahí está la corrupción. Ese es el escándalo.
El Partido Popular como rehén de Aznar
En realidad hace tiempo que en la calle Génova tildan la actividad profesional de JMA como de “simple comisionista”. Como tal se comportó con motivo de la llamada “enmienda Florentino”, escandalosa decisión del Gobierno Zapatero que, de la noche a la mañana, acabó con los blindajes societarios que limitaban el derecho de voto al 10% del capital para favorecer el asalto de ACS a Iberdrola. En tan señalada ocasión, el popular se dedicó, como empleado de Pérez, a llamar personalmente a diputados del PP para que apoyaran la enmienda del Gobierno. Nadie sabe si JMA sigue o no en nómina de ACS. El presidente del Real Madrid le ofreció no hace mucho entrar en la directiva del Club, honor que rechazó el aludido, pero cada día es más frecuente verle en el palco del Bernabéu, antesala de todas las vergüenzas patrias.
Para mantener su estatus -60.000 euros por conferencia al dejar el Gobierno, cifra ahora reducida a la mitad-, el ex presidente necesita mantener al PP como una especie de rehén. Como presidente de la Fundación FAES, JMA es el perro que ha mordido presa y no está dispuesto a soltarla, porque del control, real o supuesto, del partido de la derecha española depende algo tan elemental como su caché presente y futuro, sus emolumentos. Un caso de corrupción integral basado en la inextricable mezcla de política y negocios que distingue la vida pública española desde la muerte de Franco. Así, este fin de semana ha participado en León en la I Cumbre del PP en el Exterior, abriendo, en su calidad de presidente de honor, el turno de intervenciones. El sujeto acaba de presidir el II Congreso del partido en Estados Unidos y la Convención de Colombia. Nadie se acuerda de llamarle desde la calle Génova para invitarle a este tipo de eventos. Más aún: si se enteran de que él estará de cuerpo presente, unos y otros procuran escurrir el bulto y salir de estampida.
No importa. JMA se sobra y se basta para no dejar pasar una. Su tarjeta de visita, su calidad como door opener en un futuro Gobierno Rajoy radica precisamente en hacer bien visible su patronazgo dentro del PP y en recordar que fue su delicado índice quien colocó a Rajoy donde está, de modo que malo será que este adusto Rajoy, en apariencia tan poco bizcochable, se atreva a negarme cualquier favor que me ocurra pedirle. Malo será que se oponga incluso a una eventual fusión futura entre Endesa e Iberdrola, una vez el señor Pérez haya conseguido desalojar a Sánchez Galán de la presidencia de la eléctrica, con lo cual el sector eléctrico español pasaría a estar controlado por el Estado italiano. Tan equívoco comportamiento no es obstáculo para que nuestro Franquito, convertido en un factor de permanente desestabilización –caso reciente de Álvarez Cascos- para el PP y el propio Rajoy, se suba un día sí y otro también al púlpito de FAES para, con su voz aflautada, repartir entre la feligresía de derechas lecciones gratis de ética privada y moral pública, clases magistrales que suelen incluir arengas como la que el viernes formuló en León: “Tenemos que pedir a los españoles un mandato para cambiar las cosas, no sólo para estar en el Gobierno”. ¿Cambiar qué, Josemari…?
La “calidad de nuestra democracia” según María Emilia Casas
Los mismos argumentos valen para el caso del ex presidente peneuvista Josu Jon Imaz, colocado por Repsol al frente de su filial vasca Petronor, y naturalmente para Felipe González y su reciente fichaje por Gas Natural. Un puesto de consejo de la gasista conlleva una remuneración de 168.000 euros anuales, que pueden sobrepasar los 250.000 si se forma parte de alguna comisión, lo que sin duda ocurrirá con FG. ¿Explicación? Ninguna. “Felipe no tiene nada que hacer en Argelia, porque todas sus amistades están en Marruecos”, aseguran fuentes del sector energético. “Tras la sentencia del Tribunal de París, a GN no le queda más alternativa con Sonatrach que pagar o pagar”.
Las malas lenguas dentro del PSOE sugieren que el sevillano, con nueva compañera a la que gusta visitar las tiendas de Ortega y Gasset, no tiene suficiente con los emolumentos que recibe del mexicano Carlos Slim. Al menos que se sepa, ni González ni Aznar han tenido el gesto de decencia personal de renunciar a la percepción de los 80.000 euros anuales que como ex presidentes reciben del erario público. Semejante comportamiento explica que nuestros parlamentarios, ante la grave crisis de futuro que amenaza las pensiones de los españoles, hayan decidido blindar las suyas haciendo que sean suficientes siete años de cotización para percibir la pensión máxima. ¿Qué interés puede tener esta casta en regenerar nuestra democracia y acabar con el Sistema de Corrupción en que vivimos, cuando todo son ventajas para ella? Mientras tanto, el país, sumido en la mayor crisis económica de su historia, asiste en silencio al espectáculo.
Me escribe mi amigo JP, titulado por la Comercial de Deusto: “Harto estoy de tanto comportamiento indecente. Me da pena reconocerlo, pero los españoles sólo nos hemos molestado (lo que el Gobierno ha aprovechado para sacar a pasear a los militares) por la huelga de los controladores durante el puente de la Constitución. Nos pueden tocar las pensiones, los sueldos, los impuestos directos e indirectos; nos pueden subir los precios y freír a multas y tasas varias… hasta pueden tocarnos los cojones. Pero, eso sí, que no nos jodan el puente de diciembre, porque hay que conocer mundo. No sé por qué, pero me huelo que, tras años de tragar y tragar mansamente, esto pueda estallar de repente de esa forma tan española que tienen las cosas de estallar de repente, como han estallado, por cierto, en Grecia o en Túnez…”
La presidenta del Constitucional, María Emilia Casas, se despidió el miércoles de su cargo con un discurso en el que criticó a la clase política por “el notorio retraso de más de tres años en la renovación del Tribunal”. Para Casas, el desprecio de los plazos por el Parlamento supone “un incumplimiento grave de la Constitución, que perjudica la calidad de nuestra democracia”. La calidad de nuestra pobre democracia quedó seriamente perjudicada cuando usted, señora, aguantó a pie firme el chorreo que en plena tribuna y a pie de calle le echó la entonces vicepresidenta Fernández de la Vega. La calidad de nuestra doliente democracia queda masacrada por la conducta de unos ex presidentes que se dedican a hacer dinero con el tráfico de influencias a favor de empresas que contratan con el Estado. El TC se dispone a elegir esta semana nuevo presidente, siquiera provisional.
Y puede que como los dos candidatos favoritos, los magistrados Manuel Aragón y Pascual Sala, están enfrentados, triunfe la opción de un tercero en discordia, el abogado Eugeni Gay, un hombre que tuvo papel estelar en la sombra en el célebre episodio por el cual el TC, intervención del Rey Juan Carlos mediante, concedió el amparo a los famosos Albertos, evitando así que fueran a la cárcel a pesar de haber quedado probado que habían estafado a sus socios de Urbanor. Gay sería, por eso, la guinda que coronaría el pastel de la degradación del Tribunal Constitucional y de nuestra mancillada democracia.
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