Revolución de la Libertad Individual desde el colectivo
Sería lógico hablar de Ley Sinde, escapar de la trampa de ciertos “creadores” (¿yo soy creador al escribir esto?) de confundir recorte de libertades y cambio lógico de modelo productivo con la piratería (por cierto, nótese como se compara un chaval que se baja una canción de The Beatles a alguien que robaba, saqueaba, asesinaba y violaba… sin duda, equiparables), y afianzarme en mi artículo del mes anterior, pero sobre todo, denunciar desde la izquierda como estamos ante una política mediocre, resultado de políticos mediocres.
Escuché hace poco: “Los políticos piensan en ganar elecciones, los líderes, en las generaciones futuras”. Pero las generaciones futuras no tenemos este estilo. Nos han dicho tantas veces “sólo sabes criticar, ¡arréglalo! ¡Ánimo! ¡Venga!” (para mi gusto, la forma más mezquina de censurar la opinión crítica) que nos lo hemos creído.
Los jóvenes de hoy en día responden con participación. Esperen y déjenme acabar antes de tirarme alguna piedra conservacionista. Como les decía, están hartos de la palabrería, no la escuchan, no responden, y actúan. Se ha producido una brecha tan grande en los últimos años entre generaciones que, quién se ha sumado al carro, piensa tan diferente que ni siquiera puede ser explicado o comprendido por quien no lo ha hecho (por cierto, nótese dos: Joven es el que quiere, no el que tiene 20 años). Así, leen los artículos que quieren, se informan de lo que quieren, ven los vídeos que les da la gana y no los que les dan, descubren grupos nuevos y han revolucionado la libertad individual desde el colectivo. Todo lo que hacen, lo hacen sin preguntar, a espaldas de la institución, por su cuenta, como quieren.
¿A dónde iba? A la participación. Hace poco participé en un debate (incluso con falsos jóvenes) dónde se afirmaba que los jóvenes no participan. No es cierto. Piensen en las ONG, las asociaciones deportivas, culturales, etc. El crecimiento ha sido espectacular. Al contrario de lo que se piense, son extremadamente participativos. Sin hablar de la confusión que genera evaluar sólo de forma clásica el modelo de participación, que ha sido transformado en un modelo dinámico aprovechando la implantación de las tecnologías de la información y la comunicación.
Y termino. Y crítico. ¿Dónde está el problema? El problema es que no existe la unión ocio-produzco ni participo-gano. ¿Por qué? Por dos cosas, porque no se deja a los que pasaron esa brecha producir lo que quieren. Se les pide, pero se les rechaza. Piensen en política, en educación, etc. ¿Cuántos jóvenes han sido aburridos? Para no ser comprendidos, no te preguntamos, y entonces es cuando vienen las trabas. Sólo se deja a los jóvenes que se diviertan, pero no molesten (Claro que hay excepciones, están leyendo a un joven especialmente molesto, que por casualidad ha pulsado algunas teclas adecuadas y que sobre todo, es pesado hasta morir). Segunda cosa: Nadie valora la participación. En EEUU, ser alpinista es sinónimo de constancia, sacrificio, trabajo en equipo, esfuerzo, superación… etc. Para la Universidad, la empresa, los padres. Aquí, no sirve para nada ni para nadie. No se trata de hacer las cosas por interés, se trata de si ser alpinista hace que tengas un 6 en vez de un 8 en tu carrera, pues te lo piensas, porque aquí, sólo vale el titulito.
Y termino dos. Y crítico. (Por dónde empecé). La verdadera protesta a la Ley Sinde no está en la red, ni en la política… está en la participación. Cientos de grupos que nacen cada día, cuelgan su música en internet porque no empiezan a tocar para hacerse ricos, tocan para que les escuchen lo que tienen que decir. Escritores, diseñadores… Ellos destronaran la industria porque está no se ha montado a ese carro del que les hablaba y no les comprende.
¿Qué sin su ley la cultura se muere? Usted está verdaderamente loca.
Pd. En Febrero se celebra la segunda edición de Con Acento (www.debateconacento.com), oportunidad de conocer esta revista y participar en ella, pero eso se lo cuento el mes que viene.
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