MATRIA, PATRIA Y FRATRÍA. TOMÁS MORALES CAÑEDO.

MATRIA, PATRIA Y FRATRÍA

Sócrates se sentía orgulloso de ser hijo de un escultor (Sofronisco) y de una partera o comadrona (Fenaretes). Solía decir que él había heredado, seguido, continuado con el oficio de sus padres, con una pequeña (o grande diferencia). Mientras su padre esculpía en piedra el cuerpo, en sus estatuas, de varones, él (Sócrates) esculpía el alma de los jóvenes, unos adolescentes con la mente aún moldeable, con la mollera todavía no muy dura, y que estaban en situación de ser así o de otra manera. Moldear, darle forma al alma, hacer que fueran justos, honrados, inteligentes, solidarios,… ya que, sólo así, si querían ser gobernantes de la ciudad, pudieran conducir a ésta a la prosperidad, haciendo de ella una sociedad justa.

Igualmente decía haber seguido el oficio de su madre, partera o comadrona, pero, igualmente, con una pequeña (o grande diferencia). Mientras su madre asistía sólo a mujeres, parturientas, él, Sócrates, asistía a varones; y en vez de ayudarle a que saliera el niño del vientre materno, como hacía su madre, él ayudaba a que saliera la verdad de la mente de los varones. Su madre no metía al niño en el vientre de la madre, ya estaba allí, sólo ayuda a que salga.

Igualmente yo, Sócrates, no enseño la verdad a los jóvenes, no se la meto en sus mentes (“yo no soy un sofista”). La verdad ya está allí, “la verdad es innata”, pero está cubierta, tapada, enterrada, y yo, Sócrates sólo les ayudo a que la descubran, la destapen, la desentierren. Si la vía de salida del niño es el canal uterino, la vía de que se muestre la verdad, es el método socrático, llamado, precisamente, “mayéutica” (el arte de dar a luz, de alumbrar).

Si su madre es “partera”, porque es la que “parte”, la que “corta” el cordón umbilical con el que estaba el niño unido a ella o “comadrona”, la que coopera para que la parturienta para bien y sea madre. La comadrona es como una madre en segundo plano porque, aunque ella no pare, sin ella, quizá, la parturienta no pariera y no podría ser madre. Igualmente yo, Sócrates, ayudo a que los jóvenes “paran”, alumbren, la verdad.

Si la comadrona es “el paso obligado” para que el niño salga, felizmente, “de”… e ingrese “en”… Igualmente el “filósofo” es el ayudante que pone al joven en el camino de su autonomía. Todos nosotros deberíamos saber quién fue la partera de nuestra madre, porque ella es nuestra “matrona”.

¿Por qué todos sabemos quién fue nuestra “madrina” (versión cristiana) y no sabemos quién fue nuestra “matrona” (versión laica, biológica, vital? ¿No es más importante “vivir” que “asegurarse de que vas a vivir cristianamente”?. Si mi madre -dice Sócrates- ayuda a que la criatura salga del “claustro materno”, le corte el lazo de unión, se independice, biológicamente, de la madre e ingrese en el “claustro social”, yo, Sócrates, ayudo a que los jóvenes salgan de la tutela paterna, se independicen de la autoridad, dejen de considerar verdad lo que los superiores han dicho que es verdad y que ellos comiencen, siendo libres, quedando liberados de la tutela de la autoridad, comiencen a pensar por sí mismos, porque la verdad está dentro de ellos, pero a las autoridades les interesa la sumisión, la obediencia, la dependencia.

Sócrates es un Kant, 2.200 años antes que Kant, que también les está gritando a los jóvenes “Sapere Aude”, “atrévete a pensar por ti mismo”, “libérate de los tutores, tanto religiosos como intelectuales”, muestra, saca, esa verdad que llevas dentro.

LA MATRIA, PATRIA Y FRATRÍA
¡Qué nueve meses en la matriz, en la MATRIA. Es más y mucho mejor que el Edén. La madre le proporciona a su niño más que Dios a nuestros primeros padres. Si, en el Paraíso, Adán y Eva lo tenían todo y no tenían más que cogerlo, en la matria no tiene ni que cogerlo, la madre se lo da incluso antes de que surja la necesidad. Se lo da todo y por anticipado.

Ni hambre, ni sed, ni cansancio, ni frío, ni calor, ni esfuerzo. Nadando en ese líquido amniótico que lo envuelve, en posición fetal, la posición a la que. ya de mayores, solemos acudir cuando nos acurrucamos en la cama y sentimos frío, como si inconsciente y freudianamente, añorásemos la matria.

¿Quién no ha visto la imagen del feto, nadando y con el dedo metido en la boca, “chupándose el dedo”?. Ese gesto debe ser la prueba del algodón de la felicidad. Es lo que solemos echar en cara a quien nada hace y vive sin preocupación, “Tú no puedes seguir así, mano sobre mano, chupándote el dedo”.

Eso es lo que todos hicimos en la matria y eso es lo que no te dejan hacer en la patria. Y tras la Matria interna, esa otra primera Matria externa, la niñez. ¿Tendremos que darle la razón a Rilke cuando dice que “la verdadera patria del ser humano es la infancia”? La matria es el canon del desprendimiento, es la muestra absoluta de la donación total, sin correspondencia, no la necesita, ella no pide nada a cambio.

Durante los nueve meses que van desde el depósito de la simiente hasta el nacimiento, pasando por todo el desarrollo tanto embrionario como fetal, la madre es donación absoluta sin dejar de ser ella. Cuando, sin verlo, lo siente y cuando, ya fuera, lo ve tan indefenso, tan expuesto.

La PATRIA, en cambio, sería el útero social. Nada más nacer la partera (actualmente bien la matrona o el ginecólogo) te recogen de la salida y te depositan en la Sociedad.

No es igual “nación” que “patria”. La “nación” es el lugar o el país en que se ha nacido. Todos los vivientes, quieran o no quieran, tienen una nación, porque todos tienen que haber nacido en algún lugar. Otra cosa es que te sientas ligado a esa “nación” por vínculos fundamentalmente afectivos.

En la “nación” se nace, a la “patria” se la ama. No coinciden necesariamente. A uno lo pueden haber nacido en el lugar no deseado. Un viaje al extranjero y la parturienta se pone de parto, y pare.

Nadie puede renunciar a su nación, a su nacimiento, pero sí puede uno imaginarse a alguien que no ame ese lugar, o que no sienta afecto por ninguno, por ejemplo, el apátrida. La patria también puede ser de adopción. Yo suelo decir que soy “castellano de nacimiento, andaluz de adopción y malagueño de vocación”.

El contenido que yo le doy al término FRATRÍA, no es el que le da el diccionario.
Dice el D. de la R.A.E. que “fratría” es:
1.- Entre los antiguos griegos, subdivisión de una tribu que tenía sacrificios y ritos propios.
2.- (bio), Conjunto de hijos de una pareja.
(“Frater-is”, en latín, es “hermano”, por lo que la fratría sería el conjunto de los fratres, de los hermanos, la “hermandad”).
3.- Sociedad íntima, hermandad, cofradía.

Entiendo por “FRATRÍA” a la especie humana, a la humanidad entera, sin discriminación de tipo alguno, ya que todos somos/debemos ser hermanos desde el momento en que “todos los hombres somos esencialmente iguales (no desiguales) aunque seamos distintos (no idénticos)”.

Si los Derechos Humanos son universales es porque todos pertenecemos a la especie humana, aquello en lo que todos coincidimos. (Me opongo, pues, a los derechos fundamentados en la distinción, derechos humanos por ser distintos (por ser homosexuales, por ser negros, por ser cristianos, por ser mujer, por ser vasco…).

Con “FRATRÍA” quiere decir lo mismo que algunos filósofos griegos cuando afirmaban “ser ciudadanos del mundo”, no ciudadanos de una ciudad concreta, sino que la única ciudad fuera la tierra.

Si la Matria es el origen y ella nos da la vida, la Patria (entendida como Sociedad) es la que cuida de nuestro desarrollo, de nuestro crecimiento adecuado, mientras que la Fratría sería la Meta a la que llegar.

“La MATRIA nos nace, la PATRIA nos hace, la FRATRIA nos ennoblece, nos perfecciona, nos eleva a una categoría superior de hombre.

Si apenas éramos un apéndice de la Matria, dependientes de ella por una cadena umbilical, nos hicimos independientes en la Patria para, finalmente, estar pendientes de todos los hombres.

Algo que suelo repetir “nos nacen hombres, nos hacen humanos, nos hacemos personas”

Desde (1) el “no puedo”, desde la dependencia total, desde el ámbito de la necesidad, desde el no ver, al (2) ámbito de la libertad, de la independencia, del “sí puedo”, del ver el presente, del atender al aquí y al ahora, para desembocar en (3) “debo”, el ámbito de la moral, del compromiso, del mirar al futuro y ver realizada la utopía de la unificación de la especie humano.

Desde el “yo” al “nosotros” y, desde aquí, al “todos”.

La cuarta pregunta kantiana:“qué me está permitido esperar” ha sido interpretada, por muchos filósofos, en clave religiosa, como perteneciente al ámbito de la religión y que tiene que ver con “el más allá” de esta vida.
Creo que esta pregunta podría entenderse adecuadamente si introdujésemos el término-concepto “racional” y la cuarta pregunta quedaría así: “qué me está permitido, racionalmente, esperar” y ya no quedaría encadenada a la religión sino a la historia, al futuro, al más allá del ahora, pero aquí.

Esto conllevaría el tener que justificar las acciones, si me dirigen o me desvían de la meta a la que llegar. Estamos hablando ya no sólo de acciones individuales (mías) sino también, y sobre todo, de acciones sociales (nuestras), para poder ser calificadas de morales o inmorales.

Desde el “agradecimiento” a la Matria y la “cooperación” con la Patria a la “solidaridad” de la Fratría.

Necesitamos, ya, ser personas que vean más allá del momento y piensen más allá de la época en que estamos instalados. Necesitamos borrar las separaciones que hasta ahora nos han caracterizado. Barreras geográficas, políticas, ideológicas, raciales, nacionalistas, sexuales,…y reunificar a la especie humana, como una, respirando el mismo aire, el de la solidaridad, el de la Fraternidad.

Si ha existido y existe el “amor fraterno”, el amor entre hermanos, procedentes de una misma pareja, ¿por qué no el “amor fraternal” entre todos los que formamos la misma especie, la “especie humana”?.

Dice Ortega que “amar una cosa es estar empeñado en que exista”. ¿Por qué no amar esa “u-topía” para que deje de ser “u-topía” y se convierta en “tópica”, en una realidad existente?

Quizá haya llegado la hora de realizar esa gran Utopía: que GAIA sea la gran MATRIA, desde la PATRIA de las naciones, reinando la FRATRÍA.

El nuevo paraíso terrenal pero, esta vez, no donado, no dado gratuitamente, sino paso a paso, codo con codo, entre todos conquistado.

2 comentarios:

Tomás Morales Cañedo dijo...

Tengo que autocorregirme. ¿dónde tendría yo la cabeza?. Pero al releerlo me he dado cuenta del "error" cometido.
La 1ª pregunta kantiana: ¿Qué puedo conocer? (problema gnoseológico)
La 2ª: ¿Qué debo hacer? o, mejor ¿Cómo debo obrar? (problema ético)
La 3ª: ¿Qué me cabe esperar? (problema religioso)
La 4ª: ¿Qué es el hombre? (la antropología)

Anónimo dijo...

Se entiende muy bien lo que quieres decir. Un saludo.